viernes 19 de abril del 2024
ACTUALIDAD 22-09-2015 11:16

La visita del Papa a Cuba

Historico encuentro con Fidel Castro en la Habana. Galería de fotosGalería de fotos

Una sucesión de simbólicas postales signó la visita histórica a Cuba del Papa Francisco (78). El sábado 19, procedente de Roma, Jorge Bergoglio aterrizó a las 16:00 y se convirtió en el tercer pontífice en visitar la isla. Lo antecedieron Juan Pablo II, en enero de 1998, y Benedicto XVI, en abril de 2012.

Previo a su viaje a los Estados Unidos, en el marco de una gira que lo tiene como protagonista del acercamiento diplomático y comercial entre ambos países, Francisco ejerció como un imán para las miles de fieles que se congregaron en La Habana para recibirlo. El halo de ideas nuevas para la Iglesia comulgó con el espíritu revolucionario del pueblo cubano, quien lo recibió con “admiración y respeto”, según las palabras del propio Fidel Castro (89).

Ese mismo sábado, el pontífice no tuvo agenda y se preparó para las intensas actividades del domingo 20 y su esperada misa en la Plaza de la Revolución, una de las más grandes del mundo con 72 mil metros cuadrados. Como suele ocurrir cada vez que el argentino oficia una misa, cientos de personas acamparon en el lugar para verlo de cerca.

Más de 600 mil personas aguardaron felices por el pontífice que arribó al lugar a las 9:20. Entre los asistentes, en primera fila estuvieron Raúl Castro y Cristina Kichner, quien estuvo acompañada por una comitiva integrada, entre otros, por el canciller Héctor Timerman, el embajador argentino en el Vaticano, Eduardo Valdés, y Camilo Vaca Narvaja, yerno de la presidenta y padre de su nieta, Helena.

“El servicio nunca es ideológico, ya que no se sirve a ideas, sino que se sirve a las personas”, afirmó Francisco, en una de sus frases más resontantes. “Quien quiera ser grande, que sirva a los otros y no se sirva de los otros”, dijo, y concluyó: “Quien no vive para servir, no sirve para vivir”.

Luego de la homilía, Bergoglio se acercó a saludar al hermano de Fidel Castro y a Cristina, quien lució un vestuario color marfil con una capelina a tono. A diferencia de otras ocasiones, el Papa la saludó con un apretón de manos y cruzó con ella un breve diálogo.

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