Carolina de Mónaco, uno de los miembros más discretos y longevos de la familia real monegasca, se mantiene alejada del bullicio mediático que siempre rodea a la Casa Real. A lo largo de los años, la hija de Rainiero III y Grace Kelly fue un pilar fundamental de la monarquía, pero su carácter reservado la llevó a buscar un refugio alejado de la atención pública. Ese lugar no es otro que la lujosa mansión Le Clos-Saint Pierre, ubicada en el exclusivo Mónaco Ville, un lugar en el que la princesa ha encontrado la paz y la privacidad que tanto anhelaba.
La villa, que fue un regalo de su padre, Rainiero III, en 1978, tiene una gran carga simbólica para Carolina. Además de su evidente valor sentimental, la residencia es un claro reflejo del estilo y la elegancia que caracterizan a la familia Grimaldi. Le Clos-Saint Pierre, construida siguiendo el diseño clásico de la Belle Époque, se distingue por su fachada de tono pastel, columnas de mármol, y detalles arquitectónicos que transmiten sofisticación.
Con ventanales de gran tamaño que permiten una iluminación natural impresionante, la residencia ofrece vistas espectaculares hacia la bahía de Mónaco y el majestuoso mar Mediterráneo. Esta ubicación privilegiada, en pleno corazón de Mónaco, no impide que la mansión goce de una tranquilidad que solo unos pocos afortunados pueden experimentar.
Uno de los aspectos más destacados de la mansión es su jardín, cuidadosamente adornado con una variedad de flores que incluyen geranios, rosas, magnolias y buganvillas. Este espacio privado, alejado de miradas curiosas gracias a un muro exterior que lo resguarda, es el lugar perfecto para la princesa para desconectar y disfrutar de la belleza de la naturaleza. En el centro del lugar se encuentra una piscina privada, un espacio ideal para relajarse durante los calurosos días de verano en Mónaco.
Los detalles que no pasan desapercibidos de la lujosa casa de Carolina De Mónaco
El interior de la mansión es igualmente impresionante, aunque muy reservado. La princesa decoró cada rincón de Le Clos-Saint Pierre con un gusto impecable, combinando muebles clásicos con toques modernos que aportan una atmósfera sofisticada. La mansión cuenta con seis amplias habitaciones, tres salones y varias salas de estar, todas diseñadas para ofrecer máxima comodidad. Sin embargo, es la biblioteca la que se lleva las palmas. Con una selección de los libros más importantes de la literatura mundial, este espacio refleja la pasión de Carolina por la lectura.
Le Clos-Saint Pierre no solo es un hogar para Carolina de Mónaco. También fue el escenario de momentos cruciales de su vida familiar. Fue en esta residencia donde la princesa compartió su historia de amor con Stefano Casiraghi, y donde crió a sus tres hijos: Andrea, Carlota y Pierre Casiraghi.
VO