La China Suárez levanta suspiros donde vaya, ahora conquistó al público chileno, de la mano de su novio Benjamin Vicuña, los encantó, cautivó y dejó helados a todos.
En su más reciente visita al programa de la legendaria Susana Giménez, la China Suárez se refirió a su actual novio, Benjamín Vicuña, como un seductor innato: “Con su tonadita chilena, seduce hasta los muebles”. Curioso como nosotros, en Chile, diríamos lo mismo de ella: con su tonadita porteña seduce no sólo a los muebles, sino también al piso, las lámparas, las puertas y lo que se le pase por delante, hombres y mujeres por igual. Una seducción que no sólo es innata, sino francamente imbatible. Su sobrenombre, China, es producto del prolijo mestizaje argento-japonés de sus antepasados, del cual se declara sumamente orgullosa (su cuenta de Instagram es @sangrejaponesa).
Con tan sólo 24 años y una de las caras más reconocibles del Cono Sur, la actriz trasandina no anda con rodeos ni falsas sonrisas. Lo suyo no sólo se trata de una presencia despampanante, sino de un talento que está dando de qué hablar a ambos lados de Los Andes.
Su última película se titula El hilo rojo, basada en un antiguo mito oriental que plantea la existencia de un hilo indestructible que une a las almas gemelas, destinándolas a ser amantes independientemente de la hora, el lugar o la circunstancia en la que se encuentren. De coproducción chilena-argentina y dirigida por Daniela Goggi, habla de polígonos amorosos, infidelidad y decisiones, tres temas que se confunden con la vida real de la actriz y que han inevitablemente acompañado su explosiva presencia mediática estos últimos meses tras el “Escándalo del Motorhome”, un episodio que pese a tener título de misterio a la Poirot, de misterio tiene poco. Si al este de los Andes muchos medios la tildan de sinvergüenza en el peor sentido de la palabra, de este lado, en una nación tan vergonzosa como la nuestra, puede que lo sea en el mejor sentido: sin-vergüenza. “¿Perdonarías una infidelidad?”, le preguntó Susana en su famoso living, a lo que la China rápidamente contestó: “No. Por ahí me cagaron alguna vez y nunca me lo dijeron. Pero si la vas a hacer hacela muy bien y que no me entere y sufra. No soy una negadora ni enferma de celos, pero si me cagás me voy a enterar, soy como el FBI”.
En lo que respecta a fidelidades e infidelidades, podríamos hablar mucho. Lo cierto es que su presencia y simpatía trascienden cualquier fantasma engendrado en un motorhome.
Fotos y texto revista SML