viernes 13 de diciembre del 2024
ESPECTáCULOS 24-06-2019 18:59

Vicky Xipolitakis confesó que no saca a su hijo a la calle en Buenos Aires

La diosa griega admitió que en Nueva York se siente más segura para pasear con Salvador Uriel.

Vicky Xipolitakis en New York
Vicky Xipolitakis en New York | Caras

Camina las calles de Nueva York como una americana más. Ningún paisaje ya le es ajeno en su cotidiana vida. Ya no se siente una extranjera recorriendo los típicos lugares de la city más cosmopolita del mundo, aunque no puede negar que “extraña horrores” su país, su familia y sus costumbres. Pero ahora ya no tiene que recorrerlas sola. Empuja el cochecito desde el que con una gran sonrisa la acompaña su inseparable Salvador Uriel, que acaba de celebrar sus 6 meses de vida y pisar por primera vez esa ciudad. Para Vicky Xipolitakis (33) las prioridades cambiaron. El 12 de diciembre del 2018 comprendió que ya nunca más se sentiría sola y que su existencia tenía una razón de ser y un motivo para que sus costumbres sufrieran una total transformación. Hoy dice que sólo celebra la vida cada día y que su “Cachorrito” —como llama cariñosamente a su hijo— es su gran y único amor que, además le enseñó que “Volver al pasado atrasa y me hace perder cosas importantes del presente”. Después del nacimiento del hijo que tuvo con Javier Naselli (55) empezó su metamorfosis. Y el largo camino que tiene por delante la encuentra dividiendo su vida entre su país y los Estados Unidos donde trabaja su marido.

   —¿Cómo es hoy su vida que volvió a dividirse entre Buenos Aires y Nueva York?

    —¡Me siento muy feliz porque Salvador pudo conocer la calle! En la Argentina me da miedo sacarlo. Primero, por la inseguridad, y segundo, porque sola no puedo ir a muchos lados con un bebé. Porque Salvador es frágil como un cristal y así lo cuido. Es muy chiquito aún y es frágil y sé que es la mamá la que lo tiene que proteger siempre con amor y felicidad. En Nueva York hacemos vida de nene y mamá normales. En Buenos Aires, en cambio, no puedo salir sola con él en brazos y, además, con la inseguridad me da mucho miedo. Yo soy la responsable de protegerlo y criarlo con amor y felicidad. Por suerte, mi casa porteña es muy grande, así es que paseamos por todos los ambientes. En Buenos Aires sólo me manejo en auto para ir a cada lugar que necesito. ¡Y en Nueva York somos libres! Así nos sentimos y tomamos oxígeno... Paseamos todos los días por el barrio de Tribeca, donde vivimos, por la 5ta. Avenida, el Central Park o por la zona de Time Square. También fuimos al Puente de Brooklyn. Salvador conoció toda la ciudad y fueron sus primeras salidas. ¡Tuvimos que hacer un viaje de diez horas para que conozca la calle! Ibamos con carrito, mochila, de todo.... Aún hace un poco de frío acá pero fui muy preparada con su ropita de invierno, paraguas para lluvia… Cochecito con aire caliente interno y frío para el calor. Y también, por primera vez,  fuimos a la calesita. Salvador es mi gran compañero; sin dudas es mi otra mitad. Somos muy cómplices; escucha mis carcajadas y se ríe a los gritos. Sin dudas, con él conocí el amor verdadero, real y el más puro. 

   —¿Superó sus temores de mamá primeriza?

   —¡Ser mamá es lo más lindo de la vida! Desde que nació Salvador mi vida pasó a un segundo plano para vivir la suya. Pero no lo siento como algo feo, sino como algo hermoso. Yo le prometí a mi hijo que siempre lo iba a hacer feliz. Y así será. Lo traje a este mundo para hacerlo feliz. Sé que es un nene muy malcriado pero, para mí, eso también es amor... ¡Hoy me desvivo por este bebé; es mi debilidad! Viajar a los Estados Unidos con él me dio un poquito de miedo, por el tema del avión y cómo se iba a sentir en nuestra casa de aquí, ya que nunca había salido del departamento de Buenos Aires. Y fueron muchos cambios de golpe. Pero, la verdad, todo salió once puntos. Con Salvador me siento muy segura en todo porque es el bebé que recibe más cuidados del mundo. ¡Yo estoy en todos los detalles! Sé que soy una mamá muy intensa pero lo estoy criando y es mi responsabilidad. Prefiero tener mil cuidados a no tenerlos ya que me dicen que los accidentes  más frecuentes son los más tontos. En general, no soy de tener miedos pero sí soy una mamá sobreprotectora. Cuido a mi pollito de todo y soy una obsesiva de que no le falta nada. Siento que lo protejo también con mi amor y mi alegría. Sólo con amor también se puede criar a un bebé. Sino juro que no se puede hacer nada, ya que es hermoso tener un hijo pero hiper demandante, porque cuando no me ve ya grita. Conmigo tiene todo lo que necesita en la vida.

   —¿Salvador, que cumplió los 6 meses, le cambió la vida?

   —Sí; totalmente. Y esta experiencia de viajar los dos solitos fue hermosa. Nos hizo muy bien a los dos sentirnos libres. Fue maravilloso pasear por la calle y hacer un montón de cosas juntos que jamás habíamos hecho. Compartir todo con él, a pesar de que es muy chiquito aún y se cansaba enseguida y tenía que hacer su siestita. Siento que para los dos fue muy positiva la experiencia. Porque nos conectamos muchísimo más. Y hoy no nos podemos separar ni un segundo. Si lo hacemos, llora para que lo agarre y a mí se me desarma el corazón... Aún no cortamos el cordón umbilical. 

