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Miguel Urdangarin, hijo de la Infanta Cristina y sobrino del Rey Felipe VI, ha protagonizado un nuevo escándalo en la familia real española al convertir el Palacio de la Zarzuela en un escenario de fiestas y excesos que han puesto en jaque la paciencia de los Reyes.
Este verano, mientras Felipe VI y Letizia Ortiz cumplían con sus deberes en Mallorca, Miguel aprovechó la ausencia de los monarcas para organizar numerosas reuniones en la residencia real, que rápidamente se transformaron en verdaderas fiestas.
Fue en una de esas reuniones donde, según fuentes cercanas, Miguel habría fortalecido su relación con Olympia, una antigua compañera de estudios en Ginebra, que ahora es conocida como su "amiga especial".
Sin embargo, lo que para Miguel era solo diversión, para los reyes se convirtió en una traición imperdonable a su confianza. Felipe VI, que siempre ha sido estricto en mantener la seguridad y la discreción en Zarzuela, no toleró las constantes entradas y salidas de personas ajenas al entorno real. Al enterarse de los eventos que tuvieron lugar en su ausencia, el rey estalló, lo que llevó a discusiones sobre la falta de control en el palacio.
Las fiestas de Miguel Urdangarin que alertaron a los reyes
Los problemas comenzaron a acumularse cuando el personal de seguridad y mantenimiento de Zarzuela reportó las actividades de Miguel a los monarcas. Las quejas incluían desde ruidos molestos hasta daños menores en las instalaciones. Esto no hizo más que confirmar las sospechas de los reyes de que Miguel estaba abusando de su privilegio al residir temporalmente en el palacio.
Cansados de la situación, Felipe VI decidió tomar cartas en el asunto, dejando en claro a todos que Zarzuela no es un hotel y que, a partir de septiembre, no toleraría más huéspedes ni invitados. La orden fue clara: Miguel Urdangarin debía abandonar Zarzuela y buscar otro lugar donde vivir y continuar con su estilo de vida festivo.
VO
