La mujer ideal de Vuitton es joven y curiosa; a veces romántica y vulnerable, otras rocker y audaz, aunque jamás pierde su gusto por el lujo. Olvidada la proverbial puntualidad con la cual empezaba el desfile en la época de Marc Jacobs (a las diez, puertas cerradas, estuviese quien estuviese), el desfile de la colección fall-winter 2015/2016 de Louis Vuitton empezó con más de 40 minutos de atraso en la nueva Fondation Louis Vuitton, proyectada por Frank Gehry (famoso arquitecto canadiense), en el bellísimo parque del Bois de Boulogne.
La espera valió la pena: ya desde los primeros looks se percibió que Nicolás Ghesquière, el heredero “artístico” de Marc Jacobs, había ignorado todo lo que se había visto arriba de las pasarelas durante la semana de la moda en Paris, y seguía con su teoría en cuanto a la importancia de los volúmenes abriendo el desfile con unos mullidos abrigos de piel en cándido blanco: un expediente que sirvió para subrayar la línea derecha de los vestidos escondidos debajo de los tapados. Los tailleur con falda corta y las campera look años 60´s, las polleras a la rodilla y los pantalones dibujan a una mujer del “jet set”, en continuo movimiento. Más CEO de compañías internacionales, que sigue con su tarea de una parte a la otra del globo terrestre que una diva del showbusiness. Y justo en esto, Nicolás Ghesquière confirmó ser uno de los más atentos designer del momento, un diseñador que pone su creatividad al servicio del business, pero sin mal gastarla. Bajo los techos de la Fondation LV se habló del aumento de ventas de las prendas Vuitton después de la llegada del nuevo director creativo, querido por Delphine Arnault, hija del dueño de la compañía LVMH, Bernard Arnault.
Sensual y pensada, la colección alterna vestidos estilo “enagüe”, ceñidos a la cintura y bustier con tailleur pantalón, mientras la cartera, siempre presente en las manos de las modelos, cambia de forma: desde un neceser rígido (recuerdo de los beauty case estilo Concorde) a un nuevo modelo clásico en fantasías multicolores con los iconos Vuitton. Esta colección, tercer esfuerzo de Ghesquière para Vuitton, está en un territorio que se encuentra a mitad de camino entre el instinto natural del designer y el mandato de la histórica Maison, y ,finalmente, la mano de Nicolás parece estar más libre y no tener miedo de la comparación con Marc Jacobs. Un triunfo de contraposiciones para el director creativo que ha sido capaz de regalar frescura y modernidad a la firma, sin renunciar al estilo y a la tradición con una colección que parece ser la más accesible hasta ahora realizada por él. La mujer Vuitton cerró la Paris Fashion Week con un look extremadamente chic: los vestidos, clásicos y tradicionales, siguen el estilo del design. Ghesquière no se ahorra los brillos, desde el tailleur pantalón de corte masculino en seda plateada hasta el vestido “sparkling” de mangas cortas, casi un homenaje nostálgico a los años 80´s. Vuelve el animal print, en una versión declaradamente artificial, a veces de colores; las “longuette” son sensuales pero con discreción y el genero tweed luce inéditos reflejos metálicos. Se juega con la bicromía del blanco y negro para crear motivos de sabor “optical”, mientras para la noche se eligen opulentos géneros jacquard, alternados con la simbólica unión del cuero más encaje. Detalles de cierres y de géneros son utilizados en contraste y están puestos en los lugares justos: de hecho esta minuciosa atención hacia los particulares es lo que más se premia del trabajo de Ghesquière.
También los accesorios tienen carácter, empezando por las mini carteras en aluminio, cobre y carbono ultraliviano, dotados de un espacio para el iPad, cargadores y otras necesidades de las mujeres contemporáneas. A pesar del evidente estilo “chica de la esquina” de la cole-cción, los accesorios tienen un aire futurístico gracias también al uso de cuero plateado y plexiglás.
“La mujer LV no está arriba de un pedestal, más bien está conectada con la realidad”, dijo Ghesquière en el backstage del desfile. El diseñador se refería seguramente a los fácilmente manejables tacos bajos, ideales para las clientas que “siempre están en movimiento y quieren caminar sin problemas”, así como a la nueva forma de percibir a la moda, hasta ayer lejana, inalcanzable, incómodamente nostálgica.