La prudencia y la cautela caracterizaron desde un principio la relación de Celeste Cid (34) y Michel Noher (35) cuando la pancita de ella revelaba que esperaban un hijo juntos. Hoy, Antón de un año y medio, es el principal motivo por el cual sus pàdres vuelven a elegir esa cautela para atravesar el difícil momento de su separación.
Tras dos años juntos, la pareja decidió poner punto final a la relación.
Los primeros síntomas públicos del distanciamiento aparecieron hace dos meses, cuando dejaron de subir fotos juntos a las redes, hasta que dejaron de seguirse en Instagram. Además, ella no estuvo presente en el festejo por los 34 de Michel, que le organizó su padre, Jean Pierre Noher, el sábado 14. Algunos allegados aseguran que la crisis empezó hace varios meses, que intentaron superarla. Para fin de año viajaron a la Patagonia y en febrero vacacionaron en el Club Med, en Punta Cana para tratar de recomponer la situación. Pero no pudieron salir adelante y de común acuerdo decidieron separarse.
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Antes, se juraron que Antón sería la gran prioridad en sus vidas. Si bien los dos evitan hablar del momento que atraviesan, Celeste le dijo a CARAS en exclusiva: “Nunca me caractericé por hablar de temas personales antes que temas de laburo. Y sigo en esa línea, que es la que me representa. Lo que sí puedo decirte es que nos queremos mucho con Michel. Formamos una familia y es para siempre. Eso está intacto y es lo importante. Estamos felices por poder compartir la crianza de Antón...con todo el amor que nos tenemos”.
Más linda que nunca y también más delgada, Celeste contó hace unos meses el motivo de su pérdida de peso:“Tiene que ver con la teta y la alergia de Antón a la lactosa. Vivo a frutas y verduras, como en la jungla. En casa hacemos hasta la leche de almendras, con dátiles para endulzarla y esencia de vainilla. El año pasado grababa muchas horas por día para ‘Las Estrellas’, y Antón siempre estaba conmigo. Por su carácter tan tranquilo, es un santo, pude llevarlo siempre pero no dejaba de ser un ajetreo porque llegaba a casa y la tarea seguía, y tenía que cocinar mientras mi hijo mayor, André, (13, fruto de su relación con Emanuel Horvilleur) lo cuidaba. Siempre tuve la ayuda de Michel que es un padrazo ”.
El último fin de semana fue tranquilo para la actriz. Salió a pasear con el nene por su barrio y lo llevó a jugar a una plazita. La gente que la reconoce le demuestra su afecto. Casi todos coinciden cuando elogian a su hijo y le dicen que es “idéntico al padre”. Ella responde: “Es verdad”, con una sonrisa que ilumina su rostro perfecto. Antón juega, toma jugo que le lleva su mamá y disfruta del sol. “Este año me lo reservé para mi y para mis hijos —agrega Celeste a CARAS— , la tira del año pasado fue hermosa y muy agotadora al mismo tiempo, dado que empecé a grabarla cuando Antón tenía 5 meses, teta de por medio, y necesité este año para recuperar hogar y familia y dedicarme al estudio que me gusta tanto. Más allá de todo, nosotros estamos bien, que es lo que importa... Y lo digo sinceramente y de corazón” concluyó Celeste.
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Hoy sus días son tranquilos. La mayor parte de su tiempo es para sus hijos. Así como Antón es igual a su padre, André, tiene los ojos y cejas de su papá y la nariz de su mamá. Una mezcla es pecial que cosecha muchos piropos de la chicas de su edad. Algunas, hasta se animan a decirle “suegrito” a Horvilleur cuando el músico sube alguna foto junto a su hijo vestidos con la camiseta de su club preferido, Vélez Sarsfield. La relación entre Celeste y Horvilleur también es muy buena y muchas veces hasta cuida de Antón.
“Son mis amores y me hace feliz poder estar cerca de ellos, tranquila, disfrutándolos. Con el tiempo una va cambiando y en otros aspectos hay cosas que siguen intactas. Soy muy obsesiva con lo bueno y con lo malo también. El año pasado me propuse estudiar Historia del Arte y hoy curso dos veces por semana. Es una carrera que siempre me interesó y poder hacerlo me hace feliz. La vida se ocupa de regalarte situaciones y yo siempre trato de buscar la armonía”, concluye mientras su belleza sigue intacta. Hasta más perfecta aún.
por Rebeca Peiró
MOVILPRESS