Antes de convertirse en un ícono de la moda internacional, Valeria Mazza fue una chica de Paraná con una infancia libre, luminosa y lejos de cualquier plan de fama. En una charla íntima con Héctor Maugeri para +CARAS, la supermodelo revisó ese origen que todavía la define y recordó que su llegada a Buenos Aires no tuvo como motor principal las pasarelas, sino una vocación muy distinta.
“Yo llegué para estudiar”, contó con claridad. La moda, en ese momento, era apenas una posibilidad a explorar, no un destino cerrado. Su verdadero deseo estaba ligado a la educación y al trabajo con chicos, una inquietud que había empezado a gestarse desde muy joven.
Valeria Mazza y una adolescencia marcada por la libertad
Valeria recordó su infancia y adolescencia en Paraná como una etapa profundamente feliz. “Tengo recuerdos muy lindos”, dijo, al repasar los días en los que salía a jugar a la vereda con los vecinos, caminaba sola al club o al colegio junto a su hermana, y vivía con una libertad que hoy parece lejana. Esa tranquilidad, esa paz cotidiana, fue el suelo sobre el que se construyó su personalidad.
Alta desde muy chica, a los 13 años ya medía lo mismo que ahora, también empezó temprano a convivir con las miradas ajenas. “Siempre fui observada”, reconoció. En una época en la que se bailaba lento y la estatura no siempre era una ventaja, aprendió a hacerse a un costado sin frustrarse. No lo vivía como un conflicto, sino como parte de crecer siendo diferente.
Valeria Mazza y la vocación que la trajo a Buenos Aires
Cuando llegó a Buenos Aires, Valeria lo hizo con la intención de formarse. Su vocación era clara: quería ser maestra. Incluso comenzó a estudiar Terapia Ocupacional, una carrera que la acercaba a lo que más le gustaba. “Siempre me gustaron mucho los chicos”, explicó, y recordó una experiencia clave a los 13 años con Olimpiadas Especiales, donde tuvo contacto directo con personas con discapacidad. Ese encuentro marcó su camino.
Estudió tres años y, casi sin buscarlo, la moda empezó a ocupar un lugar cada vez más grande. Al año de estar en Buenos Aires, surgió la posibilidad de viajar a Europa. “Yo nunca había salido de la Argentina”, recordó en +CARAS. Aun así, decidió animarse y “descubrir el mundo”, sin saber que ese paso cambiaría su vida para siempre.
Al mirar hacia atrás, Valeria Mazza reconoce que siempre supo que llamaba la atención. No desde la vanidad, sino desde la conciencia de una presencia que no pasaba desapercibida. “Aprendí a convivir con eso”, afirmó. Pero detrás de la modelo que el mundo conoció, sigue estando aquella chica que llegó a Buenos Aires con libros, sueños y una vocación que hablaba de cuidado, enseñanza y compromiso.
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