En una entrevista exclusiva en +CARAS con Héctor Maugeri, Olga Garaventa abrió su corazón y recordó con emoción cómo nació su historia de amor con Sandro. La mujer que acompañó a Roberto Sánchez hasta el final de sus días reveló que, lejos de lo que muchos imaginan, lo que conquistó al Gitano fue la naturalidad y el desinterés con el que ella lo trató desde el primer día.
El desinterés que conquistó al Gitano: cómo nació la atracción
La historia comenzó en los años noventa, cuando Olga, tras separarse de su primera pareja y con dos hijos adolescentes, comenzó a trabajar junto a Aldo Aresi, representante de Sandro. Su tarea era ocuparse del mantenimiento de El Castillo, las oficinas del ídolo en el barrio de Boedo. Fue allí, en 1994, donde lo cruzó por primera vez. “Él cada dos o tres años venía al Castillo, pero yo, cuando sabía que iba a aparecer, llegaba antes, hacía mi trabajo y me iba. Jamás me quedaba esperando”, recordó.

Acto seguido, agregó: “Yo pienso que esa indiferencia, ese desinterés, fue lo que lo atrajo. Estaba acostumbrado a que lo esten adulando y agasajando permanentemente y yo era todo lo contrario”.
Las llamadas telefónicas eternas que dieron comienzo a una historia de amor única
Pasaron casi diez años sin que nada ocurriera, hasta que en 2004 todo cambió. Sandro se preparaba para lo que sería su último gran show en Rosario y, al saludarlo con un beso en la mejilla, Olga notó algo distinto en su mirada. Poco después, sonó el teléfono y quedó sorprendida con el mensaje que escuchó: “Tengo un beso encadenado entre tus labios y la llave de ese beso la tenés vos”. Al principio creyó que era un error y pensó: “Se equivocó, seguro quería decírselo a otra mujer”. Sin embargo, a los pocos minutos él volvió a llamarla y fue directo: “Esto es para vos”.
A partir de allí, la relación tomó un camino inesperado. Durante meses casi no se vieron, pero mantenían largas conversaciones telefónicas que se extendían por horas. “Hablábamos hasta seis horas seguidas. Creo que a través de esas charlas él me fue conociendo en profundidad. Me hacía preguntas y yo respondía naturalmente”, relató.
El casamiento de Sandro y Olga Garaventa
El 23 de diciembre de 2004 llegó el primer beso. A fines de enero de 2005, Sandro fue categórico: “El 31 de enero es tu último día en el Castillo, y el 2 de febrero venís a mi casa como mi mujer”. Así, lo que parecía un romance imposible terminó convirtiéndose en una historia de amor única. “Yo sentía que era un cuento de hadas, algo que no podía creer ni imaginar”, contó emocionada.

La pareja vivió esos años con intensidad y complicidad. Finalmente, el 13 de abril de 2007, Olga y Sandro se casaron en la mítica casona de Banfield. Fue el primer y único matrimonio del cantante, un acontecimiento íntimo pero cargado de simbolismo: allí, en la casa que “las nenas” habían convertido en un mito, Roberto Sánchez decidió dar el “sí” por primera y única vez en su vida.
Olga Garaventa fue la última mujer de Sandro y la única que dio el sí ante un juez y ante un cura. Fue quien lo cuidó en la enfermedad, quien compartió sus alegrías, sus excentricidades y sus dolores más íntimos. Y, sobre todo, fue la protagonista de una historia de amor real que superó cualquier ficción. Su testimonio en +CARAS con Héctor Maugeri, en el marco del 80º aniversario del nacimiento del Gitano, mantiene vivo el recuerdo del hombre detrás del mito y revela que, para él, el verdadero amor llegó de la manera más inesperada: con la sencillez y la autenticidad de Olga.
MDP

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