Nada sucede de un día para el otro. Todo es un largo camino ha recorrer con disciplina y convencimiento. Pero también con felicidad y enorme placer. Así lo asegura Mariela Anchipi (39), la coach más chic y sexy del “Bailando” y hoy también la coreógrafa de las dos exitosas obras de teatro “Stravaganza” y “Luz Cenicienta”. Independiente, luchadora y, algo tímida, a la hora de hablar frente a una cámara, Mariela, como todos la llaman, experimentó su propia metamorfosis para llegar a ser quien es hoy. “Dale a una mujer los zapatos adecuados y conquistará el mundo”, aseguró Marilyn Monroe, un verdadero ícono de la sensualidad femenina. Y agregó: “El cuerpo de una mujer está destinado a ser visto; no a estar todo cubierto”. Sin dudas las mujer de Dady Brieva (59) —juntos desde 2008, casados a fines de 2012 y madre de sus hijos Felipe (6) y Rosario (3)— es la perfecta conjunción de ambas frases. La bailarina primero se preparó profesionalmente, luego se enamoró perdidamente de un hombre que ya le había declarado su amor y, finalmente, cumplió su sueño de ser madre. Pero luego venía su otro gran desafío. El de reinventarse. Y con la garra que se jugó a vivir ese amor que la sorprendió de un hombre 21 años mayor que ella, que venía de un matrimonio con 28 años de historia y dispuesto a nuevamente volver a arrancar de cero junto a ella, también tomó las riendas de su vida y decidió transformarse. Volver a gustarse frente al espejo para así gustarle a su hombre y, cada día, volver a conquistarlo.
“Jamás me quedo quieta en un lugar por más cómoda que esté en él. No puedo. No es parte de mi naturaleza. Todo lo contrario. Siempre fui una gran peleadora; voy por lo que quiero. Nunca me relajé. En ningún momento de mi vida. Miro para atrás y puedo comprobar que siempre fui así. Sin dudas, sé que hubiera sido mucho más fácil para mí quedarme con el primer sueño que cumplí. Sin embargo siempre voy por más…”, asegura “Chipi”, aún con la valentía que encaró la cámara fotográfica totalmente desnuda. “¡Y me solté el cabello, me vestí de reina, me puse tacones, me pinté y era bella..! ¡Y todos me miran, me miran, me miran..!”, canta Gloria Trevi y “Chipi” se olvida de sus pudores. Seduce a la cámara. Juega. Se despoja de todo. Es libre. No tiene límites. Como quiere vivir su vida aunque a veces se frena y, con una pícara sonrisa murmura: “¡Soy mamá! Me tengo que cuidar un poquito porque después tengo que ir a la reunión de padres del colegio de mis hijos…!” Y también lo hace por la celosa mirada de su marido, quien con gran orgullo y humor bien machista le aseguró a Susana Giménez, “¡Mirá la perra que me dio dos hijos!” Después de posar sensual, lejos de prejuicios y mostrando con orgullo sus envidiadas curvas, “Chipi” se entrega a una íntima charla con CARAS.
“El cuerpo en su desnudez para mí es algo natural. Me educaron así. Para aceptar naturalmente lo que tenemos. Yo no vivo pendiente del físico. Sí vivo pendiente de tener metas en la vida. De estar feliz con mis hijos, con mi pareja y conmigo misma. De que mi alma y mi espíritu estén plenos. De algo más de mi interior…”, asegura la bella mujer rubia como para romper el hielo. Y rápidamente explica que esta filosofía de vida la adoptó desde su infancia, cuando comenzó con la danza.
“La bailarina tiene una relación muy especial con su cuerpo. Yo arranqué muy chica bailando en el teatro Colón. Por eso siempre trabajé sobre mi cuerpo como algo más libre ya que con él transmito sentimientos. Y nunca me relajé en este punto. Hasta que fui mamá. ¡Ahí fue como que me tomé un recreito! Pero hice un camino increíble. Siempre mirando para adelante y no quedándome estancada en un sitio. Y me podría haber quedado en un solo lugar pero eso no va conmigo”, explica Mariela.
Luego de disfrutar de unos días de descanso en Brasil junto a su familia, Mariela aclara que no tiene secretos a la hora de cuidar su físico. Y que sus curvas las recuperó con gimnasia y mucha disciplina.
