Desde 2013 que Mauro Icardi no podía vestir la camiseta de la selección y mucho se decía en torno a la negativa de que el jugador fuera parte del plantel. Es que en el vestuario, las traiciones no se perdonan y para sus compañeros de la celeste y blanca, que el goleador del Inter haya conquistado a Wanda Nara era algo imperdonable. Hasta ahora, que al parecer esas diferencias quedaron en la historia y finalmente fue convocado por Jorge Sampaoli para representar al país.
Ya en Melbourne, ciudad que verá a la selección argentina enfrentarse con Brasil el viernes próximo, las miradas estaban puestas en cómo Mauro sería recibido por los demás integrantes del equipo. El entrenamiento arrancó de una forma que, casualmente, coincidía con los rumores que giran en torno a cómo se sienten con la incorporación del capitán del Inter de Milán.
El esposo de Wanda por un lado y sus compañeros por otro, como si una imagen hablara más que mil palabras. Una distancia efectiva que abrió una grieta en el campo de entrenamiento. Solo que esta fue producto de una lesión, y no esa vieja sospecha, que propició la fatídica escena. Al parecer todos están contentos con su llegada, o por lo menos lo está el entrenador, quien apuesta a esta formación hasta el 2022.
Ya en el campo de entrenamiento, se sumó al resto de sus compañeros- entre ellos Leo Messi, quien estaba en China por cuestiones promocionales- pero enseguida emprendió rumbo al vestuario con Luis García, el kinesiólogo del grupo. Por su parte, los demás continuaron con el calentamiento pertinente y una vez más, Mauro volvió a mostrarse en escena: a un costado para continuar con su entrenamiento especial a causa de la distensión muscular en el recto femoral del muslo izquierdo, que lo tiene en vela de la liga italiana. Su rutina no incluyó tocar la pelota en toda la jornada por precaución.
El delantero fue recibido con mucha naturalidad por las demás figuras del seleccionado argentino. De hecho, fuentes cercanas al plantel aseguran que Icardi comparte rondas de mates y que se los ve de buen humor, con mucha fe en relación al partido del viernes.
Por las noches, ya se empezaron a formar grupitos. En el comedor del tercer piso del Crown Metropol, Messi e Icardi ocupan mesas diferentes para cenar, aunque trascendió que hay buena onda entre el 10 y el futuro 9.
Definitivamente, las asperezas entre los jugadores son parte del pasado y la vida mediática de Mauro Icardi no es impedimento para poder brillar con la celeste y blanca... o por lo menos así lo espera él. Será cuestión de esperar si finalmente puede traer algunas alegrías al seleccionado argentino y volver con el mundial bajo el brazo. Él se tiene fe.
¿Qué pensará Maxi López?
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