Dos señoras de 50 años la interceptan camino al restaurante del Alvear. “Mariana: ¿Te enojas si te pedimos una foto?”, preguntan con cierto temor. Y aunque al principio se resiste, Mariana Nannis (53) termina accediendo al persistente pedido de selfie. “¡Olvídate de Claudio, ya fue!”, la despiden efusivas y entonces, la mujer de la que habló el país tras las denuncias públicas por violencia e infidelidad adjudicadas al padre de sus hijos, Claudio Paul Caniggia (52), reflexiona: “Las mujeres apoyan a las mujeres”.
El encuentro es en el noveno piso pero Nannis se anticipa y recibe a CARAS en el lobby del hotel. Una vez en la suite —que por medidas de seguridad nunca es la misma donde se alojó el año anterior— le cuesta dar con la llave que corresponde al candado de cada valija, donde almacena una colección completa de vestidos Dolce & Gabbana sin estrenar. “Cuando vengo a la Argentina no tengo dónde usarlos. Tampoco me traje muchos porque pesan. Además, en todos los hoteles del mundo donde viajo voy dejando valijas. Acá tengo cuatro y en el Faena otras cuatro”, precisa mientras elige unos tacos, “Como los que usan las Kardashian”, para el primer cambio que lucirá en las fotos, propone: “Tengo una esmeralda re grosa, si querés me la pongo…”
Aunque aún no define su fecha de regreso a España, la mamá de los mellizos Charlotte (26) y Alex Caniggia (26) asegura que desde su arribo a Buenos Aires ya logró lo más importante: “Son muchas las mujeres que se callan y no dicen lo que les pasó y se la aguantan. A veces una aguanta por los hijos, por la familia o porque te tienen amenazada y no podés hacer nada. Pero llega un momento, cuando decís las cosas que tenés que decir, que te sacás trescientos kilos de una mochila. Y después te sentís diferente, cuando decís lo que tenías adentro y llevaste tanto tiempo guardado”.
—¿Fue un alivio contar públicamente que sufría violencia de género?
—Aunque sean cosas que son dolorosas es un alivio. Por eso uno lo saca, no importa cuándo. La gente te dice: “¿Por qué esperaste tanto tiempo?” Y una espera el momento también, porque si estás amenazada no podés ir a hacer una denuncia. El me amenazaba con que era amigo del jefe de la policía, de Angelici, del Presidente que hay ahora y me decía: “Tu cabeza va a rodar”...
—¿En Marbella tampoco lo denunció?
—Obviamente que hice la denuncia pero el papel lo hicieron desaparecer. Fue cuando fui al Hospital. Allá cuando llegás te preguntan por qué estás ahí y vos vas a urgencias y decís “¡Porque mi marido me pegó!”, en mi caso… Y te atienden primero que a todo el mundo, no tenés que esperar. Entonces viene la policía, te atiende un médico forense y después eso parte para el juzgado con una nota pero lo hicieron desaparecer. Siempre me tenía amenazada. Yo le decía: “Me quiero ir. ¿Para qué querés que me quede acá?” Y él me respondía: “Si vos me dejas, te voy a matar”.
— ¿Lo creía capaz de algo así?
—Yo que sé… No sé. Una persona que tiene adicciones es capaz de hacer cualquier cosa, como todo lo que hizo lamentablemente y me las tuve que comer yo. La gente después te critica pero no sabe lo que pasé. Yo me callé la boca pero tuve muchos episodios. Una vez me reventó a patadas mal en el living de mi casa. ¡Patadas! Y ahí me tuve que poner pantalones, aunque yo no uso, porque los moretones eran enormes y no se me iban.
—¿Alguien de su entorno sabía que su marido le pegaba?
—Muchas amigas, todas las que me vieron en Marbella y acá. Porque me veían de repente un moretón en la mano o uno en el brazo…
—¿Sus hijos también?
—También, obvio. Pero si yo tenía un moretón en el brazo me ponía algo para que ellos no lo vieran. Si era invierno, me tapaba con algo de ropa.
—¿Cuándo fue la primera vez que le levantó la mano?