“¿Mi gran secreto? —repite sonriendo—. Estar feliz, comer sano, hacer ejercicios y, fundamentalmente, tener el alma y el espíritu en paz. También tener siempre proyectos en mente que, a mi por lo menos, me mantienen bien. Aunque alguno piense que para mí fue todo fácil, no es así. La música y el baile son mi motor pero también volver a bailar fue una decisión muy fuerte en mi vida. Volví a sentir los nervios de la principiante. Después lo disfruté nuevamente y fue como un renacer”, asegura con su hablar suave pero muy seguro. Entonces la pregunta sola se reitera. ¿El secreto? ¿Alguno debe existir?
“Podría decir que es parte de mi naturaleza. Está en mis genes. Yo tengo un fuerte gen aborigen. Mi papá es de ‘Los Toldos’ y es descendiente del Cacique Manuel Grande y de Rosario Grande, ‘la cautiva’ que luego se casó con un militar italiano de apellido Anchipi. Ellos figuran en el libro ‘Indias Blancas’ (de Florencia Bonelli). Por ella mi hija se llama Rosario. Eran parte de los caciques tehuelches y pampas de las tolderías, entre 1850 y 1880, que luego se mantuvieron en paz y amistad con los criollos argentinos. Tengo mucha mezcla de genes bien fuertes. En mi familia todos nos parecemos y tenemos mucho y buen pelo —dice con una carcajada—. Y a mí me educaron con la naturalidad de esos dos mundos tan dispares y tan fuertes a la vez”, revela la sexy mujer. Y aunque repite que para ella el verse y sentirse bien no pasa por beber pócimas secretas sino por una cuestión interior, más profunda, se anima a develar algunas de sus diarias rutinas que, según afirma, ayudan.
“Yo puedo contar lo que a mí me hace sentir bien y fuerte. Por ejemplo bebo mucha agua, entre dos y tres litros por día y, si es posible, con limón. También tomo mucho té verde. Algunos jugos de frutas y jengibre (una planta que lleva más de 5 mil años utilizándose por sus increíbles beneficios para la salud). Evito todos los lácteos que puedo, y sólo como queso de vez en cuando. Consumo mucho pollo, pero sólo de granja, y pescado. Intento evitar la carne vacuna porque si la como después quedo pesada, tengo una digestión muy lenta. Eliminé casi por completo las harinas y si como algo con ellas, es sólo por la mañana. También consumo muchas semillas (como las de zapallo) y frutos secos que, entre comidas, te calman el apetito y la ansiedad. Y hago gimnasia, corro (si puedo 45 minutos por día, que son como 7 kilómetros); voy a natación dos veces por semana y nado mucho mariposa. También, cada tanto, hago algo de trabajo con pesitas”, enumera Mariela como parte de su trabajo físico y cuidado a la hora de la alimentación. “¡Hoy me siento más segura de mi cuerpo!”, repite y al ir viendo sus imágenes, aún en la cámara del fotógrafo, lo confirma su gran sonrisa, mezcla de satisfacción y timidez.
Entonces, en la íntima charla se impone uno de los fines que la impulsó a transitar el camino de su gran transformación. Mariela se inquieta al hablar de su intimidad y una risa nerviosa la acompaña al finalizar cada frase. “¿Si el sexo con Dady cambió..? -repite la pregunta con el tiempo suficiente para armar en su cabeza la respuesta justa-. Para mí el sexo es fundamental para todo. Para el cuerpo, para estar más bella, para la cabeza, para el amor, para el humor, para la vida… Estoy convencida que alinea todo en la vida. Y te baja las ansiedades; por eso también es bueno para los nervios y para trabajar mejor. Con Dady tenemos semanas de sexo a full, como todas las parejas, y otras más tranquis. En días de vacaciones tenemos a favor que los chicos, con todo el día en el mar, se cansan y se duermen temprano… Entonces nos dan tiempo para que lo vivamos tranquilos. Dady es siempre quien toma la iniciativa y yo, como buena mujer gauchita, lo sigo en todo”, concluye Mariela Anchipi sin poder evitar sonrojarse ante su confesión.
Por Gaby Balzaretti
Agradecimientos: Fotos: Gabriel Machado (Instagram @machaditouno). Producción y estilismo @caprarolamariano, Asist. Prod. Josefina Conde. Veroluna MakeUp, Peinó Cris Cagnina para Claudio Cerini, Alejas, isabelenglebert.com, Zapatos Valdez, Litebrush, Trajes de baño Zubielqui.