En diálogo con Héctor Maugeri para +CARAS, Cristina Banegas habló con profundidad y transparencia sobre el vínculo que mantiene, desde hace casi seis décadas, con el escenario. La actriz confesó que, lejos de disminuir, el pánico escénico la acompaña hasta hoy. “Primero es un inmenso compromiso salir a escena. Es un salto al vacío. Es un abismo. Es como un asalto a un banco. Eso siempre genera mucha adrenalina”. Sin embargo, la paradoja es que el escenario es también su lugar más feliz. “Cuando actúo es cuando la paso mejor. Es el momento más gozoso. Me divierto mucho actuando, aunque haga cosas dramáticas también. Es hermoso actuar”.
Cristina Banegas: “En la realidad soy invisible, en escena aparezco”
Banegas señaló que ese miedo no se curó con el tiempo ni con la trayectoria. “Sigo teniéndole miedo, sí. Lo que pasa es que también lo disfruto”. No es algo que entrene ni algo que haya podido domesticar. Simplemente aprendió a convivir con él, sabiendo que en el salto conviven vértigo y plenitud. “Hace casi 60 años que actúo. Creo que es mi lugar. Es el lugar donde estoy más presente”.
La actriz explicó que la escena funciona, para ella, como un lugar de existencia plena. “Siempre tuve la sensación de que, en la realidad, en lo que llamamos realidad, soy invisible. Soy medio submarina. Y el lugar donde estoy más presente siempre es en escena”. Maugeri observó esa dualidad: su modo suave, silencioso y contenido en la vida cotidiana, frente a la intensidad arrolladora que emerge cuando actúa. Banegas lo confirmó con una frase que la define: “Soy mucho más intensa cuando actúo que cuando vivo”.
Cristina Banegas: “El escenario es donde la vida se vuelve más vida”
A lo largo de su carrera, interpretó personajes complejos, densos, profundos, y encontró en ellos una intensidad que no siempre aparece fuera del teatro. Maugeri recordó sus premios: dos Martín Fierro consecutivos por Mujeres Asesinas, a los que se sumó un tercero al año siguiente. Banegas rió y reconoció ese gesto de la industria: “Ese fue por tratarme bien”.
Su relato no romantiza el miedo ni lo convierte en mito. Habla del teatro como una experiencia física y espiritual: una acción que exige saltar sin red, cada noche, como si fuera la primera. Algo así como el momento exacto en que una vida se enciende.Para Cristina Banegas, actuar no es una profesión, es un modo de existir.
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