En el año 2000, Guillermo Vilas viajó a Tailandia en búsqueda de cambios y un poco de paz interior. Una tarde, mientras paseaba por el Mahboonkrong Center —el centro comercial más importante de Bangkok— le llamó la atención una chica que lucía un vestido blanco entre tantas que tenían jean. Al mejor tenista de la historia argentina siempre le atrajo lo diferente. Ella era Phiangphathu Khumueang, la mujer con la que el sábado 21 de mayo se casó en la Parroquia Nuestra Señora de las Mercedes, del barrio de Belgrano. Así, después de pasar por el Registro Civil, el lunes 16, los novios y padres de Andanin, Lalindao e Intila, formalizaron su relación en la Argentina, ya que once años atrás —para esta misma fecha— lo habían hecho en el consulado de Tailandia, sin validez en nuestro país.
"Nuestra idea era ir a Tailandia a casarnos. Pero nunca se pudo dar. Primero hubo una epidemia muy brava y nos quedamos en Montecarlo. Después nos mudamos a República Dominicana donde yo acepté un contrato de trabajo. Phiang quería casarse allá porque están sus padres... Pero después fue lo del tsunami y tampoco pudimos viajar... Siempre pasaba algo por eso nos casamos en el consulado pero nuestra historia de amor merecía un casamiento como éste. Ahora tenemos que decidir en qué fecha nos casaremos en Tailandia para que esté toda su familia", confió el enamorado novio. Visiblemente emocionado por el fuerte momento que estaban viviendo junto a su más íntimo círculo, Guillermo Vilas también se mostró por primera vez verborrágico y reveló detalles que marcaron para siempre su particular historia de amor con "Phiang", como él la llama en la intimidad.
"Cuando la conocí justo estaba por viajar a otro país, pero ella no podía acompañarme. Tenía que sacar el pasaporte y allá el tema de los papeles es un lío. Al final logramos resolverlo, pero con una historia de película... Por un papel que le tenía que firmar la madre. Así es que pensé: hagámosla corta. Entonces le dije: ‘Quiero seguir viéndote. Tenés que venirte conmigo sí o sí. Vamos a Miami, de ahí a la Argentina. Vas a estar dos semanas, otras dos en Mónaco y después pasamos Año Nuevo con el presidente de Head —la marca de raquetas— en Phuket, Tailandia. La vas a pasar bien, de paso nos conocemos’. ¡Qué sé yo cuántas cosas le dije..! Es que si no, yo sabía que la perdía. Al final lo hicimos: ella feliz, muy contenta; yo también, y acá estamos...", recordó Vilas. Y acto seguido contó cómo es la comunicación entre ellos: "Hablamos un poco de todo. Entre nosotros usamos el inglés, así hay un idioma común. Pero también le hablo en español; por los amigos y la gente que trabaja en casa ella aprendió mucho. De hecho, en español me contó su deseo de casarse algún día conmigo". El tiempo pasó y el sueño de aquella jovencita tailandesa de marchar hacia el altar con vestido blanco y zapatos de charol, finalmente se cumplió. "La ceremonia fue hermosa; ya llevamos muchos años juntos. Ella quería casarse y yo también. Tuvimos un casamiento soñado. Estoy muy contento de poder vivirlo con nuestras hijas acompañándonos en un momento fundamental y con el que tanto amamos. Son cosas importantes para la historia de una persona. Desde el primer día que la vi supe que era el amor de mi vida", expresó Guillermo apenas salió de la iglesia visiblemente emocionado. Lágrimas que tampoco pudo contener la novia, quien lució un vestido del diseñador Benito Fernández, en color natural, de escote corazón, con mangas tres cuartos en delicado encaje chantilly.
"Es un hombre hermoso, muy agradable, afectuoso y protector, tanto con sus hijas que son sus debilidades como conmigo. Pero sobre todo, es una buena persona. A good person", confesó Phiangphathu minutos después de dar el "sí". "¡Ven! ¡Eso me mató! La primera vez que nos vimos me dijo que yo era una buena persona y me desarmó. Porque toda mi vida quise ser una buena persona", señaló inmediatamente Guillermo. Fue una ceremonia religiosa ante no más de treinta personas, donde las hijas de los recién casados se robaron gran parte del protagonismo. Mientras Lalindao e Intila abrazaban ansiosas a sus padres frente el sacerdote, Andanin —quien heredó el talento deportivo de su padre y sigue sus pasos— les alcanzó las alianzas. Así, completamente conmovidos y luego de dedicarse tiernas palabras, los enamorados dieron el “sí” ante los padrinos: Gretel, la mejor amiga de Phiangphathu, y Juan Carlos Belfonte, el histórico preparador físico del ex tenista. Fueron treinta minutos de absoluta felicidad que la leyenda del tenis advirtió, jamás olvidará. Rodeados de sus afectos, entre los que se encontraban las hermanas de ella y amigos de él, como Gabriela Sabatini, cerca de las 21.30 la pareja partió hacia el exclusivo restaurante Peugeot Lounge, donde se realizó una íntima y emotiva fiesta, organizada por Barbara Diez.
"Siempre admiré a Guille, es uno de mis referentes, un gran ser humano. Lo conozco hace muchos años. Por eso para mí es muy especial poder presenciar su boda con la familia hermosa que formó. Le deseo mucha felicidad", manifestó su amiga y colega Gaby. Y si bien aún el matrimonio no organizó detalladamente los destinos de su luna de miel, saben que recorrerán las calles de París, ya que coincidirán con las fechas del mítico torneo de tenis de Roland Garros. "Amamos esa ciudad", aseguraron los novios tras el festejo de la esperada boda. Y lo afirmaron con la misma convicción que sintieron hace más de una década y media cuando se vieron por primera vez y supieron que estaban predestinados a estar juntos. Es que como lo cuenta la leyenda japonesa del "Hilo Rojo", hay personas unidas de por vida a través de un cordón rojo del destino que jamás se rompe. Guillermo y Phiangphathu, lo saben más que nadie.