Josephine de Bélgica, hija de la princesa Delphine y James O’Hare, se convirtió en una de las jóvenes figuras más singulares y llamativas de la realeza europea. Reconocida oficialmente como princesa tras la batalla judicial que enfrentó durante años a su madre con el rey Alberto II, Josephine empieza a trazar un camino propio caracterizado por sus intereses artísticos, su costado solidario y una personalidad que rompe con lo esperado para una heredera de sangre real.

Así es Josephine de Bélgica: la princesa diferente
La adolescente, que en octubre cumplirá 22 años, sorprendió al donar su larga melena a la asociación Think Pink, dedicada a la lucha contra el cáncer de mama. Fue un gesto cargado de simbolismo que su madre celebró públicamente en redes sociales y que la acerca a su tía, la reina Matilde de Bélgica, muy comprometida también con esta causa. Según Delphine, la iniciativa de su hija no surgió de un impulso, sino que Josephine llevaba cinco años esperando el momento adecuado para concretar esta donación, lo que muestra un compromiso temprano con causas sociales que hoy marcan la agenda de todas las casas reales.
Más allá de este costado filantrópico, Josephine cultiva inquietudes propias que la alejan del protocolo y la acercan a una vida cultural vibrante. Acompaña a su madre a galerías y ferias de arte, y comparte en su cuenta personal de VSCO imágenes de sus viajes y experiencias. Entre sus publicaciones aparecen postales de Portofino, Nueva York y, sobre todo, de China, donde el verano pasado participó en un programa de voluntariado que la marcó profundamente. Allí, además de colaborar en distintas iniciativas, retrató con su cámara momentos cotidianos, reforzando una de sus pasiones más claras: la fotografía.

Todavía no trascendió si ella o su hermano Oscar lograron tener un encuentro con otros miembros de la familia real belga, aunque Delphine contó en su primera aparición pública como princesa que sus hijos intentaron comunicarse varias veces con el rey Alberto II, sin obtener respuesta. “No quiero que se lleven una decepción”, explicó entonces.
Lejos de los formalismos, Josephine de Bélgica se perfila como una joven curiosa, empática y con intereses globales, capaz de moverse entre exposiciones de arte, viajes con amigos y proyectos solidarios. Una princesa diferente, que empieza a escribir su propia historia en la realeza belga.
F.A

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