A días de cumplir su sueño de ser mamá —la fecha de parto de su hija Matilda es el 15 de diciembre—, Luciana Salazar vive la previa con mucha ansiedad. El 28 de noviembre se instalará junto a sus padres, Liliana y Fernando, su tía, Evangelina Salazar, y su mejor amiga, Yamila, en un departamento que alquiló temporalmente para transitar las primeras semanas junto a su beba. Aunque reservó el regreso para el 16 de enero, dependerá del tiempo que demore la inscripción de su hija, que será ciudadana estadounidense, y del alta médica. Recién entonces, la modelo cumplirá el sueño de viajar a la Argentina en su ansiado rol de madre.
El proceso fue largo. Le tocó cargar una “cruz”, según sus propias palabras. En agosto de 2016, congeló óvulos en los Estados Unidos para conservar intacta la ilusión de procrear. El anuncio, que CARAS dio en exclusiva, sorprendió a muchos —hasta al propio Martín Redrado— y fue una decisión valiente de Salazar, consciente de que debería enfrentar una vez más el qué dirán.
Su convicción de subrogar un vientre en los Estados Unidos, que se concretó en marzo de este año, terminó por quebrar su relación con el ex presidente del Banco Central. Padre de dos hijos, Martina y Tomás, el empresario quiso tener un hijo con la modelo, y hasta trascendió que “Luli” habría perdido un embarazo suyo. Los desacuerdos de pareja y algunas presiones familiares que habría vivido el ex presidente del Banco Central, llevaron a Salazar a tomar la decisión de alquilar un vientre en los Estados Unidos. La concepción finalmente ocurrió en marzo, apenas tres meses antes de que se oficializara su separación de Redrado.
Como siempre, la polémica. ¿Estética, trombofilia o bajo peso? Versiones que corrieron al principio para explicar porqué no optó por un embarazo tradicional y a las que se refiere en esta entrevista exclusiva con CARAS.
Dispuesta a todo y más transgresora que nunca, “Luli” adaptó un formato Real Life al estilo de las hermanas Kardashian para exhibir en televisión su novedoso proceso de maternidad, sólo posible en el exterior. ¿Inspiración para otras mujeres o show mediático? Otra polémica abierta que enfrenta con desprejuicio.
—¿Cómo se prepara para recibir a Matilda?
—Voy a instalarme en Miami desde el 27 de noviembre hasta el 16 de enero, salvo que se extienda la estadía por trámites relacionados al registro de la beba o a su salud. Estoy a full, ansiosa, sin dormir, con muchas cosas a la vez. Tengo que organizar dos casas, tanto la de acá como la de Miami, donde voy a viajar con toda mi familia. Además de eso, tengo que ocuparme de tramitar los documentos de la beba en Estados Unidos y dejar todo listo acá para cuando vuelva.
—No es tan sencillo como se cree alquilar un vientre...
—El que piensa eso es porque no sabe todo lo que tuve que pasar en la previa. No puedo contar muchos detalles porque son cuestiones íntimas y las reservo para contárselas a mi hija. Lo que sí te puedo decir es que fue muy sufrido y nada fácil.
—¿Sufrido desde lo emocional?
—Pasé por situaciones difíciles e injustas también. Fue una decisión tomada no solamente por mí, sino ayudada por psicólogos.
—¿A qué se refiere con situaciones injustas?
—Me refiero a cosas de la vida, situaciones que uno no busca y suceden. A cada uno le toca una cruz con la que cargar, y la mía fue esa. Traté de superarlo y lograr ese deseo tan importante para mí, que es vox populi. Me mata la gente que habla o juzga sin saber lo que uno vive. Es fácil poner el dedito acusador y criticar, pero sólo yo sé lo que tuve que vivir para tomar esta decisión.
—¿Desde qué edad se imaginó madre?
—Cuando tuve mi primer novio, a los 15 años. Mi familia en general es numerosa. Nosotras somos cuatro mujeres y mis primos son seis hijos también, así que vengo de familias tradicionales y numerosas.
—Por su estilo de vida, siempre salió del molde...
—En ese sentido, terminé con la tradición, no porque haya querido, sino porque sucedió. Quizá yo hubiese buscando la forma trandicional de ser mamá, pero no tuve la oportunidad. Me tuve que adaptar a cómo la vida te presenta las diferentes situaciones.
—Más allá de la maternidad, su estilo de vida es bastante original...
