En una charla íntima con Héctor Maugeri, Eunice Castro se reencuentra con una de las producciones más recordadas de su carrera: el desnudo inspirado en Pocahontas para la revista Sábado Show, del diario El País. La imagen, convertida en ícono en Uruguay a finales de los años noventa, todavía despierta preguntas, fascinación y sorpresa. Pero Eunice lo explica con naturalidad y sin vueltas: “El cuerpo humano es arte”.
El contexto fue muy claro: el director de la revista decidió realizar una serie de seis desnudos de mujeres artistas uruguayas, con una intención estética más cercana a la expresión corporal que al impacto mediático. “Fue uno de los primeros desnudos en Uruguay. Creo que el primero”. La propuesta se pensó en clave simbólica, no en clave escandalosa, y eso fue lo que la convenció. “La idea era mostrar el cuerpo desde un lugar artístico, no desde la provocación”.
Eunice Castro: el cuerpo como territorio de libertad
En su caso, ese enfoque tenía una raíz profunda: la danza. “Soy bailarina clásica desde los 8 años”. Su relación con el cuerpo nunca estuvo ligada a la vergüenza, sino al lenguaje, a la forma, a la expresión. “Para mí, el cuerpo siempre fue un instrumento. Un lenguaje. Entonces, posar desnuda tenía sentido desde ese lugar”. Muchos esperaban escándalo, pero lo que emergió fue otra cosa: una imagen serena, limpia, poderosa. No hubo pose forzada ni intención de shock. Hubo construcción estética. “Depende de cómo lo mostrás y desde qué lugar lo mostrás”, confesó.
Cuando Maugeri le pregunta si sintió pudor, Eunice sonríe. “El desnudo ya estaba en mi cuerpo desde la danza”. No se trató de despojarse, sino de continuar un lenguaje que ya vivía en ella: el del movimiento, la línea, la postura, la energía. Años más tarde, su carrera la llevó a Buenos Aires, al teatro y a la televisión. “Me encanta Buenos Aires. Siempre me preguntan si volvería, y siempre digo que sí”. Su relación con el cuerpo también se transformó con el tiempo, pero no se rompió. “Con los años cambian cosas, claro. Pero el cuerpo sigue siendo casa”.
Eunice Castro y la ética de mostrarse
La producción de Pocahontas, para Eunice, nunca fue una provocación ni un gesto de exhibicionismo, sino una expresión coherente con su historia personal y artística. “Me enseñaron la ética y la moral en mi casa. El cuerpo no es algo prohibido. Es algo que se honra”. Por eso, cuando muchos esperaron escándalo, ella sostuvo otra lectura: la del cuerpo como territorio de libertad, disciplina y belleza.
Con la danza como raíz, entendió desde temprano que el cuerpo tiene lenguaje, memoria y presencia; que dice incluso antes de hablar. Hoy, con el paso de los años, sigue viendo aquella producción como un acto de afirmación y no de ruptura, una manera de habitarse a sí misma con dignidad y decisión. No se trató de despojarse, sino de mostrarse desde la verdad. Por eso, cuando lo resume, lo dice suave pero con peso propio: “El cuerpo humano es arte”.
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