Felipe Cúneo Libarona, el hijo del ministro de Justicia de la Nación, Mariano Cúneo Libarona (62), rompió con el mandato familiar de generaciones de abogados para dedicarse a la gastronomía con la misma pasión con la que su padre se dedica a las leyes.
"Trabajo en la asesoría de un hotel, hago eventos y doy clases privadas. Desde hace cuatro años brindo servicios a una empresa y como está en la costa atlántica, cocino al aire libre frente a los acantilados de Mar del Plata", contó Felipe a CARAS.
La historia de Felipe: de estudiar leyes y sufrir insomnio, a decidirse por la gastronomía.
Cuando terminó el secundario, el hijo del ministro de Justicia cumplió con lo esperado y se anotó en la carrera de Derecho. El paso siguiente fue trabajar en el Poder Judicial donde estuvo por dos años. Sin embargo, no era feliz y por las noches no podía conciliar el sueño y sentía que su vida así, como la estaba llevando, no tenía sentido. Tras una crisis, se animó y tomó la decisión que haría tambalear a su familia: cambió los Códigos por las ollas.
Cuál fue la reacción de su familia al comunicarle que cambiaría de rumbo
"Mi papá fue políticamente correcto, pero en el fondo para él fue un dolor tremendo. Esperaba otra cosa de mí, sin embargo, fue respetuoso y me alentó a que siga mi camino. Mi mamá tardó bastante hasta que me avaló. Quien se puso muy mal y no lo disimuló, fue mi abuelo (Mariano Cúneo Libarona). Su actitud fue despectiva y con él me sentí amenazado y ninguneado. Lo primero que me dijo fue si iba a hacer bife de chorizos y papas fritas. No sé cómo hice, pero le contesté que iba a hacer el mejor bife posible. La decisión estaba tomada. Había llegado el momento de escribir mi propia página. Con el tiempo se quedaron tranquilos al verme brillar en lo mío
—¿Qué aspira para su vida y su profesión?
—Quiero seguir formándome como artista en los fuegos, porque yo soy un artista. Si bien la gastronomía es un oficio y es el primer trabajo de la humanidad, pasó de ser una necesidad a ser un arte.