Alguna vez te preguntaste ¿desde qué lugar interno te vinculas con tu pareja? En la pareja existen dos polaridades yo-tu. Cada una de estas polaridades encierran individualidades distintas, las cuales compartirán inconscientemente las mismas vivencias, atravesadas por sus sistemas familiares. Esto no quiere decir que seamos iguales, sino que nos espejamos mutuamente para sanar nuestra historia personal.
La pareja se construye y en esta construcción saludable es fundamental saber de dónde venimos, nuestras heridas y carencias. Mirar y hacernos cargo de nuestro niño, adolescente y adulto.
Conocernos, trabajarnos terapéuticamente es la clave para no proyectar nuestras historias en la pareja. Es un proceso de sanación y aceptación de la realidad de donde vivimos y cómo experienciamos nuestra vida hasta nuestro aquí y ahora.
Este proceso individual de cada una de las partes, evita vincularnos de manera desordenada en la pareja ya que, puede ocurrir que si internamente estoy en niña/o cuando vaya el encuentro con otra persona, buscaré un padre/madre. Esto significa estar ubicado simbólicamente delante del otro. También, si me ubico simbólicamente atrás de mi pareja, terminaré por maternarlo o paternarlo.
Estos lugares simbólicos son desórdenes internos, carencias de nuestra niñez, que determinará la forma de vincularnos con el otro, trayendo a la cotideaneidad conflictos en el vínculo de pareja. Además, debemos tener en cuenta que existe un campo energético-emocional que caracteriza a las parejas. Cuando esta energía está hacia atrás, es energía de muerte, de estancamiento, de sobrevivencia. Esta energía se presenta, por ejemplo, en crisis de parejas. Pero cuando ya está instaurada en la cotidianeidad del vínculo, traerá al medio de la pareja “un tercero”. Este tercero puede ser el trabajo, los hijos, amantes, las adicciones, alguna mamá o papá de algunos de los miembros de la pareja.
Cuando la energía está hacia adelante, es energía de vida, estamos mirando a nuestra pareja. Es fundamental sacar nuestra pareja fuera de nosotros, trascender individualidades yo-tu y darle entidad para que sea. Por tanto, mirar la pareja implica tener conciencia de paridad, donde los dos ubicados a la par, vemos esa entidad que requiere de construcción y nutrición para que crezca y evolucione. Nutrir el vínculo de pareja, es generar espacios de comunicación efectiva, tener una sexualidad activa, cocrear y materializar proyectos juntos.
Es menester, tener un registro de elección conciente de mi “ser-estar” en la pareja. Sabernos en amor, aceptación y entrega mutua, nos permite construir un vínculo saludable y adulto de paridad.
Lic. Siomara Valente
MAT: 897
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