En un programa especial de +CARAS, Héctor Maugeri se sentó junto a Marilina Ross para rendir homenaje a una de las películas más emblemáticas del cine argentino: La Raulito. A medio siglo de su estreno, la historia de esa mujer que desafiaba las reglas del sistema, de género y de la sociedad, sigue conmoviendo como el primer día.
Estrenada el 10 de julio de 1975 y dirigida por Lautaro Murúa, la película nació en un contexto de violencia y persecución política, con la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A) sembrando el terror. En ese escenario, Marilina Ross se puso en la piel de María Esther Duffau, más conocida como “La Raulito”: una figura adelantada a su tiempo, queer mucho antes de que existiera ese término en la cultura popular y fanática incondicional de Boca Juniors.

La verdadera Raulito había adoptado una identidad masculina para sobrevivir. Su vida estuvo atravesada por la pasión por el fútbol, la libertad irrestricta de sus actos y una lucha diaria contra la marginación, entre internaciones en reformatorios, hospitales psiquiátricos, cárceles y una cadena interminable de procesos judiciales. Ross recordó que detrás de esa dureza había un deseo simple y doloroso: “Cuando le preguntaron qué necesitaba con el dinero que se había recaudado por la película, contestó: ‘Denme lo que quieran porque lo que yo necesito no me lo pueden dar: una familia’”.
Marilina Ross y el adiós de La Raulito en la Bombonera
María Esther Duffau nació en 1933. Su madre murió en el parto y su padre la abandonó a los seis años. Desde entonces, su vida fue un peregrinar por instituciones y calles, siempre refugiada en el fútbol. Su gran sueño era ser jugadora, y se pasaba horas en los potreros, corriendo detrás de una pelota con otros chicos de la calle.

Gracias al éxito de la película, La Raulito se convirtió en un símbolo del mundo boquense. En los 60, el club llegó a asignarle un auto para llevarla a la cancha; los hinchas le pedían autógrafos y compartía asados con jugadores y dirigentes. Fue un fenómeno único en una época donde las mujeres solo podían ingresar a un palco específico y apartado del resto.

El 30 de abril de 2008 falleció en el Hospital Argerich, a los 74 años. Su despedida estuvo a la altura de su mito: fue velada en la mismísima Bombonera. Ese día, Marilina Ross fue de las primeras en llegar y no dudó en intervenir: “Cuando la vi en el cajón, llena de puntillas blancas, dije: ‘Esta no es la Raulito’. Pregunté si tenían una camiseta de Boca. Fueron a buscar una y se la pusieron. Así se fue, con la camiseta de Boca”.
MDP

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