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ACTUALIDAD 01-07-2018 19:37

Mariana Genesio, con su carisma conquistó las tablas de Broadway

La mujer transgénero logró romper las barreras de los prejuicio y así conquistar todo lo que se propone. ¡Detalles en la nota! Galería de fotosGalería de fotos

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La historia de Mariana Genesio tiene lo que necesita cualquier guión: bajos, de tocar fondo, y altos, de tocar el cielo con las manos. Y si su vida fuera una película, tendría final feliz: ella, de pie sobre el escenario, aplaudida desde la primera fila por sus padres. La escena, verídica, sucedió en la obra “Arena” (Microteatro), escrita por su esposo, el ganador del Oscar como Mejor Guión Original 2015 por Birdman, Nicolás Giacobone. Fue un momento de consagración, profesional y también personal.

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Es que esa postal dio sentido a una vida de desaprobación, crisis, rebeldía y sacrificio. Hija de padres adolescentes, Mariana creció en Córdoba Capital y fue criada por su abuela paterna en Villa Carlos Paz. Entre las carteleras teatrales del verano que la ilusionaban con un futuro en el espectáculo y la rígida educación de un colegio bilingüe, asumió su condición sexual a pura rebeldía. Apenas egresó, partió a Buenos Aires a probar suerte y terminó viviendo en una pensión familiar. Pensó que había tirado su vida a la basura hasta que, como suele suceder en las buenas películas, el amor la salvó. Conoció a “Nico” en un café de avenida Corrientes, a días de un frustrado regreso a Córdoba. Aunque lo define como un tipo introvertido y tranquilo, para ella esa relación fue como subirse a una montaña rusa. Se mudó a Nueva York, desfiló por la alfombra roja del Oscar, bailó con Mick Jagger, recibió aplausos y un premio por un protagónico en el Off de Broadway, y en su regreso a la Argentina participó en la película de su marido y Armando Bo, “Animal”, con Carla Peterson y Guillermo Francella, fue parte de la serie “Marginal II” y acaba de estrenar la obra “Arena”, junto a Federico Salles y Nayla Noya. Esta entrevista exclusiva con CARAS gira en torno a su mejor película: la de su propia vida.

—Durante su adolescencia, ¿vivió su condición sexual como un conflicto?

—Nunca viví mi condición sexual o mi situación de género como algo traumático. No fue mi principal conflicto de la vida, al menos visto a la distancia. Fui hija de padres adolescentes, mi mamá 15 y mi papá 19 años, lo que llevó a que mi abuela paterna me criara. Siempre fui su preferida y me dejaba hacer de todo. Crecí libre y rodeada de fantasías, jugué mucho, y mi femeneidad se manifestó desde muy temprano, sobre todo en los juegos. Lo hacía inocentemente y en la medida que crecía me fui dando cuenta de que no tenía que ver con mi género.

—¿De qué lugar de Córdoba?

—Soy de Córdoba capital y en la adolescencia me fui a vivir con mi abuela a Villa Carlos Paz. Mis padres se mudaron a Tucumán. Lo lindo es que mis padres siguen juntos.

—¿Suele visitarlos?

—Por supuesto. Ellos también vienen y hace poco me vieron actuar en el teatro por primera vez. Fue uno de mis grandes logros, verlos sentados en primera fila, no sólo en el lugar de aceptación sino de admiración.

—Al ser hija de padres adolescentes, ¿Eran más comprensivos?

—Es lo que todo el mundo piensa y lo que esperaba, pero no. Mi abuela fue la más comprensiva. Al principio ella negaba mi condición, pero los vecinos se dieron cuenta enseguida (risas). De nieto no había mucho ya... (risas).

—¿Le costó asumir su condición sexual?

—El hecho de que mis padres hayan sido jóvenes y al haber tenido una abuela permisiva, me daba esa libertad de pararme frente a mis padres y ser muy discutidora. Era muy rebelde. Hubo una batalla de aceptación porque mis padres no lo entendían. Si bien vengo de una generación donde en mi adolescencia ya había referentes como Flor de la V o Cris Miró, todavía era algo tabú para una familia. Mientras era adolescente, vivía en Villa Carlos Paz, estudiaba en un colegio privado y conservador, entonces todo llamaba el doble la atención. Elegí ser una mujer libre y sin prejuicios.

—¿Se imaginaba en las carteleras teatrales de Carlos Paz?

—Sí, me volvía loca con las carteleras. Había una inclinación artística muy fuerte. Al ser local tenía más acceso a las fiestas y boliches donde iban los famosos. Estaba todo el tiempo en contacto con ellos, me volvía loca pasar por los teatros y ver las carteleras. Todavía no cumplí mi sueño de volver a Carlos Paz, ¡quizá el próximo verano! Aunque no sé si me animo porque van a empezar a salir fotos de mi adolescencia. Tengo un montón de muertos en el placard (risas).

—¿Tenía referentes en el mundo del espectáculo?

—Siempre fui fanática de Madonna, Michael Jackson, Freddie Mercury, Blondie. Y siempre tuve una fascinación por las actrices de Hollywood, entonces con todo lo que pasó en los Oscar fue vivir un sueño que nunca imaginé. Creo mucho en la predisposición.