—La primera vez fue en Bérgamo, Italia, cuando vivía con él. Claudio había tenido un problema de una plata que le faltaba y se la había sacado una persona que había entrado a la casa. Pero él pensaba que me la había gastado yo. El hermano había traído a un amigo y el amigo se robó la chequera de nuestra habitación. Entonces sacaban cheques y cheques… Cheques de nuestra cuenta mientras yo estaba con él en el Caribe. Y cuando volvemos me dice: “¡Me falta un montón de plata del banco!”. Y le digo: “Pero yo estuve en el Caribe con vos, en Miami. ¿Cómo hice para gastarme 100 mil euros? Si además estoy todo el día con vos y vos me compras las cosas…” Y el tipo me agarró contra la pared y me dijo que me iba a matar. Pero me agarró del cuello mal, no podía ni respirar, parecía que me quería ahorcar. Y yo lloraba. Me echaba la culpa a mí y me decía: “¡Vos me sacaste toda esa plata hija de puta!”.
—¿Pudo contárselo a alguien en ese momento?
—A mis amigas que me dijeron “¡Está loco!”, pero bueno, yo que sé. Hay gente que es violenta y que no le podés decir nada porque se piensan que se van a comer el mundo.
—¿Después de los episodios de violencia se disculpaba? ¿Sentía algún remordimiento?
—No, nunca pedía perdón por nada. Jamás en la vida me pidió perdón. Quizás me trataba de comprar algo pero viste, te cagaba a trompadas y te decía: “¿Qué te querés comprar?” Trataba de arreglarla porque obviamente tenía culpa. Pero a la gente se la trata con amor, yo le di mucho amor y él nunca me dio nada. Fijate todas las fotos que hay en el archivo de CARAS donde yo siempre lo estoy abrazando a él y él nunca a mí.
—¿Con el tiempo se calmó o fue incrementando la violencia?
—Una vez discutimos y agarró una piedra y me dijo que me iba a partir la cabeza. Fue en Marbella, yo le iba a dar de comer a los gatitos abandonados y él me llevó. Cuando estábamos ahí me dijo que necesitaba plata para irse de viaje y que quería 20 mil dólares pero yo tenía que firmar algo. Entonces le contesté que no lo iba a firmar y me empezó a insultar y amenazó con “¡Si no lo hacés te voy a romper la cabeza!” Agarró una piedra importante y la tenía en la mano para partírmela. Yo le dije: “Si me matas acá y me rompés la cabeza, vas preso”. No sé cómo zafé todavía.
—Siempre sin testigos alrededor…
—Bueno, a veces era con testigos pero esa vez no había nadie porque era un descampado.
—¿Cómo continuó compartiendo el mismo techo después de un episodio tan traumático?
— Viví un montón de tiempo en mi casa de Marbella encerrada con llave, dormía en una habitación con llave porque le tenía miedo. Por mucho tiempo. Vivía en una mansión pero en realidad pasé a vivir en una habitación. Una vez, que estaba mi amigo Mauricio viviendo con nosotros, me dijo: “Quiere romperte la puerta de la habitación”. La quiso romper y no pudo. Pero dejó la cerradura re-mal. Mauricio me decía: “No me gusta cómo te trata, te basurea todo el tiempo”. Y él me gritaba: “¡Callate gorda de mierda, vieja, anciana..!” Siempre estaba denigrándome, humillándome. Y yo no soy ni gorda, ni vieja ni nada pero te psicopatea. Le hacía de comer y me decía: “¿Esta mierda hay para comer?” O abría la heladera y decía: “¡No hay una mierda en esta casa!”. El tipo está acostumbrado a hacer lo que quiere, es un manipulador mentiroso que no le importa nada. Se iba de viaje y jamás me decía a dónde. Hacía vida de soltero. Es el día de hoy que yo no sé dónde está mi marido.
—¿Lo sigue siendo? Se dijo que estaban separados hace un año y ocho meses.
—¿Por qué no vas arriba y preguntás? Tengo a mi abogado arriba. Yo estuve hace un año acá y me quedé veintipico de días en este hotel con mi marido. ¿Querés que te muestre el mail con todos los papeles y todas las estadías? (Enseña una captura de pantalla desde su celular).
