En diálogo con Héctor Maugeri para +CARAS, Bárbara Diez contó el origen íntimo y sorprendente de Planners, la serie que nació de una idea suya y que más tarde se transformó en una ficción multipremiada. Recordó que fue ella quien llevó el proyecto a Disney, convencida de que había una historia que aún no había sido contada: el detrás de escena emocional, técnico y humano del mundo de los eventos. Para su sorpresa, la productora coincidió en que existía un vacío global sobre ese universo. “Les conté lo que quería hacer y les interesó muchísimo”, relató. Así se inició un camino que, sin proponérselo, terminó plasmando partes de su propia vida.
Diez explicó que muchos rasgos de la protagonista, es decir, su calma, su presencia, su modo de atravesar el caos sin perder el eje, surgieron de largas conversaciones con Celeste Cid, quien interpretó a Malena, el personaje principal. “Eso lo practicamos con Celeste”, confesó, revelando que trabajaron juntas la serenidad y la mesura que caracterizan tanto a la ficción como a su propia forma de trabajar. Para Bárbara, la serie no fue solo un proyecto audiovisual: fue un espejo emocional donde volcó aprendizajes personales, decisiones laborales y heridas que la ayudaron a crecer.
Bárbara Diez: el impulso creativo y el miedo que se transforma
Mientras en pantalla se veía a la protagonista salir del miedo para encarar una nueva etapa, Maugeri señaló que esa actitud reflejaba exactamente la historia real de Bárbara. Ella lo confirmó con honestidad. Reconoció que su vida profesional estuvo marcada por momentos donde se animó a lo desconocido, incluso cuando el temor parecía paralizante. “Hice lo que sentía en ese momento; soy muy respetuosa de mis procesos”, aseguró.
Diez explicó que su espíritu emprendedor no surgió de los grandes proyectos, sino de algo mucho más íntimo. Como novia que trabajaba full time, se preguntó cómo hacían otras mujeres en su misma situación. La respuesta “se ocupan las mamás” no le alcanzó. Allí entendió que existía un nicho, una necesidad que nadie estaba atendiendo. “Me hubiera encantado que una mujer entendiera mis tiempos y mis emociones”, recordó. Esa carencia fue la chispa que encendió toda su carrera: se convirtió en esa figura que ella misma habría necesitado.
Bárbara Diez: espiritualidad, gratitud y un propósito que sigue creciendo
En la charla, también habló de su costado más espiritual, una dimensión que considera inseparable de su trabajo. Contó que, para ella, los momentos de mayor realización suelen sentirse “guiados desde arriba”. “A veces decís: acá estuvo Dios, acá bajó un ángel”, expresó, refiriéndose a esas bodas que superan los sueños de los novios y los propios. Esa conexión trascendental, explicó, es lo que mantiene vivo su propósito: dar y recibir afecto a través de su profesión.
Dentro de ese mismo propósito surgió su nuevo proyecto: cursos de protocolo para niños de 7 a 12 años. Los invitaba a tomar el té, a practicar conversación, a integrar a quienes son más tímidos y a descubrir los usos de la servilleta y los cubiertos. La respuesta fue inmediata: “Me llaman las madres preguntando si hay cupos”, celebró en +CARAS. Para ella, transmitir valores de respeto, calidez y educación en la mesa es una forma de sembrar amor desde la infancia.
La entrevista cerró con una pregunta directa sobre su vida sentimental. Bárbara respondió con la misma transparencia que mantuvo en toda la conversación: “No”.
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