   —¿Se siente mejor mujer desde que es mamá?

   —¡No lo sé! Siento que estos 6 meses se pasaron volando. ¡Si hasta ya hizo su primera comida: manzana rallada y banana pisada! Y fue una gran fiesta de carcajadas. Yo estoy en cada detalle y en Nueva York puedo comprarle cosas increíbles para su bienestar y súper originales. ¡Salvador me cambió la vida! Gracias a él conocí el amor puro y verdadero. Es un pedacito de mí.  Con él tengo una unión y una conexión increíble. Es mi gran compañero. ¡Es tan chiquito y maneja tanto mi vida! Con mi hijo volví a sentir los cosquilleos en el estómago que produce el amor. Con él me siento plena. Es mi gran obra de arte. Una bendición hermosa que me dio Dios. ¡Es el hijo que siempre soñé! Es el nene que de chica dibujaba en todos mis cuadernos. Es el que siempre pinté y quien el 12/12 tomó vida. Era mi deseo de todos los cumpleaños. ¡Dios me escuchó una vez más y soy una mujer muy agradecida! La vida me dio mucho y por eso me encanta dar. Porque siempre que lo hago me viene el triple. Todo en la vida vuelve.

   —¿Metió mucho la pata en este aprendizaje de madre?

   —¡Aunque no lo puedan creer, nada!  Sí, increíble en mí porque vivo metiendo la pata en la vida. Pero cuando quedé embarazada estudié mucho. Leí un montón de libros por primera vez en mi vida, vi videos y me metí en todos los sitios de internet que encontré con datos sobre embarazos y bebés… Y cuando nació Salvador puse todo lo que había aprendido en práctica. Más el corazón que tiene el instinto materno. Es increíble pero nadie te enseña algunas cosas y pasás a cuidar cada detalle para no meter la pata en nada. ¡Increíblemente soy una madraza! ¡Hasta yo me sorprendo de la mamá en la que me convertí! Vivo para Salvador segundo a segundo. Para que sea feliz y no le falte nada. Es mi cachorrito y yo soy su mamá sobreprotectora.

   —¿La mujer quedó en segundo plano desde que llegó Salvador?

   —Nunca me descuidé porque, desde chiquita, soy muy coqueta y muy mujer. Pero la prioridad hoy es mi bebé y, recién cuando él se duerme, comienzo a ocuparme de mí.  

“Mi hijo le dio sentido a mi vida que hasta ese momento no la tenía. Ojalá saque mi carisma. Y lo más lindo que le enseñé es a sonreír…”

   —¿De qué siente que la salvó su hijo (por el nombre que le puso)?

   —De todo. Le dio sentido a mi vida que, quizás, hasta ese momento no la tenía. Mi hijo es una extensión mía. También le dio continuidad a mi vida. Y ojalá saque mi carisma. Lo más lindo que le enseñé hasta el día de hoy es a sonreír. Ojalá sea un nene feliz porque yo estoy trabajando para eso. Me siento una gran mamá. Y estoy enamorada de él porque me enseñó lo que es amar. Cada mirada con sus ojos nobles y su gran sonrisa, me hacen volar. 

   —¿Lo va a bautizar según la fe cristiana? ¿Dónde?

   —¡Si, claro que lo voy a bautizar! Porque creo en Dios. Pero todavía estoy definiendo ese tema. Cuándo y dónde, depende mucho de los padrinos. 

   —¿En su debut como madre se sintió frustrada, lloró o se arrepintió de algo?

   —Los primeros días como mamá fueron muy duros porque estuve sola y muy dolorida. Pero la fuerza que tiene una madre es increíble. ¡No sé aún de dónde viene! Creo que el amor me hizo hacer todo y también aprendí que el tiempo acomoda las cosas. ¡Es hermoso ser mamá pero hay que estar muy bien organizada porque es un cambio muy grande!

   —¿La llegada de Salvador cambió su relación con Javier?

    —Con Javier tengo la misma relación desde el día en el que lo conocí… Pero somos muy diferentes. Está en mi corazón porque es el papá de mi hijo. El va y viene por trabajo y para ver a su hijo. O ahora viajamos nosotros. Nos dividimos entre Buenos Aires y Nueva York. Yo aposté mucho a la pareja por mi hijo que creí que nos necesitaba juntos. Pero ya no lo sé. El día de mañana veremos qué pasa.

   —¿Es una mujer económicamente independiente?

   —Yo soy una mujer muy independiente pero dependo de todo también. (Risas). Suena contradictorio pero es algo así.

   —¿Sigue siendo una “chica rebelde y caprichosa”?

   —Esa chica se convirtió en mujer. Aunque nunca perdí la frescura ni la alegría ni siquiera el carisma. Todo eso lo sigo llevando adentro. Igual, no me gusta volver al pasado porque eso atrasa. Soy muy inmadura para la vida pero re madura como mamá.

   —¿Dónde guardó la sexualidad y la sensualidad que siempre la distinguieron?

   —La sensualidad no está guardada; camina a mi lado. No guardé nada de mi personalidad y forma de ser por haberme convertido en madre. Es al revés, ser mamá me hizo más mujer.

   —¿Un deseo para el futuro?

   —Mi gran deseo es hacer feliz a mi hijo y dedico cada día de mi vida a eso. Porque siento que mi felicidad hoy está entre mis brazos y se llama Salvador.

 

 

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