A dos semanas del escándalo con su ex Daniel Scioli (60), a quien acusó de infiel y de pedirle que aborte el bebé que esperan, Gisela Berger (28) encontró en sus afectos el refugio que necesitaba. Ya no pasa las 24 horas del día encerrada en su departamento de calle Carranza en Palermo, a donde volvió tras abandonar la residencia de Villa La Ñata, en Tigre, que compartía con el ex gobernador.
Acompañada en todo momento por su mamá Adriana, la modelo dejó ver su incipiente panza de casi cuatro meses durante el mediodía del sábado 20 cuando fue a la farmacia de su barrio. “Mi situación complicada no cambió, sigo angustiada por todo lo que pasa, pero estoy tratando de llevar una vida normal. Tengo que salir a comprar mis cosas, mi comida, no tengo a nadie que lo haga por mí. Aunque padezca los malestares típicos de toda embarazada en sus primeros meses, debo continuar y seguir adelante como cualquier persona común”, le dijo Gisela a CARAS luego de colocarse las inyecciones de hierro por estar anémica.
“Debo ser fuerte por mi bebé. Sé que en algún momento todo se va a calmar. Pero mientras tanto intento atravesar los momentos malos con mi familia, mis amigos, y alejada de todo lo que se dice. Espero que, con el correr del tiempo, disminuya el nivel de exposición. Daniel volvió a escribirme como al principio pidiéndome disculpas, pero no tengo otro contacto con él. Si bien nos debemos una charla en persona y no por mensajes, por ahora quiero estar sola, siento que eso es lo mejor para todos”, agregó sobre Scioli, de quien se separó después de haber descubierto sus eróticos chats con la modelo Sofía Clérici.
En búsqueda de rehacer su vida, durante la noche del jueves 18 la ex bailarina de Showmatch fue a cenar junto a su amiga Maypi Delgado, quien le regaló ropa para su bebé. Berger conoció a la ex Gran Hermano cuando ambas comenzaron a trabajar como modelos y afianzaron su relación en el programa de Marcelo Tinelli, donde formaban parte del staff de bailarinas.
También para despejar su mente, al día siguiente, Gisela fue a merendar a una confitería de Las Cañitas junto a su mamá. “No me siento bien. Estoy con presión baja. Todo se junta y si no me alejo del ruido mediático, cada día es peor. Necesito cuidarme y, sobre todo, preservar la salud de mi bebé. Espero entiendan la situación que atravieso”, expresó al salir del bar y mientras se tocaba suavemente su panza.
La crisis con el ex candidato presidencial comenzó el martes 9 cuando Berger encontró en el celular de Scioli los mensajes que se mandaba con la ex conejita de Playboy, Sofía Clérici. Y su enojo aumentó después de escuchar a su ex pareja anunciar el embarazo en el programa de Jorge Rial, de A24. “Se desilusionó, él le había prohibido hablar del tema, hasta le pidió no tenerlo. No la dejaba ni ir al médico a hacerse los chequeos para que nadie sospechara nada. Confió en su amor y él nunca la cuidó”, dijeron desde su círculo íntimo.
“Lo más importante es que con Gisela estamos esperando un bebé y eso nos da una emoción muy fuerte. Es todo un desafío por delante. Ella es muy sensible y como toda mujer, reacciona. Ya le pedí disculpas por la situación confusa que se creó con Sofía, que es una amiga. Nunca la traicioné. Soy optimista, todo se solucionará pronto. Voy a ser papá a los 60 años y ojalá Dios me ilumine para ser un buen padre. Ahora tengo otro motivo más para luchar. Esperemos que podamos transitar esto. Mi madurez, la diferencia de edad, tiene que ser para llevar todo lo mejor posible”, había dicho Daniel con Rial.
Si bien el romance se hizo público en noviembre de 2016, cuando él ya estaba separado de Karina Rabolini (50), a mediados de 2015 ambos viajaron a La Habana y a Punta Cana. A fines de enero, ella lo acompañó como novia en sus compromisos laborales, se alojaron en el Hotel Hermitage de Mar del Plata y se mostraron felices. “Estoy enamorado. Encontré a una chica de barrio, con bajo perfil, que reacomodó mi vida”, le confesó él a una íntima amiga semanas antes de que estalle el escándalo.
“En su Córdoba natal, Gisela trabajó en una empresa de agroquímicos en el sector de stock y después en la administración. Me encanta su sencillez, es distinta… tengo ganas de sentar cabeza”, destacaba. Hoy, las palabras de Scioli se tornan utópicas y, por el momento, lejos de la reconciliación que él busca, Gisela quiere estar sola.
Fotos: Máximo Gómez.