viernes 26 de abril del 2024
ACTUALIDAD 19-01-2016 21:01

Milone y Artaza: La intimidad del regreso y el futuro de la pareja

“Supimos esperar el tren que paso por segunda vez”. Galería de fotosGalería de fotos

Las doce campanadas del nuevo año los encontraron levantando sus copas y con su deseo ya cumplido. Lejos de peleas, desencuentros, mensajes cruzados y terceros que opinaban, Cecilia Milone (46) y Nito Artaza (56) evidentemente sentían que se debían un encuentro más, una charla, un nuevo mirarse a los ojos y dejar aflorar todo lo que sus corazones supieron guardar bajo siete llaves durante tanto tiempo. Mucha historia se escribió desde que se conocieron en 1999 y desde que vivieron su amor secreto por siete años hasta que ella explotó, en 2007, y estalló un escándalo que volvió a separarlos.  Pero llegó el momento de mirarse profundamente. De dejar que sus ojos volvieran a encontrarse y sus corazones se abrieran y dejaran salir el amor tantas veces censurado. Y, paradójicamente fue “Segunda Vuelta” la excusa perfecta para la nueva charla. La obra que los volvería a juntar pero sólo sobre el escenario del teatro Atlas de Mar del Plata. Ella cantaba uno de sus pasionales tangos y él emitía uno de sus viscerales sapucay (grito característico del chamamé) cuando sus miradas se encontraron una vez más pero, en esta oportunidad, se detuvieron. Algo sucedió y no fue simplemente una vez más. Sus almas se comunicaron. “¡Eugenio cambió..!”, asegurará más tarde Cecilia que lo llama por su nombre real. Las costumbres hoy también son otras, aunque muchas rutinas de temporada no. Ella, tranquila, seductora, misteriosa (como no le gusta mucho que la definan) lo espera en la orilla del mar de las playas de La Reserva. El llega corriendo, como siempre. Viene de jugar al fútbol con su equipo del teatro. La abraza, la besa y le dice “¡Hola mi amooorrr!”  La mujer bella, morocha, independiente, con una fuerte imagen imperturbable, se derrite. Se cuelga de su cuello, le acerca sus labios y le responde: “!Hola lindo!” Sorprende verlos tan relajados. Disfrutando del sentimiento que hoy no ocultan y, quizás por la novedad, lo viven aún con cierta timidez.

“Yo la acompaño mucho en algunas de sus actividades y la abrazo públicamente pero, obviamente, no de la misma manera que lo hago, libremente, en la intimdad. Y no es por que me da vergüenza mostrar lo que siento por ella. No. Nada que ver.... Yo hoy estoy disfrutando de verdad, por primera vez, esta relación. Tenemos una historia de amor hermosa pero aún me cuesta mostrarla públicamente. Aunque estoy convencido que la nuestra es la mejor historia de amor.  Hoy ambos disfrutamos de nuestra intimidad y del teatro. Ella me da paz sobre el escenario. Cantamos y nos emocionamos juntos”, exclama Nito, mientras bebe un café, relajado, frente al mar.

Cecilia no puede quitarle los ojos de encima. Lo acaricia. Lo observa embelesada. Sólo como una mujer enamorada puede hacerlo. Y él se sonroja. Confiesa que no está acostumbrado a hablar del amor con la naturalidad que ella lo hace. Por eso cada vez que ve una posibilidad, escapa con uno de sus chistes.

“¿Qué me pasó..? No sé. Esta mujer es mi gran amor. ¡Un gran amor! Es una gran historia de amor la nuestra y no hay grandes historias sin luces y sin sombras (como dijo “la Borges”). Es conmovedora nuestra pareja sobre el escenario. Porque nos acompañamos. No nos peleamos por brillar uno más que el otro. Y la gente cuando nos ve salir a escena juntos dice ¡Uhhhh! Y yo lo entiendo porque muchas veces transfieren su propia historia de amor y creo que les gustaría vivir una tan fuerte y con tan buen final como la nuestra”, continúa Nito sorprendiendo por su no acostumbrada verborragia.

Entonces Milone no puede evitar sonreirse feliz por lo que escucha. Y, tierna, lo acaricia y le acerca su café.

“Es muy difícil definir nuestra historia de amor. Imposible ponerle rótulos o títulos como novios o esas cosas que odio. Somos una pareja si hay que llamarla de alguna manera. Pero odio los rótulos y esas estupideces porque creo que lo que estamos viviendo hoy tiene que ver con que es un privilegio. Sí somos pareja. Somos grandes y vivimos una relación auténtica. Yo siempre he sentido la bendición del amor. A pesar de los momentos malos o no tan buenos que hemos tenido que vivir por este amor, siento que es un privilegio que hoy nos da la vida el hecho de poder vivir una historia como la nuestra”, asegura ella firme, convencida, enamorada. Y su hombre, que la observa con admiración, no censura sus palabras y agrega muy determinante: “Sí, sólo se vive una vez y nosotros supimos esperar el tren que pasó por segunda vez... Eso sí que es un privilegio. Por eso tenemos que estar muy agradecidos y vivir tranquilamente nuestra nueva oportunidad. Pero a mi me gusta mucho escuchar a Cecilia porque dice cosas geniales del amor; es una mujer inteligente, muy pensante...”

La mujer morocha, decidida que hasta unos momentos antes caminaba sola por la orilla del mar, lo abraza feliz. Con la satisfacción de haber escuchado lo que tantas desean de boca de su hombre.

“A mi me describen como una mujer misteriosa y la verdad es que no lo soy. Pero de serlo, creo que a una mujer misteriosa no hay nada que la atraiga más que un hombre misterioso y Eugenio es muy misterioso. Por eso podríamos conformar como la dupla justa, perfecta. Su alma tiene mucha profundidad y muchos secretos guardados. Ese es el atractivo más grande. Somos sanguíneos, pasionales. El es el verdadero romántico. Le importa hacer reir y hacer política. Pero también es introvertido. Yo puedo decir que de verdad le he visto el alma y es lo más precioso que tiene. Tiene más preciosa el alma que otras cosas. A mí el romántico meloso me pone loca... El que tiene las flores en la guantera del auto me supera... ¡Lo puedo llegar a matar! La manera de vivir de Nito es lo romántico. Eso me conmueve. Lo de llenarme el cuarto o la cama de pétalos de rosas, no es para mí ni para él”, repite Cecilia mientras él intenta sumarle una cuota de su humor para evitar seguir desnudando su alma. Hoy viven naturalmente su relación de pareja sin planes para el futuro. Simplemente, como lo aclaran, haciendo las cosas que sienten ganas. Todo espontáneo y natural. Sin regirse por las reglas que impone la sociedad.

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