En la reciente temporada de la Fashion Week 2025/2026, los reflectores iluminaron un regreso inquietante: la extrema delgadez volvió a dominar las pasarelas, evocando los años 2000. Modelos hombres y mujeres mostraron siluetas casi imposibles, en paralelo a la influencia que ejercen las series dirigidas al público adolescente, como Emily en París o la nueva producción juvenil Merlina. Ambas refuerzan estéticas frágiles y poco saludables, replicadas luego en redes sociales con tendencias virales como “La dieta de las princesas”, una conducta viral preocupante que puso en alerta a todos los profesionales de la salud física y mental.
El impacto es tangible: según la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (ALUBA), Argentina ocupa el segundo lugar a nivel mundial en casos de trastornos alimenticios, solo detrás de Japón. Las estadísticas muestran que el problema no es anecdótico, sino una emergencia cultural y sanitaria.
En este contexto, la asesoría de imagen emerge como una profesión clave. Lejos de fomentar un molde único, los asesores de imagen tienen la posibilidad —y la responsabilidad— de acompañar a las personas a descubrir un estilo propio, coherente con su cuerpo, personalidad y necesidades reales. Una práctica consciente puede convertirse en un contrapeso frente a los patrones dañinos impuestos por la industria y los medios.
Paralelamente, la moda inclusiva ha comenzado a abrir espacios donde la diversidad corporal, étnica, de género y de capacidades tiene un lugar legítimo. Marcas emergentes y diseñadores independientes apuestan por talles reales, modelos plurales y narrativas visuales que no excluyen, sino que celebran la diferencia. Sin embargo, aún se trata de un movimiento incipiente frente al poder de las grandes casas de moda que insisten en estéticas rígidas.
La pregunta sigue en el aire: ¿cómo romper el espejo peligroso que devuelven las pasarelas y las pantallas? La respuesta podría estar en la unión de esfuerzos entre moda, medios y profesionales de la asesoría de imagen. Educar, acompañar y visibilizar cuerpos diversos no solo es un deber ético, sino también una necesidad urgente para la salud de las nuevas generaciones.
La verdadera tendencia a seguir no debería ser la del talle cero, sino la del amor propio, la autenticidad y el respeto por la diversidad. En definitiva, una moda que refleje vidas reales y no ficciones dañinas.
Ximena Delgado
Asesora de Imagen -CIC
Presidente AICI Argentina
-Asociacion Internacional de Consultores de Imagen-
www.ximenadelgado.com.ar





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