—Mi familia directa es de bajo perfil, pero yo siempre estuve acostumbrada a los flashes desde chiquita por mis tíos y primos, mi familia de famosos. Le encontré el gustito porque lo viví con ellos.
—¿No siente que superó a la otra rama familiar en popularidad?
—No, mi tío (Ramón “Palito” Ortega) es el rey, es un ícono popular de todos los tiempos. Mis primos tienen un perfil un poco más bajo.
—¿Qué le dijo su tío sobre la llegada de Matilda?
—Mí tío me felicitó a través de mi tía, que es con quien hablo mucho. De vez en cuando charlamos y nos preguntamos por todo. Ella escucha mucho y también me aconseja. Nunca me criticó mal. Fue de las primeras que me llamó para felicitarme. Para mí es mi única tía mujer. Ella tiene otra visión y fue madre de muchos hijos, vive la fama, entonces hablar con ella es importante.
—¿Cómo entiende ella, generaciolmente hablando, el hecho de que haya alquilado un vientre para ser madre?
—Más allá de que es tradicional en su forma de vida, mi tía tiene la mente muy abierta. Mi mamá era muy conservadora en un momento y la crianza de sus propias hijas, de edades diferente, la obligó a aggiornarse. De mis hermanas, yo fui la que rompió el molde, porque mi hermana mayor es bien tradicional. Las otras fueron todavía más rebeldes. Mi mamá tiene cuatro hijas mujeres unidísimas entre sí, aunque sean totalmente diferentes. Somos intocables entre nosotras. Mi mamá y mi papá supieron forjar la unión familiar.
—¿En qué momento se produjo el quiebre que la llevó a optar por subrogar un vientre?
—En la tapa del año pasado de CARAS, donde conté que había congelado óvulos y sorprendí a muchos, tuve que salir a aclarar cómo era el tratamiento porque se estaban diciendo muchas cosas falsas. Lo expliqué y todavía no tenía pensada la subrogación. Unos meses después, en base a muchas situaciones que tuve que afrontar y vivir, tomé la decisión.
—¿Se refiere a conflictos de pareja con Martín Redrado?
—A cosas que me pasaron en la vida. Es un mezcla de todo y eso es lo que fue duro de sobrellevar. Lo bueno es que estuve contenida psicológicamente en ese momento para poder tomar esta decisión. No es que a mí se me ocurrió hacer esto, sino que fue evaluado por profesionales de la salud. El mismo médico que es el encargado de todo el tratamiento, te aconseja que tenés que estar psicológicamente tratada en ese interín.
—¿Le molestan las críticas?
—Fue mucha más la gente que me apoyó que la que no. Muchas mujeres famosas me escribieron diciéndome que la decisión que yo tomé les da fuerza para emprender el mismo camino. Muchos me preguntan por mi hija, así que no me molesta la crítica de unas pocas personas.
—¿Es cierto que no puede quedar embarazada por una trombofilia?
—Aclaré que no fue el único motivo, fue una sumatoria de cosas. Con la trombofilia podés quedar embarazada y, de hecho, podés llevar un embarazo siguiendo un tratamiento especial.
—¿Usted probó ese tratamiento?
—No, pero eso fue decidido en conjunto con el médico. Tampoco me voy a poner a dar detalles de mi historia clínica, pero no tomé esta decisión porque no pudiera gestar un bebé en mi cuerpo o porque tuviera bajo peso, otra cosa que se dijo que no es cierta. Hubo un montón de situaciones que enfrenté.
—¿Situaciones médicas?
—Médicas y emocionales. Era una suma de situaciones físicas y emocionales. Fue consensuado con especialistas, no sólo con el médico que se encarga del tratamiento de inseminación, sino también con psicólogos. No fue fácil tomar la decisión, me costó muchos llantos y noches sin dormir, mucho estrés, pero la gente no sabe esas cosas y yo no tengo porque estar contándolo. El que te juzga es porque tiene ganas de jorobarte.
—¿Cómo vivió el proceso de subrogar el vientre y, finalmente, la concepción de Matilda?
—No pude disfrutar porque tuve muchos inconvenientes. El día que yo vea a mi beba en brazos, no sé cómo voy a reaccionar porque me va a surgir una mezcla de emoción y angustia acumuladas —se quiebra—. En ese momento, me voy a dar cuenta que todo el sufrimiento que padecí por esto no fue en vano. Por eso cuando me preguntan si me imagino ese momento, no me lo quiero imaginar porque me agarran ganas de llorar, un retorcijón. En ese momento me voy a dar cuenta que todo lo que sufrí no fue en vano.
