Tal como anunciaron el martes, Actrices Argentinas acompañó una nueva denuncia pública.
Como habían hecho con la actriz Thelma Fardin, en esta oportunidad la entidad apoyó la denuncia penal por acoso sexual y maltrato físico contra el ex director de Centro Cultural San Martín, Diego Pimentel, realizada en julio pasado por Anahí de la Fuente, una ex empleada del lugar.
A través de una conferencia de prensa, en donde se nuclearon 60 organizaciones feministas y transfeministas de la cultura, la educación y los DDHH, referentes de la asociación afirmaron el acompañamiento del proceso judicial en marcha.
"Me quedé sin trabajo, sigo sin trabajo. Esta persona renunció, pero a mí lo que me interesa es pedir por mi trabajo. No tuve ninguna respuesta. Hay más denunciantes y en este caso hay testigos que sufrieron lo mismo. Y más personas que no se acercaron porque no se animaron a hacer denuncias", contó De la Fuente, quien es maquilladora profesional, performer y comunicadora, y que había comenzado a trabajar como community manager en el centro cultural en junio de 2017.
Luego de las declaraciones de Anahí, Alejandra Flechner, una de las representantes del colectivo, continuó asegurando que repudian a a "jefes que creen ser dueños de sus empleados manoséandolos, haciéndoles comentarios sobre su aspecto físico y vestimenta, insinuándolos, persiguiéndolos y castigándolos al menor asomo de rechazo con gritos o trabajos fuera del horario pautado. Tratándolos de incapaces rebajándolos por su género a realizar tareas no correspondientes y humillándolos públicamente en caso de no cumplir con sus reglas, machistas y autoestablecidas".
"La persona acosada, además de soportar el trauma de haber sido arrasada por el descaro de su superior, queda desplazada de sus fuentes de ingresos y espacio de pertenencia. Mientras el agresor conserva su puesto, protegido por la impunidad de quienes le otorgan sus privilegios", agregó al respecto Malena Sánchez.
En ese momento, Thelma Fardin también realizó su aporte y aseguró: "La persona acosada, además de soportar el trauma de haber sido arrasada por el descaro de su superior, queda desplazada de sus fuentes de ingresos y espacio de pertenencia. Mientras el agresor conserva su puesto, protegido por la impunidad de quienes le otorgan sus privilegios".