Erase una vez una idílica historia de amor. Ella, una joven de 17 años que soñaba con ser chef y formar una familia; él, un prometedor jugador de fútbol cuya meta era destacarse en el exterior y poder darle a sus hijos el confort que a él muchas veces le había faltado. El destino los cruzó y juntos comenzaron lo que parecía un romance de cuento de hadas.
Hoy, (28) no se arrepiente de nada y recuerda con cariño los inicios de su relación con el jugador Daniel Osvaldo (29), aunque ahora solo los unan las audiencias judiciales donde ella reclama una vivienda y los bienes que le corresponden a Gianluca (9), el único hijo que tuvo la pareja.
“Lo conocí porque mi hermana tenía un portal de internet con su novio y necesitaban promotores. Ellos lo conocían y le preguntaron si quería trabajar y él dijo que si. Me acuerdo que la primera vez que lo vi pensé: ‘Que lindo chico’. Un mes después lo volví a cruzar en el boliche Elsieland donde los dos habíamos ido a trabajar para mi hermana. Estuvimos toda la noche hablando. Antes de irse, se me acercó y me regaló un rosario de madera que tenía colgado. Me dijo: ‘quiero que tengas algo mío siempre con vos’, recuerda Ana.
A los pocos días de aquel encuentro, formalizaron su relación:“Fue todo muy rápido. Daniel es avasallante y te impresiona. Es un conquistador nato. Me deslumbró. Yo nunca había estado de novia. Me enamoré”.