—Cuánto creció en este último año...
—¡Cuánto me tuve que bancar! No quiero victimizarme, pero desde que empecé en esto, nunca me metí en la vida de nadie, siempre traté de ser prolija, no entré en polémicas sino que me llegaron, traté de esquivarlas, nunca hablé mal de nadie. Siempre me machacaron y salí a flote sin dejar que las cosas me afecten. Y hoy estoy parada en esta situación aún sabiendo que me iban a llover críticas. Me curtí para que nada de esto me afecte y así alcanzar mi objetivo. No quise dejar de hacer algo tan importante pensando en el qué dirán. Obviamente me afecta más por lo que le afecta a mi familia que por lo que me afecta a mí. Siempre pienso en mi familia, soy sobreprotectora de la gente que quiero.
—¿Descarta quedar embarazada?
—No lo descarto para nada. Ojalá que Dios me dé la posibilidad de poder vivirlo, pero en este momento ya no voy a tener esa angustia por el paso del tiempo. Lo viviría más relajada; teniendo una hija y óvulos congelados es diferente. Siempre lo digo y lo aconsejo: es buenísimo congelar óvulos, porque a las mujeres a veces nos corre la edad, y eso es una forma de relajarte en algún punto. En mi caso fue tal el deseo de ser madre que no aguanté más. Era ver un bebé y ponerme a llorar y preguntarme por qué yo no puedo. Pasé una barrera. A las mujeres a veces nos nace ese sentimiento, y hay otras a las que no les nace y está todo bien. No por eso sos más o menos mujer.
—¿Cómo vive la previa del nacimiento teniendo en cuenta que falta menos de un mes para la llegada de Matilda?
—Tengo un derrame en el ojo de no dormir. Es mucha responsabilidad el hecho de saber que todo recae sobre vos. Es una mochila gigante que tengo encima. Si algo no me preocupa es el amor, porque sé que lo va a tener en demasía. De hecho, me asusta que me salga caprichosa, porque va a ser muy consentida. Me preocupa que sea feliz y pueda darle toda la educación. No me refiero sólo al colegio, sino a la educación de madre, a las cosas que están bien y a las que están mal, decir “gracias” y “por favor”, que es algo olvidado hoy. Eso es fundamental para mí y es lo que quiero que tenga de base.
—¿Siente la falta de una pareja que la acompañe en este momento tan trascendental?
—Obviamente que todo sería más fácil, más compartido o dividido teniendo un padre al lado. Pero cuántas mujeres quedan embarazadas, los hombres se les van y las dejan solas en peores situaciones, cuando tenían planeada una vida de a dos. En este caso, yo estoy enfocada en que tenía que ser así y traté de superarlo día a día y ser consciente que es una responsabilidad mía.
—¿Cómo vive el hecho de venir de una familia tradicional pero haber optado por un formato de familia diferente a lo establecido?
—Vengo de una familia tradicional pero tengo la mente muy abierta. Todo lo que el ser humano haga que no perjudique al otro está bien. No soy una chica que critica a los demás por lo que hacen o dejan de hacer; a veces uno hace lo que puede y no lo que quiere. En este país, somos pioneros, por ejemplo, en el matrimonio igualitario, pero de algún modo también somos basante conservadores. En Estados Unidos, situaciones como la mía son más comunes y nadie juzga al otro por eso. La subrogación está legislada y es más accesible. Los argentinos tenemos que abrirnos a estas nuevas formas de ser padres; queremos ser muy open-minded pero la sociedad no está tan madura aún.
—¿Cómo piensa explicarle a Matilda que fue concebida en un vientre que no es el suyo?
—Cuando fui a la psicóloga para decidir si tomaba la decisión, le pregunté cómo se lo explicaría el día de mañana a mi hija. Me respondió que los chicos hoy entienden mucho más que los grandes y son mucho más simples. Lo pude corroborar con mis sobrinos. A mi hermana le fue muy difícil explicárselo a sus hijos. A los más grandes les costaba más entenderlo, preguntaban cosas muy graciosas como si a mi me devolverían el óvulo o cosas por el estilo. Y las más chiquita, que tiene seis años, les dijo: ´Chicos, es simple, hay una señora que le está cuidando el bebé a Luli hasta que nazca´. Es tan chiquita y lo explicó tan simple, que eso te da la pauta cómo los chicos lo captan de otra forma más inocente.
—¿No la atemoriza esa situación?