—¿En qué momento decide hacer las valijas y probar suerte en Buenos Aires?

—Volví de Carlos Paz después de cursar el secundario y empecé a trabajar paralelamente en un boliche haciendo shows y espectáculos en un boliche de Córdoba que se llamaba Dorian Gray. Empecé a transitar lo artístico y tuve la fantasía de probar suerte en Buenos Aires aunque me daba miedo porque no tenía los recursos ni nada fijo. Hasta que un día me animé y me vine. Estuve parando en la casa de unos tíos evangelistas.

—¿Cómo resultó la convivencia con sus tíos evangelistas?

—Mis tíos unos divinos, fueron muy generosos conmigo, pero fue raro porque yo ya llegué siendo “Marian” y ellos me trataban de varón. Lo peor de todo es que fue difícil porque supuestamente yo me quedaba un par de semanas hasta encontrar trabajo y no encontraba. De hecho hasta busqué trabajo por Zona Jobs, el portal de búsqueda del que hoy soy la imagen. Volviendo a mis tíos, ellos creían que Dios me había enviado por algo y ellos tenían una misión conmigo. Querían ir a misa el domingo y tenían la intención de cambiarme, así que al otro día agarré mis cosas y me fui a la casa de otra tía, más abierta. En un momento mi papá levanta el teléfono y me dice que deje de molestar a familiares, así que si no conseguía trabajo me tenía que volver a Córdoba, cosa que no quería. Con muy poco dinero me fui a vivir a un hotel familiar. Fue un momento duro de mi vida. Sentí que no era joda, no tenía a mi abuela, a mis amigos, mi trabajo de Córdoba ni ningún tipo de contención. Estaba bastante distanciada de mi familia en esos días. Me encontré muy sola y tengo recuerdos muy marcados de estar en una habitación muy precaria y pensar que había arruinado mi vida y la había tirado al tacho. Era el fin de todo, irremontable.

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—¿Rescató algo de esta situación?

—Paradójicamente, esa circunstancia me llevó a empezar a vivir de una manera que por momentos la extraño. Me sentí tan viva... porque no tenía nada que perder, estaba sola en el mundo. Absolutamente sola. Atada a nada, no tenía ninguna posesión material ni afectiva, no tenía nada que perder. Nunca en mi vida sentí una libertad tan grande.

—Hace falta mucha resiliencia para rescatar algo positivo de una circunstancia así...

—Es una de mis grandes características, así que empecé a disfrutar ese momento. Me encanta Buenos Aires, recorría barrios, conocí gente, me llamaron para hacer desfiles o performances. Un día le mandé un mail a Roberto Piazza porque se estaba peleando con Valeria Mazza. Le dije que quería trabajar como modelo y se me ocurrió contarle que en mi familia se hablaba de un parentesco con ella. Tengo una tía que siempre me decía: “¡Mirá dónde fueron a parar los genes de Valeria Mazza!” (risas) Piazza se agarró de eso y generó una cuestión mediática. El me dijo que me iba a hacer famosa. A los días me llamaron varios medios y fui convocada por unos amigos a hacer una performance en la Marcha del Orgullo Gay. Me llamaron de una revista para hacer fotos en mi casa, que era una habitación precaria del hotel familiar, y les dije que no podía porque estaba parando en lo de una tía a la que no le gustaban los medios. Así que les propuse encontrarnos en la Marcha, donde terminé posando con una foto de Valeria Mazza en las manos. No le di bola y un día salgo de la pensión y me encontré con esa foto en el kiosco de diarios y revistas. Me quería matar (risas). Tuve mis 15 minutos de fama.

—¿Qué pasó al minuto de fama 16?

—Lo bueno de los 15 minutos anteriores es que me sacaron de la pensión, me fui a vivir a un departamento con un amigo actor sobre avenida Corrientes. Y cuando se terminó la fama y mis presencias, empecé a atrasarme con el alquiler y a ver de qué vivir y qué hacer de mi vida. Como a los tres meses, en un momento vuelvo a la desesperación y ya estaba considerando volver a Córdoba. Estuvo genial el descubrimiento, pero ya no era tan joven para seguir arriesgando. Y una mañana me levanté deprimida y frustrada por tener que volver a Córdoba, me senté en un café a leer un libro y al rato lo conocí a “Nico”, que entró al café, volvió a entrar...

—¿Fue amor a primera vista?

—Sí, fue amor a primera vista. Esa noche fuimos al teatro, al día siguiente fuimos al cine y nos dimos cuenta de que éramos inseparables.

—¿Cómo lidiaron con su condición sexual?

—Jamás existió la palabra trans o alguna referencia a mi condición en el momento en que nos estábamos conociendo. Fue algo muy naturalizado desde el momento uno. Obviamente que él se dio cuenta y fue una sorpresa enamorarse de una persona trans. De hecho, sus anteriores parejas eran mujeres.

—¿Qué lo sedujo de usted?

—No quiero sonar vanidosa, pero es la mejor experiencia que tuvo en su vida (risas). No debe haber nada más lindo que enamorarse y encontrar a la persona más importante de tu vida. Todo lo demás es secundario. El es muy relajado y no le importa el qué dirán. No transa con nada y sólo hace lo que le gusta.

