Tiene 59 años, un rostro joven y angelical que junto a su poderosa voz todo lo pueden. Sin embargo, la mayor riqueza de Sandra Mihanovich no está ahí, sino en su humildad y agradecimiento permanente. Aquello que hoy la llevan a celebrar 40 años de música junto a artistas de nivel internacional el 14 y 15 de octubre en el Teatro Ópera.
Hija de la roconocida periodista Mónica Cahen D’Anvers, su presente está lleno de felicidad. Lleva grabados 20 discos que fueron éxitos y está en pareja desde hace ocho años con Marita Novaro, con quien contrajo matrimonio a principio de año y comparte sus días en su casa del exclusivo barrio Santa Rita, en San Isidro. Allí vive también con los hijos de su pareja, Sonsoles, a quien donó un riñón en 2012, y León. Tiene una vida plena, nada ambiciosa y llena de afecto. Lejos de ser una diva, casi siempre está a cara lavada, con el pelo atado disfruta de hacer las compras para su hogar, de organizar planes con sus amigos y de cocinar un buena comida para compañarla con un vino exquisito. Ese combo la enamora.
Su trayectoria es intensa. A los 4 años ya cantaba acompañada en el piano con su tía Sonia, soñaba con cantar sobre un escenario y lo logró. Transmitía algo especial con su vos y su estilo intacto. Su primera presentación musical fue un 20 de mayo de 1976, en un lugar llamado “La Ciudad”, ubicado sobre la calle Talcahuano. “Recuerdo perfecto aquella noche. Era un día muy especial. La primera vez que estaba parada en un escenario, con micrófono en mano, acompañada de seis músicos. Estaba aterrada pero feliz”, rememora con añoranza y agrega: “Mi mamá me había ayudado a arreglarme. Me acuerdo que tenía puesto un vestido largo con estampado liberty, como de flores chiquitas. Siempre parecí más chica de lo que era, tenía 19 pero parecía de 15”.
Y estaba en lo cierto. Es una mujer que deslumbra por su eterna juventud: ojos perlados, pelo castaño ondulado y una sonrisa cándida lo iluminan todo a su alrededor. A pesar de poseer un apellido ilustre es sencilla y lo reafirma cuando describe su desinterés por la moda, aunque se preocupe por realizar pilates, tenis y golf como parte de su rutina saludable.
“Cuando era chica era muy tímida, introvertida. Cantar era una manera de integrarme, de comunicarme. Hacer música me resultaba más fácil que hablar”, comenta Sandra, quien considera que su música también fue una forma de alzar la voz en los años ‘80 y ‘90, tiempos en los que era muy difícil hablar de homosexualidad. Por aquel entonces, lanzó dos discos revolucionarios que grabó a dúo con su ex pareja, la cantante Celeste Carballo:“Mujer Contra Mujer” y “Somos Mucho Más Que Dos”.
“Hable a través de mis canciones. Nunca hice una referencia concreta, nunca usé las palabras, era una época en la que no se hablaba de ese tema. Pero evidentemente con mi elección de vida, con la elección de las canciones, estaba dando a entender mi homoxesualidad y un montón de cosas. Yo nunca quise escandalizar, no era mi look, mi forma. Pero evidentemente fue valioso”, afirma la cantante, al mismo tiempo que sostiene: “Nunca me sentí una transgresora ni una persona que levantaba banderas. Siempre lo que hice fue hacer lo que sentía. Fui natural, auténtica y la consecuencia de eso fue una gratificación infinita”.
Uno de los grandes momentos de su carrera fue haber elegido interpretar en castellano la canción “Soy lo que soy”, de Gloria Gaynor, un himno icónico y extraordinario que la alzó como una de las principales referentes gay en Argentina sin que siquiera ella pudiera imaginarlo. “En mi carrera me fui encontrando con distintos autores que elegí cantar a lo largo de mi vida y me permitieron definir mi identidad como intérprete”, asegura Sandra, sin poder dejar de mencionar a sus amigos y colegas Alejandro Lerner, Marilina Ross y Horacio Fontova, entre otros “Es realmente un enriquecimiento, una felicidad haberlos conocido. Haberme cruzado con todos ellos fue lo mejor de mi carrera y lo agradezco hasta el día de hoy”.
Sandra también agradece de forma permanente el apoyo que tuvo siempre de su familia. “Viví con mucha naturalidad el tema de mi sexualidad. Siempre tuve muy cerca a mi vieja. Con ella pude hablar todo y siempre tuvimos una relación muy abierta, muy libre. Siempre supo todo de mí. Nunca lo viví como un conflicto”, comenta orgullosa de su madre Mónica, quien también le regaló a su hermano, Iván, (“Vane”) con quien mantiene una relación fantástica: “Somos muy pegados, muy compinches. Casi todos mis 40 años de música los trabajamos juntos y me dio una sobrina genial y talentosa”.
La familia que ella misma formó también la enorgullece. “Pensé en la idea de tener hijos a lo largo de mi vida. En 1991 tuve una operación en la que me sacaron el útero, tenía 34 y a partir de ese momento supe que, si los iba a tener, no sería en mi panza. Y la vida me fue llevando por un camino en el que me enamoré de una persona que ya tenía 4 hijos y 4 nietos y ahora ya estoy completa”, afirma con felicidad, al mismo tiempo que reconoce que el trasplante los unió mucho como familia:“Fue un milagro del cual participé e indudablemente estrechó el vinculo familiar de una forma casi loca. ¿Sueños por cumplir? ¡Grabar 20 discos más!”, comenta entre risas cuando surge la pregunta de su porvenir, aunque luego lo reafirma con seguridad: “Lo único que deseo es seguir cantando. Siempre hay canciones nuevas que quiero interpretar, escenarios nuevos que quiero pisar”. Es que Sandra Mihanovich sabía desde muy chica qué era lo que quería, apostó todo a eso y hoy su presente le demuestra que no se equivocó. Es una mujer llena de proyectos, con dos funciones en el Teatro Ópera en octubre, una gira planeada por el país a fin de año, su programa de radio que va todos los sábados de 19 a 21 horas por Radio Nacional y la reedición de sus discos icónicos que ya están disponibles para descargar. “Estoy contenta como perro con dos colas”, concluye, como siempre, con mucha alegría.
por Belén López Peiró
Fotos: Alejandra López y Album Personal Sandra Mihanovich.