—No, porque sé cómo la voy a educar a mi hija y lo que más quiero forjar es mi vínculo con ella. No quiero ser su amiga, soy la mamá, pero sí tener una relación de confianza.
—En el aspecto médico, ¿Quién es la madre biológica, usted o la mujer que subroga el vientre?
—La madre biológica soy yo. La subrogante no tiene nada que ver con mi bebé y de hecho está prohibido en Estados Unidos que así sea. No puede tener ningún gen y tampoco puede estar ligado a través de un familiar. Es mi hija biológica. En el caso de Marley (Wiebe), quien tiene que alquilar un óvulo y un vientre, la mujer que alquila su vientre no tiene ninguna conexión genética con el bebé. El tuvo que elegir una madre biológica, que es la de los óvulos, y una subrogante, que son dos personas totalmente distintas.
—¿Quién donó el esperma?
—Es un donante anónimo. Es la parte genética masculina. Le da un rasgo físico porque es el 50%. Yo pude ver su foto, pero lo elegí más que nada por los rasgos parecidos o similares a mi familia. No lo conocí personalmente. Creo que hay una posiblidad de escucharle la voz, pero no quise hacerlo. Sólo pedí ver sus antecedentes genéticos, para conocer las enfermedades familiares, vi tres fotos y nada más. Podés tener más información, pero fui a lo más básico.
—Más adelante, ¿Le gustaría tener una pareja para que cumpla el rol de padre de Matilda?
—Si el día de mañana yo me enamoro y mi pareja genera un vínculo con Matilda, tal vez pueda ser su padre. Pero no estoy buscando un padre para mi hija, sólo si se genera de forma natural.
—Otro tema que generó polémica fue el Real Life, ¿en qué consiste?
—Es como si fuera un documental mostrando los preparativos y mis emociones previas a ser madre, lo que conlleva ser primeriza, lo que tengo que aprender y mis falencias, porque no tengo experiencia y me equivocaré seguramente. Después de la llegada, la subrogante no está en nada, no va a haber ninguna imagen suya. Es una cuestión confidencial y la respeto. La idea es que en lugar de subir las fotos de Matilda a mi Instagram, saldrán en un programa de televisión. No tiene nada de malo y me parece que hicieron más circo de lo que es.
—¿Ya comenzaron las grabaciones?
—Sí, hace dos semanas. Además estoy con la filmación de dos películas, una ahora y otra para cuando vuelva. Este proyecto me llegó antes de decidir ser madre. Mi manager, Javier Furgang, me propone hacer un Real Life para Youtube antes de que yo le cuente que iba a ser mamá, al estilo de las Kardashian´s. Cuando salió a la luz, al mes vino y me dijo que estaría bueno contar esa historia para inspirar a otras mujeres, ayudarlas desde lo humano y mostrarme a mi desde otra óptica. Van a ser situaciones más cotidianas en las que la gente no está acostumbrada a verme. Pero no va a ser las 24 horas. Lo cerré con Kuarzo y ellos están negociando con un canal de aire. Son cuatro capítulos. Me da por las tripas que digan que armé algo comercial con esto. Yo pagué todo e incluso dejé casi todos mis ahorros en esto.
—¿Cuánto le costó el tratamiento?
—No hay un precio específico porque depende de cada persona, si tenés óvulos o si tenés que comprar, cada caso es diferente. Es un tratamiento poco accesible. Yo invertí todos mis ahorros en esto y siento la necesidad de trabajar para sobrellevar el resto de mis días. No busqué el Real Life como un fin económico.
—¿No le parece mucho para su psiquis sumar el Real Life al hecho de convertirse en madre?
—Cuando vuelva ya no voy a seguir con el Real Life y sólo me quedaría una película por filmar. El 27 de noviembre me instalo en Miami y la fecha de parto es para el 15 de diciembre, pero puede ser que se adelante.
—Será una Navidad especial...
—Será muy especial, diferente, con un nuevo integrante en la familia. Y tengo la suerte de que mi tía Evangelina también viaja, mi primo Emanuel vive allá, así que les pareció lindo pasarlo juntos en familia. Les aclaro que no va a haber Real Life ahí, porque sino ¡no van a venir! (Risas) Tengo familia y amigos en Miami porque voy seguido. Ana Rosenfeld también, que va a ser madrina y abuela de parte de su hija “Stefi”, también en Miami. El padrino es Marcelo Polino. Ana estuvo conmigo en ésta desde el vamos y es de las pocas que sabe todo lo que viví. Ella me apoya y me defiende desde lo humano. Así que más que merecido. Y con Polino, un día estábamos cenando en un hotel y yo recién había congelado óvulos y evaluaba ir por la subrogación, y él en chiste me dice: ´Apurate que quiero ser padrino´. Y le prometí que iba a ser él, fue una de las primeras personas en saberlo. Y también está dando una gran lucha por adoptar y ser padre. Ojalá se le dé porque él es muy feliz y eso le sumaría algo lindo a nivel espiritual.
