En noviembre llegué a Mendoza unos días antes del viaje grupal para conocer bodegas y alojamientos que aún no había visitado.
Esta vez conocí Casa Andina, Kaiken Ramos Generales, Chakana y Anaia, en Lujan de Cuyo. Este recorrido se puede hacer tranquilamente en dos días, por lo que, si disponés de poco tiempo para visitar Mendoza, no es una excusa.
Kaiken & Ramos Generales
Este viaje comenzó en una bodega que obtuvo el puesto 36 dentro de las 50 mejores bodegas del mundo, con el premio World’sBestVineyards 2025, uno de los reconocimientos más importantes del enoturismo mundial: bodega Kaiken, ubicada en Luján de Cuyo, donde también se encuentra Ramos Generales, restaurante del gran cocinero Francis Mallmann.
Nos recibió Flor, copa en mano, con Kaiken Ultra Chardonnay para comenzar la experiencia de visita y degustación. Recorrimos los viñedos y la Cava del Ángel —a 4 metros bajo tierra—, con su misticismo y cantos gregorianos que no dejan de sonar nunca para Mai, su vino ícono. Yo me emocioné hasta las lágrimas en este recorrido.
Sus experiencias de degustación son increíbles y hasta podés armar tu propio blend. Hay propuestas para toda la familia si vienen con niños. En mi caso, la elegida fue Sobrevolando los Andes, con degustación de cinco líneas: Ultra, Aventura, Disobedience, Frankly y el ícono, Mai.
Y como si todo esto fuera poco, la bodega cuenta con la propuesta gastronómica de Ramos Generales by Francis Mallmann, con menú a la carta y opciones de hasta seis pasos diseñados para el disfrute sensorial y la conexión con el entorno. Una gastronomía de alto nivel, acompañada por vinos premium.
El espíritu que define a Kaiken es el respeto por la tierra, la sostenibilidad y la excelencia. Una bodega que, sin ninguna duda, hay que visitar.
Ciclo Andino
Luego, el viaje continuó hacia Ciclo Andino. Allí me recibió Marcela Bartolini, gerente de Turismo de la bodega. Ciclo Andino fue distinguida como Bodega Revelación del Año en los premios Descorchados 2026, donde todos sus vinos obtuvieron puntajes entre 92 y 98 puntos.
Lamentablemente, Luján de Cuyo es una de las zonas más golpeadas por proyectos inmobiliarios que arrasan con viñedos históricos. Esto hace a este proyecto aún más especial, ya que sus actuales dueños recuperaron viñedos centenarios, devolviendo a la vida vides históricas que hoy se expresan en la calidad de sus vinos.
Ciclo Andino cuenta con cabañas construidas con estándares modernos, que ofrecen una experiencia increíble a solo pasos del viñedo. Me alojé en una de ellas para conocerlas, y despertar en una terraza privada, con vistas a la montaña y a los viñedos, es mágico.
La propuesta se completa con su restaurante, donde se puede vivir la cocina mendocina y disfrutar de riquísimos desayunos y de clásicos asados en noches inolvidables.
Marce me guió en la experiencia de degustación en la sala de la casona, que data del año 1912 y se encuentra totalmente restaurada, manteniendo el espíritu y la arquitectura de la época. Allí conocí sus vinos Más de Cien y Amaneceres, junto a sus aceites de oliva.
En la línea Amaneceres se expresan sus blancos: White Blend, Torrontés y Semillón. Y en Más de Cien, sus tintos, todos Malbec de viñedos de más de cien años. Dentro de esta línea se encuentran Old Vines, Reserva y Gran Ciclo.
En Ciclo Andino podés caminar entre filas de uvas ancestrales y luego degustarlas, sintiendo el aire de montaña: una forma de viajar que celebra la tierra, la cultura y el vino en su máxima expresión.
Chakana
Chakana es de esos lugares donde todo se siente alineado. Ubicada en Luján de Cuyo y enmarcada por la Cordillera de los Andes, la bodega invita a bajar un cambio y a conectar con el vino desde un lugar más consciente, más real.
Desde que llegué, Damián Caruso y Nacho Oroño me recibieron con calidez y me llevaron a recorrer la bodega, compartiendo no solo cómo hacen sus vinos, sino por qué los hacen así. En Chakana, la filosofía es clara: vinos orgánicos y biodinámicos, mínima intervención y un profundo respeto por la tierra.
La agricultura biodinámica atraviesa todo el proyecto. El viñedo se entiende como un organismo vivo, donde cada decisión busca equilibrio y auto-sustentabilidad. Esa mirada se traduce en vinos honestos, naturales y sin manipulaciones, que expresan su origen con mucha identidad.
La degustación fue un verdadero viaje por distintas líneas de la bodega: AYNI Malbec, ChakanaPinotNoir y Nuna Cabernet Franc, y finalizamos con un Torrontés de la línea Singular, que también habíamos probado directamente desde el huevo de concreto. Un vino vibrante, expresivo y lleno de carácter, de esos que no se olvidan.
Chakana no es solo una bodega para visitar. Es una experiencia para sentir el paisaje, entender el tiempo de la naturaleza y descubrir vinos que cuentan historias. Dan ganas de quedarse un rato más, copa en mano, mirando la montaña.
Anaia
Después de visitar Chakana, fuimos hacia Anaia, que se encuentra en Agrelo, muy cerquita, por lo que es la combinación perfecta.
Anaia tiene una arquitectura impactante, con una imponente vista a la cordillera, y fue ganadora de la medalla de oro en 2023 como Bestof Wine Tourism por su arquitectura y paisaje.
A una altitud de 960 msnm, se encuentra en la zona más fría de Agrelo, conocida como “la heladera”. Las marcadas amplitudes térmicas entre el día y la noche favorecen el desarrollo de vinos de alta calidad que caracterizan a la región.
Los vinos de Anaia están realizados a partir de una enología de alta gama, dedicada a realzar el maravilloso terroir de Agrelo. Se realizan trabajos conscientes desde la planta hasta la botella, priorizando la armonía y la simpleza en la elaboración y el cuidado de los vinos.
La experiencia de degustación que realizamos fue Experiencia Anaia: comienza con una copa de bienvenida, seguida de un recorrido guiado por los viñedos y la bodega. Luego continuamos en el Wine Lounge, con una vista privilegiada a la Cordillera de los Andes, donde realizamos la experiencia de maridaje. Disfrutamos de una cata guiada de cinco vinos de las líneas Anaia, Gran Anaia y Grand Assemblage, acompañados de bocados gourmet diseñados especialmente para resaltar sus sabores.
La imponente Cordilleray el agua de deshielo que acaricia la tierra construyen el paisaje y el alma de Anaia: un lugar donde los Andes marcan el camino.
Muchas gracias a Barby Negroni, Yani Campos Romero y Fer Mota por la hospitalidad y por hacerme sentir como en casa.
Mendoza, manso destino.
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