Carolina de Mónaco es sinónimo de sofisticación. Desde joven, la primogénita de los príncipes Raniero III y Grace Kelly encarnó el equilibrio entre la distinción de la realeza europea y el glamour heredado de Hollywood. Su estilo, siempre sobrio y refinado, encuentra su mejor reflejo en las joyas que atesora: piezas que pertenecieron a su madre y que hoy son emblemas del linaje Grimaldi.
Las valiosas joyas que heredó Carolina de Mónaco de Grace Kelly
Entre ellas, el collar de perlas de Van Cleef & Arpels es uno de los más representativos. Con tres hilos intercalados por delicados broches de diamantes, fue un regalo de Raniero a Grace y se convirtió en un clásico de su imagen pública. Carolina lo conserva y es un símbolo del amor y la elegancia de su madre, quien solía decir que las perlas eran su elección tanto en la pantalla como en la vida cotidiana.
También destaca un imponente collar de diamantes firmado por Cartier, otra de las joyas que formaban parte del tesoro personal de Grace Kelly. Fue un obsequio del Consejo Nacional de Mónaco cuando se comprometió con el príncipe Raniero, en 1956. Compuesto por tres hilos de diamantes en distintas tallas, representa la opulencia de una época y la gratitud de todo un principado hacia su princesa. Hoy, esta pieza forma parte de la colección del Palacio del Príncipe y sigue siendo uno de los símbolos más valiosos de la familia.
Entre los tesoros más significativos está la legendaria tiara de Cartier, una obra maestra en oro y platino con arcos de diamantes y grandes perlas colgantes. Su historia se remonta a la boda del conde Pierre de Polignac con la princesa Carlota de Mónaco, abuelos de Carolina. Aquella tiara, de inspiración rusa y diseño tipo kokoshnik, se convirtió en una joya familiar que ha pasado de generación en generación como emblema.
Otro de los collares más preciados es una gargantilla de zafiros que perteneció a la madre de Raniero III. Con un zafiro central en talla cabujón rodeado de diamantes, la pieza irradia la majestuosidad de una joya digna de una princesa.
Desde la icónica tiara de Cartier hasta el brillante collar de zafiros, el joyero de Carolina de Mónaco, más alla de deslumbrar por su valor material, lo hace porque guarda el legado más íntimo de Grace Kelly.
F.A
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