—¿Cómo fue la presentación familiar?

—Cuando empezamos a salir, al mes yo seguía con la situación de no poder pagar el alquiler, así que estaba considerando volver a Córdoba. Estábamos tan enamorados que pensar en un amor a la distancia era muy cruel. Así que él me dijo que me fuera a su casa por unos días a ver qué pasaba. Ese mismo día me instalé en su departamento, y sigo hasta el día de hoy (risas). El estaba feliz pero no se sentía listo para blanquear la relación con su entorno. A mi me pareció perfecto y jamás lo apuré en esa decisión. Tampoco es que nos escondíamos, pero el momento de conocer a su gente fue muy de a poco. Primero conocí a sus mejores amigos, después a “Clari”, su hermana, con quien nos encontramos en un café a solas. Yo le mandé un mail porque ella me quería conocer y “Nico” quería presentarme pero se quería evitar el momento incómodo. Me dijo que vaya sola (risas), y como soy encantadora fui. Nos conocimos con su hermana y conectamos enseguida.

—¿Por qué se instalaron en Nueva York?

—“Nico” ya estaba trabajando con Iñarritu junto a Armando Bo, con el que habían hecho “Biutiful” y “El Ultimo Elvis”, en Buenos Aires, y “Birdman”. Al terminar “Birdman”, les salió un trabajo para hacer una serie para televisión en Estados Unidos como guionistas y productores. Entonces nos fuimos a Nueva York y fue re loco porque apenas llegamos recién se estrenaba “Birdman” y empezaron las nominaciones y premios. Fue una locura.

—Fue subirse a una montaña rusa...

—Ya vivir en Nueva York era una locura y un sueño impensando. Yo hice un parate en mi carrera los primeros tiempos, intenté como modelo pero nunca dejé de estudiar teatro. También fui maquilladora y camarera, me había acomodado en el lugar de esposa y ama de casa. Soy bastante ama de casa pero últimamente estoy peleada con ese rol (risas). En Nueva York, estudié los primeros años en las mejores escuelas. Recién el último año, en 2016, hice audiciones y estuve en dos obras de teatro del Off Broadway. Una fue “Street Children”, sobre la comunidad gay de los ´80 ambientada en los Piers, un lugar muy marginal en ese entonces. Audicioné para una latina pero no daba y por el acento, como necesitaba mucha jerga, necesitaban alguien nativo. Fui casi un extra.

—¿Cómo fue la respuesta del público en esa primera experiencia en el Off de Broadway?

—Fue una de las obras del Off que más éxito tuvo porque en la segunda función fue un periodista del New York Times e hizo una crítica muy buena. A las horas se agotaron las entradas. Después quedé en otra obra con un protagónico en inglés, e hice de una mujer nativa. Le pregunté al director si no le molestaba mi acento pero me explicó que en Nueva York hay gente de todas partes del mundo. Superé esa incomodidad. Cuando fueron los amigos de Nico, toda gente de teatro con muchísima experiencia, fue una presión enorme, pero al final me gané un premio a Mejor Actriz por esa obra ¡Qué vanidosa me siento!

—¿Cómo fue el momento en que su esposo ganó el Oscar?

—¡Lo que me preparé para esa noche! No sólo por el Oscar sino porque estaba la posibilidad de conocer a Madonna. Al final no estuvo porque estaba ensayando en Londres, pero fue fabuloso estar con todas las celebrities. Mick Jagger me quiso seducir, vi a las celebrities borrachas, pero como no dejaban entrar con celular no me pude hacer ni un selfie. El costado cholulo estaba y me arrepiento de no haberme sacado un selfie.

—¿Dónde está la estatuilla del Oscar?

—La tenemos nosotros junto al Golden Globe. Lo usamos para apoyar una puerta que se corre, te lo juro por Dios. Somos un desastre. (Risas)

—¿Por qué decidieron volver?

—Justo se dio que se pospuso la serie de televisión de Nico, entonces nos dio un margen de seis meses y teníamos ganas de volver para jugar un poco de local. Necesitaba estar en un lugar en el que domino mi idioma.

—¿Cree que la valoran más como actriz por el hecho de ser trans que por sus virtudes artísticas?

—Sí, por eso a mi me interesa mucho hacer la película con “Nico” porque estoy contando una historia determinada y no una historia de lo que es ser trans.

—¿Se imagina mamá?

—Pocas veces... me imagino que si tuviese una vida muy realizada a nivel profesional y con mucho dinero, adoptaría chicospara ayudar y generar mejor vida a personas que lo necesiten. Pero no para realizarme como mujer. Me parece una responsabilidad para la que no me siento lista y no me seduce tampoco. Me encantaría ser abuela y soy genial como tía.

por Diego Esteves

(Producción: Alicia Blanco)

F. de Bartolo/Perfil

Agradecimientos: Fabián Zitta; Denise Romano

(Instagram: deniseromano10); maquilló: Catalina

para Oscar Mulet; peinó Ezequiel

González para Fabio Helen Salón.

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