En una conversación profunda con Héctor Maugeri para +CARAS, Dorys Del Valle reconstruyó su recorrido vital con la serenidad de quien ya hizo las paces con su historia. La exvedette recordó los vínculos que la marcaron y los momentos en los que debió aprender a reconocerse más allá de lo que esperaba de los demás. Con honestidad desarmante, habló del amor, la traición y el desconcierto que vivió en su relación con el padre de sus hijos. Y dio cuenta de cómo ese proceso terminó moldeando la mujer que llegó a ser.
Con una carrera de más de seis décadas, Dorys se convirtió en un nombre clave de la televisión, el teatro y el cine argentino. Comenzó muy joven, después de cambiarse el nombre para poder trabajar sin la oposición familiar, y construyó un camino lleno de personajes memorables. Pasó por grandes ficciones, desde Rolando Rivas, taxista hasta proyectos cinematográficos inolvidables, y siempre mantuvo una presencia escénica marcada por la dignidad y la entrega. Su vida personal, sin embargo, atravesó momentos que ella jamás imaginó.
Dorys del Valle y la verdad que no quiso ver
“El padre de mis hijos era muy mujeriego y yo no me di cuenta”. Con esa frase directa, Dorys describió una dinámica afectiva que la acompañó durante años sin que lograra ponerla en palabras. Se refería a Pancho Guerrero, con quien tuvo a sus dos hijos y con quien construyó una relación atravesada por la confianza, pero también por zonas ciegas. “No sé si soy soberbia o si no miro”, confesó, reflexionando sobre su capacidad, o necesidad., de no ver aquello que la lastimaba. Y reconoció que, en aquel entonces, prefería creer que esa infidelidad no la tocaba.
El impacto de esa revelación llegó más tarde, cuando pudo unir piezas que antes no encajaban. Entendió que había señales que ignoró y comportamientos que justificó sin pensarlo. La época, marcada por mandatos y silencios, tampoco ayudaba a que una mujer pudiera nombrar sus heridas con libertad. Dorys recordó que no era “cuida”, que nunca había estado pendiente de controlar a su pareja, y que esa confianza terminó jugando en su contra. Fue un descubrimiento doloroso, pero necesario.
Dorys Del Valle: autocrítica, amor propio y renacimiento
Con el paso de los años, Dorys transformó ese capítulo en una oportunidad para mirarse de cerca. Descubrió que la autoestima no siempre estaba del lado que uno creía y que amar no significaba ceder hasta desaparecer. “Si vos no me querés, yo no te quiero”, afirmó en +CARAS, reconociendo la fuerza que encontró después de atravesar ese desencanto. Comprendió que las relaciones también requieren valentía para enfrentar la verdad, aunque duela.
Ese aprendizaje la acompañó incluso en sus vínculos posteriores. Dejó de idealizar, de justificar y de maquillar conductas que no la hacían bien. Su lema familiar, heredado de su madre, volvió a ser su brújula: “La elegancia y la dignidad no se pierden”. Y bajo esa premisa fue reconstruyendo un amor propio que no se negocia. Hoy mira aquel capítulo sin rencor, con la madurez de quien atravesó la niebla y se encontró más lúcida del otro lado. Dorys Del Valle sobrevivió al engaño, al silencio y a sus propias sombras, y convirtió todo eso en una versión más fuerte y más verdadera de sí misma.
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