Hace exactamente un año, con sólo unos meses de vida, Ramoncito Andino hacia su debut en su primer viaje a Nueva York y paseaba por la ciudad en brazos de su mamá, Carolina Prat, de su papá, Guillermo Andino, o en su cómodo cochecito empujado por alguna de sus hermanas, Sofía y Victoria. Hoy, con un año y casi seis meses, es un torbellino que corre por el parque de “La Casa de los Suspiros”, en la zona de Martinez. Detrás de él van “Caro”, “Vicky”, papá y “Toto” (el Golden Retriever, una de las tantas mascotas de la familia). En el hogar de los Andino también hay más perros, gato, hanster y un conejo gigante que llenó de “túneles“ su luminoso espacio. Allí “Monchi”, como lo llama su familia, es el rey absoluto. Con increíbles ojos celestes y su pelo dorado, el pequeño corre sin descanso, jugando con algunos de su infinidad de “chiches”.
“Ramoncito es un nene todo amor. Entrega sólo amor en cada uno de sus gestos. Pero también, como buen varón, es todo garra y tesón. El sabe muy bien lo que quiere y siempre se las ingenia para lograr sus objetivos. Es increíble cómo cambió en estos seis últimos meses. Ahora entiende todo lo que le decimos y lo que hace. Comprende cada consigna que le das y tiene una energía inagotable”, exclama su mamá que como consecuencia de esas energías bajó casi diez kilos.
En su cuarto decorado especialmente en tonos pastel reinan los juguetes de todos los tamaños y formas, una mecedora para hacerlo dormir y una carpa de indios para algunas de sus travesuras. Aunque su debilidad sin duda son las pelotas (tras las que corre por todo el parque dando fuertes patadas y despertando el orgullo de su papá), los autos, los muñecos y, sobre todo, las guitarras. Claro que a la hora de rasguear las cuerdas y cantar uno de los temas de Piñón Fijo, elige una criolla, más alta que él, de la colección de su papá.
“Es increíble la diferencia con las nenas, a las que yo venía acostumbrada. ‘Monchi’ es puro dinamismo. Con las chicas yo me acuerdo que se quedaban horas sentaditas con un juego; se entretenían con un librito de cuentos, pintando, con todo... Ramoncito en cambio es un chico inquieto. Sólo cinco minutos con un juguete y ya sale disparado en busca de otro”, cuenta Caro.
Y, aunque el pequeño aún no habla, se hace entender todo con su media lengua. “Tita” y “Memi” son sus palabras para pedir galletitas y mamadera. Mamá y papá las pronuncia perfecto y cuando quiere llamar a alguna de sus hermanas, no hace diferencias, sólo grita “¡mána!”, como cuando busca a su perro dice “Toto” o “babau”.
“Ramoncito no para… El primer año de vida no dormía de noche, por eso yo bajé tanto de peso. Ahora, gracias a Dios, a las 10 y media ya está en su cuna dormido. Desde los 7 meses hasta los 9 fue duro pero ahora se acostumbró a comer a las 20:30 horas y después toma su mamadera y se duerme. Se despierta a media mañana y mira en su habitación Piñón Fijo. En su cuarto, se pone frente a la tele y canta y baila todas las canciones. También se engancha mucho con las“ Canciones de la Granja”, en Netflix. A las 11 de la mañana hace una corta siesta durante la que todos aprovechamos a descansar un poquito y a hacer otras cosas”, asegura Carolina con una gran sonrisa y orgullosa de su varoncito. Un niño que se muestra feliz; para el que todo es sonrisa y nada llanto.
“Yo soy una mamá todo terreno y Ramoncito es un bebé todo terreno. Porque gracias a Dios come de todo. Tiene un menú muy variado. Le doy verduras, pollo, carnes, leche, galletitas… Es un niño feliz que no para nunca y dentro de sus ya marcadas inquietudes está la música. Porque es increíble pero ve una guitarra y se vuelve loco. Todo juguete que emita sonido atrapa su atención. ¡Ojo! También tiene ese costado salvaje de todo varón que quiere correr con los autitos y no para detrás de la pelota. Le encanta andar en sus cochecitos y ahora estoy tratando de engancharlo más con los juguetes didácticos”, cuenta casi como una rutina diaria que suele cambiar según el ánimo del pequeño y la temperatura del día.
“¿Qué sacó de cada uno de nosotros? Tiene toda mi energía. Como familiarmente se dice, es un “culo inquieto” como yo lo era desde niña, y tiene la impaciencia de ‘Guille’, esa ansiedad de tener todo YA. También en el carácter es muy parecido a su papá. Te hace ver lo que no le gusta y pide muy convencido lo que quiere. Tomó la teta hasta los 9 meses y ahora ya está un poco más independiente de mí. Por ahora me sigo dando el gusto de vestirlo como quiero, porque con el carácter que tiene, en poco tiempo ya va a elegir qué ponerse”.
Aprovechando las horas que “Monchi” le deja libre, Carolina reacomodó sus horarios para continuar realizando su serie de cuadros en madera que tanto éxito le dieron, no descansa con el programa solidario que hace junto a Guillermo, “Andino Y El País”, y siempre se está buscando cosas nuevas para experimentar.
“Mi veta con el Arte me libera mucho la cabeza y la parte solidaria que podemos desarrollar con Guille y que hoy tanto se necesita, nos llena el alma. ¡Soy inmensamente feliz como mamá pero el hecho de trabajar también me hace sentir más que bien! Además, hoy ser mamá de una hija adolescente que ya tiene novio y de un bebé con pañales, es agotador”, concluye Carolina Prat con la sonrisa del orgullo de haber formado una familia en la que hoy el rey, no llega al metro de altura.
por Gaby Balzaretti.
Producción: Alicia Blanco.
Fotos: Marcelo Dubini.
Agradecimientos: MIMO.