Fue mujer transexual, prostituta, modelo, cantante, vedette, estrella mediática, valiente y luchadora. Cristina Ortiz, La Veneno, logró ser una de las primeras mujeres en visibilizar la realidad del colectivo transexual durante la década del 90, y su historia renace gracias a la serie de "Los Javis" (creadores de La llamada y Paquita Salas).
Nació en 1964, en el seno de una familia de clase media de Adra (Andalucía). A una corta edad, Joselito (como era conocido en el pueblo) descubrió que no era como el resto de sus compañeros, y ya en la adolescencia se dio cuenta de que era transgénero. Debito a su condición, fue víctima de bullying y agresiones, desprecio y maltrato, protagonizados por sus propios familiares, como así también por vecinos del pueblo, que no respetaban su identidad. En su infancia mostró que tenía talento para a moda, ya que diseñaba toda su ropa, como lo haría más tarde al crear los vestidos con los que aparecía en televisión. En esa época se ganó la vida como peluquero y modelo, llegando a ser nombrado Míster Andalucía 1988.
Según contó en sus memorias “Digo, ni puta ni santa” (publicado en 2016), y en numerosas entrevistas, abandonó a su familia y su pueblo siendo muy joven, para vivir en Málaga y Torremolinos, harta de no poder desarrollar su condición de transexual. Cristina se instaló en Madrid, decidió cumplir su deseo de ser mujer y comenzó a hormonarse. En ese entonces, las personas transgénero vivían en una situación de exclusión social absoluta que hacía que las formas de ganarse la vida se limitaran al mundo del espectáculo y de la prostitución. Cristina empezó a ejercer en el Parque del Oeste. Su físico hizo que fuera una de las prostitutas más solicitadas entre las transexuales que ejercían el oficio más antiguo del mundo, convirtiéndose en “la puta que ganaba hasta 100.000 pesetas por llevármelos a casa”.
La puerta a la popularidad
Una noche de 1996 su destino cambió, cuando unos cámaras de televisión acudieron a realizar un reportaje sobre la prostitución. El video se emitió en el programa nocturno “Esta noche cruzamos el Mississipi”, el exitoso late-night que conducía Pepe Navarro en Telecinco. Su soltura y su gracia andaluza sedujeron al conductor y a gran parte de la audiencia española, que no pudo despegarse de la pantalla del televisor, cuando vio a esta belleza vestida de sultana, aparecer en la noche fría del Parque del Oeste. La aparición de Cristina sorprendió a todo el público, y el periodista no dudó en incluirla en su equipo.
“La pepita me palpita”, “el tiburón se la llevó” y “¡Qué valor!”, fueron algunas de sus frases que la convirtieron en un personaje exitoso, logrando que sus apariciones televisivas lleguen a conseguir grandes picos de audiencia. Su forma deslenguada de hablar, la convirtió en una personalidad reclamada por los medios, y su físico la convirtió en un sex-simbol de la época.
La Veneno fue una de las primeras caras visibles de la realidad de las prostitutas trans, mostrando un mundo que hasta entonces había permanecido en la sombra. Tras su paso por la televisión, su popularidad se disparó. Grabó dos sencillos (Veneno pa tu piel, y El rap de La Veneno); hizo una gira por España con un show cabaretero; participó en programas, series y películas. Su fama también la llevó a trabajar en Latinoamérica.
La popularidad que tuvo en esa época la consagraron, algo que pocas personas habían logrado.
El final televisivo
Luego de la cancelación de los programas de Pepe Navarro, a fines de 1997, su carrera fue poco a poco apagándose, aunque según ella dijo haber trabajado unos meses en la televisión argentina junto a Susana Giménez. En 2001, su novio italiano la denunció por una estafa a la aseguradora de su casa, tras quemar su piso e intentar cobrar el seguro. Este asunto la llevo a prisión en 2003, cumpliendo su condena durante tres años en una cárcel de hombres, algo que las leyes actuales habrían impedido. Este seguro fue uno de los capítulos más duros de su vida, que le dejó secuelas físicas y psicológicas. Luego de su salida en 2006, tenía 41 años y pesaba 120 kilos. Con un visible deterioro físico, volvió a la televisión a contar su dura experiencia tras las rejas, hablando incluso de violaciones.
En su última década de vida, se paseó por diversos programas de televisión, protagonizando enfrentamientos con otros personajes populares. Durante sus últimas apariciones mediáticas, fue promocionando lo que serían sus memorias en el libro “Ni puta ni santa”, escrito por su amiga Valeria Vegas. En él, la vedette desvelaba las profesiones de sus clientes más famosos de las noches de Madrid cuando ejercía la prostitución; y las fantasías sexuales que realizaba con estos clientes. Desde políticos, futbolistas y cantantes, ninguno pudo resistirse a sus encantos.
Una muerte con varios flecos abiertos
Un mes después de la presentación de su libro, su pareja la encontró golpeada y amoratada en su casa. Luego de pasar varios días en el hospital de La Paz, el 9 de noviembre de 2016, murió por un fuerte traumatismo craneal.
La conclusión de la autopsia fue que se había caído en el baño después de haber consumido ansiolíticos. Parte de su familia cree que su muerte no fue un accidente, gracias al hallazgo de manchas de sangre pertenecientes a otra persona, en la habitación.
Su cuerpo fue incinerado y parte de sus cenizas se esparcieron en el Parque del Oeste (donde tiene su placa), como ella quería. Otra parte, su familia se la llevó a Adra, el pueblo que la repudió.
Con “Veneno”, Javier Ambrossi y Javier Calvo, buscan contarle al mundo la historia de una persona que ha sido odiada simplemente por cómo era. Tristemente, lo que le ocurrió a este personaje no es un caso aislado, sino que es algo cotidiano en el día a día de muchas de ellas. Sin dudas “Ella caminó, para que hoy nosotras pudiéramos correr”.
Por - Francisco Ferreyra