Charlene de Mónaco demostró en más de una ocasión que no teme romper con las tradiciones de la realeza. Con un estilo que fusiona la elegancia clásica con toques audaces y modernos, la esposa del príncipe Alberto II se ha convertido en una figura intrigante dentro de la monarquía europea. Su regreso a la vida pública tras un periodo de enfermedad llegó acompañado de una renovada actitud y una imagen que no deja de sorprender.
Durante su reciente visita a la región francesa de Alsacia junto a su esposo, Charlene capturó todas las miradas con un abrigo blanco. Si bien la moda siempre fue un aspecto clave en su imagen, lo que realmente llamó la atención en este evento fue su elección de esmalte de uñas que rompió el protocolo vigente para los royals.
Charlene optó por una manicura en color negro, una elección poco habitual dentro de la realeza, donde predominan los tonos neutros y clásicos como el nude o el burdeos. Su atrevimiento no pasó desapercibido y confirmó una vez más que la princesa sudafricana tiene una fuerte personalidad que se expresa a través de sus decisiones estéticas.
La visita al papa y otro momento en que Charlene optó por romper el protocolo
Otro de los momentos en los que Charlene desafió el protocolo fue durante su visita al Vaticano. Si bien pertenece al exclusivo grupo de mujeres con el "privilège du blanc", que le permite vestir de blanco en presencia del Papa, la princesa sorprendió al optar por un atuendo completamente negro.
Este gesto generó especulaciones sobre su intención detrás de la elección, pero lo cierto es que, con su porte impecable, demostró que sigue sus propias reglas sin perder la distinción que la caracteriza.
Una princesa que marca su propio camino
Desde su llegada a la familia real monegasca, Charlene fue objeto de constantes comparaciones con la inolvidable Grace Kelly. Sin embargo, con el paso del tiempo, logró construir una identidad propia que la distingue de su suegra y de otras figuras de la realeza como Carolina de Mónaco y Carlota Casiraghi. Su expresión de individualidad a través de la moda y su actitud reservada, pero firme, consolidaron su imagen como una princesa que no teme romper esquemas.
Con cada aparición pública, Charlene sigue dejando claro que no es una royal convencional. Su estilo es una declaración de independencia dentro de una institución donde las normas están bien establecidas. En un mundo donde la tradición y la modernidad buscan equilibrarse, ella se transformó en un símbolo de evolución y sofisticación.
VO

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