Máxima y Guillermo se casaron el 2 de febrero de 2002 en la majestuosa catedral Nieuwe Kerk de Ámsterdam, en medio de una alegría nacional. Las banderas naranjas flameaban en las calles, los canales estaban llenos de flores y todo el país celebraba la llegada de la princesa argentina al trono holandés. Pero, detrás del esplendor y de la emoción, hubo un dolor silencioso que aún hoy se recuerda: la ausencia del padre de la novia, Jorge Zorreguieta.
La ausencia que no se olvida de la boda de Máxima y Guillermo
Por decisión del Parlamento de los Países Bajos, Zorreguieta no pudo asistir a la boda de su hija. El debate político fue intenso: los legisladores consideraron que, por haber sido funcionario durante la última dictadura militar argentina, tenía “responsabilidad moral” en los delitos cometidos por el régimen. Aunque en Argentina nunca se comprobó judicialmente su participación en hechos de violaciones a los derechos humanos, el gobierno neerlandés fue inflexible. En solidaridad con su esposo, María del Carmen Cerruti, madre de Máxima, tampoco viajó a Holanda.
Así, mientras más de mil invitados presenciaban la ceremonia y unos 900 millones de personas la seguían por televisión, los padres de la princesa miraban desde Londres cómo su hija se convertía en miembro de la realeza. A falta de su padre, Máxima llegó al altar tomada del brazo de Guillermo, cumpliendo la tradición holandesa que indica que los novios ingresen juntos. Eligió como padrino a uno de sus hermanos.
Durante el servicio religioso, el reverendo recordó: “Sin sus padres, Máxima no hubiera podido ser lo que es hoy”. Pero el momento más emotivo llegó cuando el bandoneonista Carel Kraayenhof interpretó Adiós Nonino, de Astor Piazzolla. La princesa había pedido ese tango en homenaje a su padre ausente, y no pudo contener las lágrimas. Esa escena —que emocionó a los holandeses y despertó su amor por la música argentina— selló para siempre el vínculo de Máxima con su nueva tierra.
Años después, las distancias comenzaron a cerrarse. En 2005, Jorge Zorreguieta fue autorizado a asistir al bautismo de su nieta Alexia, la segunda hija de los reyes, en una ceremonia íntima en Wassenaar. Sin embargo, no estuvo presente en 2013 cuando Beatriz abdicó y Guillermo fue coronado rey.
Pese a las ausencias, el lazo entre padre e hija se mantuvo fuerte. En 2016, Máxima Zorreguieta lo acompañó en una disertación en la Universidad Católica Argentina. Un año después, el 7 de agosto de 2017, el hombre falleció a los 89 años. Máxima viajó especialmente a Buenos Aires para despedirse. Veinte años después de aquella boda que la unió al futuro rey, el recuerdo de su padre sigue siendo la herida más íntima de su historia personal.
F.A
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