—¿Cómo será su estructura de vida en Miami?
—Estoy terminando de definir porque voy con mis padres, mi mejor amiga y mis hermanas se van a alternar porque tienen que trabajar, así que son muchas cosas que tengo que organizar... Voy a estar un mes y medio. Llego el 28 de noviembre y vuelvo el 16 de enero. Veremos si todo sale como lo planeamos, sino pospondré la vuelta.
—¿Cómo es el trámite para inscribir a su hija?
—El tratamiento en sí se realiza a través de una agencia que se ocupa de manera integral de todo. Tienen un grupo de abogados que se ocupa de sacarle el pasaporte americano a Matilda. Tengo que esperar que los abogados hagan este trámite y hay muchos feriados por Navidad y Año Nuevo, entonces eso puede hacer que se prolongue la estadía.
—¿Piensa nacionalizarla argentina?
—Si le puedo dar la doble ciudadanía, lo haría, sobre todo si eso fuera un impedimento para que haga vida normal acá. Voy a esperar un tiempo igual hasta asentarnos.
—¿Por qué eligió el nombre Matilda?
—Fui a ver el musical “Matilda” con Martín (Redrado), en Londres, para mi cumpleaños, los primeros días de noviembre de 2012. El nombre me gustó y suena lindo, es dulce, y combina bien con mi apellido ¡Espero que a mi hija le guste! Un sólo nombre como yo, simple.
—¿Cómo se la imagina?
—Tengo una imagen en la cabeza de ella dando sus primeros pasos, en pañales, con dos colitas tipo plumerito y unas zapatillitas corriendo por la casa. Riéndose y escapándose de una travesura...
—¿Qué significa Martín Redrado en su vida hoy?
—Me ayudó con los trámites porque hay vocabulario legal muy específico. Nos ayudó con Ana para hablar con los abogados, pero sólo en ese sentido.
—Se los vio juntos en distintas situaciones...
—Tenemos una buena relación.
—Fueron al cine...
—No, eso del cine no fue así...
—También a cenar...
—Sí, pero justamente íbamos a hablar de estos temas. El tiene un buen vínculo con mi familia, quiere mucho a mis hermanas, a mi cuñado, de hecho se juntaron hace unos meses en Bariloche, donde él se fue con su hija de vacaciones, y esquiaron juntos. Mis hermanas y mis papás lo quieren mucho. Entonces a veces es más por el vínculo familiar, pero no más que eso.
—A nivel sentimental, ¿La puerta está cerrada?
—No soy una bruja ni tengo la bola mágica, nunca digo nunca, pero hoy mi cabeza está enfocada en otra cosa y no en ver qué hago con mi vida sentimental, sólo la que incumbe a Matilda.
—¿Le dijo si la quiere conocer?
—No hablamos de que la conozca, pero si se da, obviamente sí.
—¿Está descartado en su vida sentimental?
—Hoy no estoy pensando en volver con él. Mañana puede ser con él o con otra persona.
—¿Ustedes se separaron porque él no quería tener más hijos?
—El sí quiso tener un hijo conmigo. Pero en el momento se complicaron las cosas...
—¿Por los hijos de Redrado?
—Por muchas cosas. Algunas que forman parte de la privacidad y que tienen que ver con algo más amplio. El quiso tener hijos conmigo y lo dijo, pero cuando las cosas te sobrepasan y no dependen de uno sino de muchas cosas, ahí es donde se hace díficil, por no decir imposible.
—¿Es cierto que perdió un embarazo de Martín?
—Prefiero no hablar de eso. Pero fue todo muy doloroso.
—Pero encontró la manera de hacerlo posible...
—Sí, encontré lo que pude hacer, a veces no es lo que querés, sino lo que podés... hice lo que pude para hacer realidad mi sueño.
por Diego Esteves
(producción: Fernanda Vaudagna)
Fotos: Cristian Welcomme.
Estilismo general: Mariano Caprarola
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