miércoles 11 de diciembre del 2024
ACTUALIDAD 27-06-2018 12:46

Victoria Xipolitakis, radiante y feliz, muestra su embarazo y revela el nombre de su bebé

Sus marcadas curvas que la hicieron famosa comenzaron a vislumbrar la redondez de un vientre en el que ya late un pequeño corazoncito. “Este bebé viene a salvarme la vida”, aseguró. Galería de fotosGalería de fotos

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Se mira al espejo y no lo puede creer. Con sus dos manos acaricia una pancita que la sorprendió y que ya anticipa su entrada al cuarto mes de embarazo. Sus marcadas curvas que la hicieron famosa comenzaron a vislumbrar la redondez de un vientre en el que ya late un pequeño corazoncito. Victoria Jesús Xipolitakis (32) está feliz. Su rostro luce radiante y en sus ojos se adivina un estado especial.

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Ríe y llora. Sus carcajadas estruendosas rompen el silencio de la gran casona de Los Hamptons. En junio arrancó el verano y la elite neoyorkina espera ansiosa cada viernes para, después del mediodía, huir en sus autos hacia las playas ubicadas al este de Long Island. Las mansiones de la zona se convirtieron en el refugio de quienes durante la semana no pueden abandonar sus trajes y sus tediosas reuniones de negocios. Por eso el financista Javier Naselli (52), su marido según la ley americana desde el 5 de febrero, no duda en huir de la cosmopolita ciudad de los rascacielos para disfrutar de la paz y de la inmensa felicidad que comparte la pareja en esta nueva experiencia de ya sentirse padres.

“Yo no tenía ningún síntoma especial. Además, después de la experiencia que viví con el anterior embarazo que no llegó a formarse, no quería ilusionarme con nada. Porque la otra vez tenía tantas ilusiones y deseos que ésta no me quería adelantar para no volver a sufrir. Por lo menos no hasta estar totalmente segura… Pero Javier empezó a preguntarme todos los días: ‘¿Vicky vos no me tenés que contar algo?’ Y yo no entendía nada pero me reía. Insistía y le respondía que no. Hasta que un día decidí ir a una cadena de farmacias que hay cerca de nuestro departamento y me compré varios test de embarazo. Pero no lo hice porque sospechara estar embarazada sino por su insistencia. Volví a casa y me encerré en el baño para hacerlos. El primero dio ‘Positivo’ y me quedé paralizada. Pero por las dudas me hice otro más y cuando ese también dio ‘Positivo’ me puse a llorar como una loca. Entonces lo llamé a los gritos a Javier y le dije ‘¡Estoy embarazada!’ El me miró y me dijo ‘¡Ya lo sé!’ Para mí era un tema muy sensible y no me quería hacer ilusiones en vano”, repite con una sonrisa enorme que ilumina su rostro.

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Por supuesto que la primera en enterarse de la gran noticia fue su mamá Helena. Cuando Vicky le contó que iba a ser abuela, ella saltó de la alegría y quiso correr a contárselo a toda “la gran familia griega”. Sin embargo la futura mamá la calmó y le hizo prometer que hasta no realizarse todos los estudios correspondientes, la novedad se guardaría como un gran secreto. El mejor secreto.

Inmediatamente la pareja buscó en las cartillas médicas y pidió turno en uno de los consultorios más prestigiosos de la 5ta.Avenida. El doctor Tepper se convirtió entonces en el médico que la controla cada 15 días.

“La primera vez fue medio traumático porque yo soy muy vergonzosa aunque no se pueda creer y la ecografía que me hizo era una transvaginal en la que no podés ocultar nada. Y ahí apareció el corazoncito latiendo fuerte. Ahora ya me acostumbré un poco más porque ya me hice un montón de estudios. Pero en los primeros le decía a Javier que no me mirara; que se pusiera de espalda y sólo viera el monitor… Ya me realizaron ciento ochenta y un estudios. Todos los que te aseguran que está en perfectas condiciones el embarazo, la mamá y el bebé. Y ya se vio que es un varón. ¡Y no puedo creer cómo formé ese nuevo ser yo! Por eso estoy plena, feliz. Javier quería un nene pero a mí, como dicen las madres, lo único que me importaba es que fuera sanito. Fue muy gracioso porque en las ecografías se tapa la cara con las manitos y el doctor me dijo: ‘este bebé no salió a vos‘…”, asegura Vicky sin perder la alegría ni por un instante. Y “la gran familia griega” recibió la noticia a través de un “face time” en el que todos lloraron.

El calor de los primeros días de verano la ayudaron a no tener que salir corriendo a comprarse ropa nueva. Más grande. Más suelta. Ya que gran parte de su guardarropas no cede ante sus flamantes redondeces. Los jeans no le abrochan y sólo los frescos vestidos largos, de hilo y puntillas, se convirtieron en sus aliados.

“¡Estoy feliz y no me importa otra cosa! Porque pienso que ya nunca más en la vida voy a estar sola. Siento que tengo toda la luz en mi panza. Estoy todo el tiempo contenta. Me río todo el día y estoy enamorada de mi pancita. Tengo antojos y como sin parar durante el día. Y durante la noche también… Me levanto a las 5 de la mañana a comer y después me vuelvo a dormir. Como muchas cosas dulces que jamás comía. Me despierto y quiero ñoquis o polenta. Mi mamá ahora me canta: “¡Qué onda, qué onda… Redonda como tu panza!” Toda la familia está feliz y llora. Este bebé ya está lleno de amor y viene a traer felicidad. Mi mayor alegría es que mis papás se van a convertir en abuelos por mí y que mi abuela Basilia (“Giaagia Basi” en griego) va a ser bisabuela. Mi gran deseo es que ella lo pueda cargar en brazos y mirarlo a los ojitos. Sólo pensar en eso, me llena de emoción”, advierte con su voz entrecortada.

