"La Sirenita", la esperada nueva versión de acción real del clásico musical animado de Disney que conquistó al mundo entero, finalmente llegó a los cines.
Bajo la dirección del visionario realizador Rob Marshall, esta película promete sumergirnos en un relato épico que despliega un mundo submarino fotorrealista y escenarios de tierra firme construidos con esmero en donde Halle Bailey brilló como Ariel.
Fantasía en el mar
El desafío de recrear el mundo submarino de "La Sirenita" fue monumental, tanto en términos técnicos como en la representación del simbolismo asociado a la historia de Ariel en la cultura popular. Rob Marshall convocó a sus talentosos colaboradores para dar vida a estos dos grandes mundos de manera magistral.
En el mundo submarino, donde las sirenas cantan y los cangrejos hablan, se utilizó la técnica fotorrealista para crear entornos digitales impresionantes. El palacio del Rey Tritón, la gruta de Ariel y la guarida de Úrsula se presentan como escenarios cautivadores. Aunque mágico, el objetivo era lograr que pareciera real, lo cual fue crucial para la película de acción real.
El diseñador de producción John Myhre lideró la concepción de estos entornos submarinos, cada uno con su propio diseño y paleta de colores. La gruta de Ariel refleja la claridad azul del océano en la superficie, mientras que los tonos violeta oscuro representan el mundo siniestro de Úrsula en las profundidades. Por otro lado, el reino submarino de Tritón se inspira en los colores intensos y brillantes de los corales y anémonas reales.
La técnica dry-for-wet permitió insertar a los actores en estos entornos acuáticos sin necesidad de agua. Mediante el uso de una pantalla azul y sofisticados soportes tecnológicos, el elenco interactuó con el mundo submarino. Las cámaras fueron maniobradas desde grúas telescópicas para capturar el movimiento de manera impresionante.
Una historia que cobra vida en tierra firme
El realismo en tierra firme también tiene un papel destacado en "La Sirenita". Ambientada en la década de 1830 en una isla ficticia del Caribe, la película presenta una paleta de tonos tierra y construcciones arquitectónicas en blanco, azul y dorado.
Los estudios Pinewood, en las afueras de Londres, fueron el escenario para la construcción de los entornos terrestres. Desde un castillo colonial descolorido hasta un majestuoso barco, cada detalle se tuvo en cuenta para transportarnos a este mundo de época. Posteriormente, el rodaje se trasladó a la hermosa isla de Cerdeña, frente a las costas de Italia, para filmar las escenas de exteriores.
“Era importante encontrar un lugar que transmitiera el drama épico que requiere la historia. Cerdeña lo tiene todo. Las aguas cristalinas, las impresionantes costas, los acantilados, las fortalezas, las vastas playas y los caminos rurales”, señaló Marshall.
Adaptando el rodaje a las variaciones climáticas, el equipo liderado por Marshall desplegó en Cerdeña grandes recursos técnicos y logísticos que requerían las escenas sobre la superficie del agua, incluyendo una grúa telescópica de 9 metros sobre un bote para filmar secuencias en las cuales los actores estuvieran en el océano. La mayor parte de la imponente fotografía aérea, en tanto, fue realizada con helicópteros y también, en menor medida, con drones para poder captar un paisaje inolvidable.
VO