En una charla íntima y cargada de honestidad emocional, Pablo Rago revisó uno de los capítulos más sensibles de su historia personal. Lo hizo durante una entrevista en Otro día perdido, el programa de Mario Pergolini, donde reconstruyó sin adornos su casamiento impulsivo a los 21 años, la separación que llegó apenas un año y medio después y las lecciones que aún hoy lo acompañan.
Rago recordó que se casó tres días después de cumplir 21, apurado por un conflicto profundo con sus padres y con la necesidad urgente de marcar una independencia. “Esperé a ser mayor de edad porque mis viejos no me iban a autorizar”, explicó. Con el paso del tiempo, reconoce que la decisión fue apurada: “Fue un manotazo de ahogado”, admitió.
El primer matrimonio según Pablo Rago
La convivencia duró poco: un año y medio. Pergolini quiso saber cómo había procesado aquella separación temprana y qué lo impulsó a tomar distancia tan rápido. La respuesta del actor fue directa, sincera y sin dramatismo: “Me separé porque me enamoré de otra mujer”. No hubo excusas ni intentos de suavizarlo. “Fue imposible hacerme el boludo con lo que me estaba pasando”, explicó.
Ese giro inesperado lo obligó a enfrentarse a su propia emocionalidad, a revisar su manera de vincularse y a entender que no siempre las decisiones tempranas nacen del mejor lugar. Tras esa experiencia, Rago no volvió a casarse. Prefirió relaciones más meditadas: estuvo ocho años con la mamá de Vito, su hijo, y hoy lleva casi una década en pareja con su actual compañera, una historia que describe como “estable y madura”.
La mirada actual de Pablo Rago sobre el amor
Ya con otra forma de ver el mundo afectivo, el entrevistado compartió una reflexión que lo marcó recientemente: el concepto de la “pareja empresa”. No habla de dinero, aclara, sino de balances: convivencia, compañerismo, modos de comunicarse, tiempos, acuerdos. “Si dan bien los balances, la pareja funciona”, señaló, convencido de que la estabilidad no depende solo del enamoramiento inicial, sino de un trabajo conjunto donde ambos sumen de manera pareja.
De manera frontal y sin filtros, Pablo Rago volvió a demostrar que hablar del pasado sin culpa es una forma de entender mejor el presente. Y que incluso las decisiones más impulsivas pueden convertirse, con el tiempo, en aprendizajes valiosos.
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