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Con su hombre atento a cada antojo o nuevo síntoma, Vicky se deja mimar y dar todos los gustos. Y sus “escapadas” al shopping son solamente pensando en ropa de bebé celeste, peluches y hasta un pequeñísimo traje con camisa y moñito que consiguió para vestir a su hijo igual que su padre. “Javier está súper feliz. El pensaba que a esta altura ya no iba a ser padre. Por eso cuando salimos del médico empezó a saltar en la calle de la felicidad que tenía. '¡Se viene el príncipe!', me decía. Ya le compramos de todo y comenzaremos a pintar su cuarto todo en celeste y blanco. Es un bebé súper tranqui, no sale a mí. Se porta re bien. Una sola vez vomité porque tomé una sopa que sé que no le gustó. Pero como de todo y nada me hace mal. Aumento un kilo cada quince días, o 103 libras como me dicen acá".

"¡Voy a ser mamá de un varón! Y se va a llamar Salvador Uriel. El nombre Salvador me encanta porque es fuerte. Significa el que te salva. Y yo siento que este bebé me vino a salvar. Porque me dio futuro; me dio la alegría de poder cumplir mi sueño de nena que era formar una familia. Es el salvador de mi vida. Y Uriel porque es mi arcángel protector. Es un nombre bíblico, angelado como yo. Además, va a llevar los dos apellidos. Hoy me siento súper protegida porque mi cuerpo tiene dos corazones que están latiendo. Tengo mucha conexión con mi bebé; lo escucho cuando estoy relajada. Le hablo, apoyo mis manos en mi pancita y siento como late su corazoncito. Entonces le canto y me río. ¡En una de las ecografías lo ví sonreir! Va a ser un bebé lleno de amor y felicidad porque viene a traer amor a todos. Mis papás ya me dicen que van a atar la cuna a su cama cuando Salvador esté en su casa”, cuenta Vicky y su carcajada vuelve a mezclarse con lágrimas. Emoción, alegría, todo se repite una y otra vez.

“Es raro pero hoy me siento preparada para ser mamá. Estoy plena de amor por este bebé. Cuando me miro al espejo siento que de mis ojos sale la luz de los ojitos de mi hijo. Estoy enamorada de él y tenemos una inmensa conexión. Me parece que este bebé va a salir al papá, un poquito panzón, porque me hace comer cada tres horas. Todo lo que no comí en mi vida lo estoy haciendo ahora. No me quedo con ganas de nada porque mi hijo es el que manda ahora. El embarazo me volvió más sensible aún. Voy por la calle y miro a los bebés que pasan con un amor sin límites. Javier le compra cosas y las ponemos sobre la cama y nos abrazamos y lloramos. Ya también le compró su caballito en Los Hampton. El me da besitos en la panza todo el tiempo. ¡Siento que Dios me escuchó una vez más! Y hoy me siento la princesa de mi propio cuento. Uno de los cuentos que leía de chica. ¡La vida me dio todo! Ahora Javier quiere que salga inteligente… Yo le dije que eso si lo hereda de él porque de mí sólo seguro va a salir simpático”, asegura Vicky con una gran carcajada.

Y el tema de los futuros padrinos es otro capitulo desopilante en la vida de la rubia “griega”. “Pasé la semana trece y ya estoy en la segunda parte del embarazo. La fecha posible de parto que me dieron es el 27 de diciembre y Javier quiere que nazca acá, en Nueva York. Pero yo aún no sé. Aunque lo tengo que resolver pronto porque después de los siete meses ya no me permiten más viajar en avión. Javier ya armó en el living de casa un altar con la virgencita, unos escarpines y las fotos de nuestras manos con los anillos cuando nos casamos y la de Grecia cuando le pedimos a San Jorge que nos de un hijo. Por eso le pondré Salvador porque este bebé me salvó, me dio un futuro que yo no sabía si tenía y me dio la posibilidad de formar la familia con la que siempre soñé y que ya creía no lo iba a poder hacer. Por eso mi hijo tiene que tener un padrino muy importante. Y pensé que lo voy a llamar a Carlos Slim (h) -el séptimo hombre más rico del mundo-. Nos conocimos hace unos meses en una boda y él me dijo que el día que tuviera un hijo él se ofrecía para ser el padrino. Así es que le tomé la palabra y lo tengo que llamar. ¡Mi príncipe Salvador, no puede tener un padrino menos que él! Y la madrina podría ser su esposa pero seguramente va a ser mi hermana Steffi porque se lo debo”, concluye Vicky Xipolitakis con una de sus acostumbradas sonrisas.

Por Gaby Balzaretti

Agradecimientos: Fotos Victoria Ruiz

(@victoriaruizfotografa), Maquillaje Maggie

Grunding (@maggiemakeupestudio), Pelo Fede

Robledo (@feferobledopeinador),

Outfit @LeilaLeiodon, Coronas @dulcesrosas

photoprops, Estudio Brunna Gaia, Asistente Adrián

Alvares y Karina Casalba.

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