—Tampoco inició ningún trámite de divorcio…
—No, no estoy divorciada y él sigue siendo mi marido, por eso estoy acá.
—¿El tampoco se lo pidió?
—No, ni yo se lo pedí ni él me lo pidió. La solución no es el divorcio, es que se cure.
—¿Si se curara intentaría recomponer su matrimonio?
—No sé, primero lo tengo que curar. En las condiciones que se encuentra no puede estar con nadie, solamente con la prostituta drogadicta que tiene al lado que hace que cada día se drogue más. Yo no puedo estar con un enfermo, tengo que estar con una persona que esté sana. Pienso que me merezco alguien que me respete, yo siempre lo respeté, siempre cuidé la familia y lo cuidé a él como si fuese la madre no como una mujer. Ya no puedo estar con un enfermo porque un día me da un golpe y me mata.
—¿Sus hijos tuvieron la mala suerte de presenciar alguna situación violenta?
—Tuvieron la mala suerte de que el padre los pasaba a buscar por el colegio y los llevara a un “puticlub” y los encerrara en el auto horas y horas. Mientras él estaba metido haciendo de las suyas, drogándose o con putas.
—Charlotte es la única de sus herederos que sigue en contacto con Claudio…
—Y sí, es el papá. Su hijo Axel, el que vive afuera, está muy dolido también porque no le gustan los problemas y todo lo que está pasando.
—¿Nunca les levantó la mano a ellos?
—No, porque yo los defendía, decía que no les podía pegar. Una madre siempre defiende a los hijos. Se ve que a él le pegaban cuando era chico pero mal. Una vez me contó que lo agarraron y lo reventaron con un cinturón. Sino el padre lo dejaba atado en una silla en una habitación cuando se portaba mal.
—Perdió un embarazo de dos meses y medio hace 12 años que, según reveló, fue consecuencia de que Caniggia la empujara contra un coche. ¿Cuánto le llevó procesar esa pérdida?
—Es algo que siempre te acordás. Aparte, yo tenía una amiga que estaba embarazada también y después nació su hijito, Axel se llama y yo lo veía y me ponía a llorar.
—¿Fue un bebé buscado?
—No, pero ya le había comprado la ropita y todo. De nene y de nena por las dudas. Pero es lo que me tocó…
—Después pasó 40 días postrada en una cama.... ¿Quién se ocupaba de usted?
—Me cuidaba la señora que trabajaba con nosotros y me levantaba como podía porque tenía que poner buena cara por los chicos, no podía llorar ni nada. Esa fue la más heavy de todas las veces y se había dado todo porque no lo había dejado entrar a mi casa con un paquete de cocaína. Una vez Charlotte abrió el buzón de nuestra casa y encontró un paquete de cocaína en un sobre, que le dejaban sus amigos. Y ella con 13 años dijo: “¿Qué es ésto? Es una brujería, es una brujería”. Y lo tiró a la casa del vecino. Entonces un día le dije a Claudio: “Vos no tendrías que tener más plata para no drogarte más”. ¿Sabes qué me dijo? “¿Te pensás imbécil que a mí me la venden? A mí me la regalan estúpida. ¿Sabés quién soy yo?” Y le contesté: “¡Sí, un drogadicto, por eso te la regalan”.
—A través de su Instagram, Claudio Caniggia redobló la apuesta y dijo que usted necesitaba urgente una pericia psiquiátrica.
—En realidad el que necesita una pericia es él. ¿Cómo hace una persona que es insana para proteger una familia durante 30 años? ¡Contestámelo! Yo no tomo drogas, no tomo alcohol, no como carne. A él lo llamaban por teléfono a la 1 de la mañana y se metía en el baño por 4 horas o más. ¿Estaba hablando por teléfono o se estaría drogando? No sé. No tenía control de los horarios. Lo interné dos veces ya en una clínica y se escapó las dos. Le salvé la vida doscientas veces. Yo y mis hijos hicimos todo lo posible para que se cure pero no quiso. ¡Y ahora vine a salvarlo o se muere! Mientras todos lo tienen hecho una mierda, otra vez vengo a rescatarlo.
—¿Después de todo el daño que le hizo?
—Es que es el padre de mis hijos y pienso que como lo elegí para que lo sea, no quiero que el día de mañana mis hijos me reclamen que no hice nada por el padre y lo dejé que se muera. Si yo no hago nada y mañana se muere ¿Qué hago yo? O sea, tengo tres hijos... Me lo van a recriminar toda la vida y no quiero llevar ese peso encima. Entonces como ser humano lo hago. Claudio no es la misma persona que yo elegí en su momento, está cambiado pero hay que ayudarlo. Para que sea una persona de bien para lo sociedad y pueda insertarse de nuevo. Además, las personas así se autodestruyen y él está buscando autodestruirse.
—¿Es cierto que le bloqueó el acceso a todas las cuentas y suspendió las tarjetas de crédito?
— La verdad no sé dónde está la plata, sólo él tiene acceso a las cuentas, yo no, a ninguna. El se está gastando el patrimonio familiar con una prostituta drogadicta y no lo está haciendo ni con sus hijos ni con la madre de sus hijos.
—Durante la entrevista con Susana Giménez se la criticó por llamar “trola”, “prostituta” y “chiruza” a otra mujer. ¿Se arrepiente de haber usado esos términos sobre todo en los tiempos que corren, donde se habla de solidaridad entre mujeres?
—¿Y qué voy a decir que es una santa? Si cobra y está en las páginas de prostitución. Y tiene a mi marido drogado todo el tiempo. ¿Cuál sería la forma de llamarla? La forma es que no me lo mate y que no lo encuentre un día tirado en un hotel por una sobredosis muerto. ¡Una mujer es una mujer! Yo soy una mujer de familia, ¿Okey? Siempre cuidé a mi familia y a mis hijos. El es mi marido y está casado conmigo. Si está al lado de una prostituta que lo tiene drogado todo el día es lo que él eligió pero yo sigo siendo su mujer le pese a quien le pese.
—Se dijo que habría cobrado por ir al programa de Susana, además de un canje con el hotel donde se aloja y un pasaje de ida y vuelta en primera clase…
—Nada que ver. No podés cobrar nada acá porque el país está quebrado. Nadie te paga, es mentira. El pasaje me lo estoy pagando yo y el hotel también, preguntá en conserjería...
—Sin embargo, Charlotte le dijo a Marcelo Tinelli en su programa que si arreglaban un cachet usted podría aceptar ir a verla al “Bailando”…
—No, muchísimas gracias. La última vez que fui dijeron que me iban a pagar una cosa y al final no lo hicieron. Me pagaron pocos programas y yo había hecho un montón.
—Siempre se refirió al hombre como el “jefe de la familia”. ¿Nunca quiso trabajar?
—Yo trabajé toda mi vida haciendo de madre de familia, toda la vida. Trabajando es estar al lado de mi marido, es un trabajo. Proteger a tu familia, irte como una nómade de país a país, cambiar de color la casa, hacer mudanzas… ¿Eso no es trabajar? Yo hice mudanzas embarazada de 5 meses de los mellizos mientras mi marido me había dejado sola porque estaba en Roma y yo me desmayaba en la cama.
—¿Se imagina rehaciendo su vida y en pareja con otro hombre?
—Pienso que tengo derecho a ser feliz porque yo respeto y busco familia, sino hubiese tenido 300 machos, como él, que tuvo 300 putas. Si yo no engaño y busco familia es lo que Dios me va a mandar ¿Entendés? La vida da muchas vueltas. Lo primero que debería tener un hombre para enamorarme es respeto, porque yo respeté 30 años y no lo hicieron conmigo. A mí nunca me quiso ni me protegió; si me hubiese querido lo hubiese demostrado. Y segundo, querer lo mismo que busco yo: familia. La felicidad tampoco es una situación económica. La felicidad es que te traten bien, que te den un abrazo, que te den un beso… Yo no apuesto a pasar un rato. La familia es el pilar básico en esta vida, si no tenés una familia, no tenés nada.