Fue el merecido reposo del guerrero o, en este caso, del boxeador. Después de siete intensos meses de grabación de la novela de Telefé, “Golpe al Corazón”, Sebastián Estevanez (47) pudo organizarse para viajar con su esposa, Ivana Saccani (34) y sus tres hijos, Francesca (10), Benicio (7) y Valentino (2). Tras finalizar las grabaciones, el actor se instaló en el Caribe durante una semana. Playa, familia y diversión.
—¿Cómo vivió el final de la novela “Golpe al Corazón”?
—El final lo viví con melancolía pero contento por lo que significó la novela. Lo disfruté mucho con mis compañeros y hago una evaluación positiva por la repercusión del público. Fue algo nuevo para mí, una historia mucho más dramática, menos comedia que es lo que suelo hacer con mayor frecuencia. Eso implicó más esfuerzo y concentración, así que también tengo ganas de aflojar un poco. Pero después extrañás ese ritmo.
—¿Cómo concilia el trabajo con la familia?
—Ivana se ocupa de los chicos, es una genia. Es una mamá espectacular y buena compañera. Es todo. Lo mejor que me pasó en la vida junto con mis hijos. Estamos juntos desde hace 17 años.
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—¿Cómo la pasaron en El Caribe?
—Estuvo buenísimo porque pude estar con mis amores. Fueron los papás de Ivana, Estela y Claudio, y mi mamá, María del Carmen. Pude conectar con mi familia. Mis hijos me hicieron hacer todas las actividades del hotel, torneo de dardos, de ping pong, waterpolo, arco y flecha, bingo, todo lo que te puedas imaginar. También jugué al fútbol con Benicio. Querían que gané algo para recibir premios para ellos.
—¿Cómo es su rutina de entrenamiento?
—Para este personaje entrené bastante porque era un boxeador y tenía que estar bien físicamente. Siempre trato de entrenar porque me hace bien a la cabeza también, más allá del físico. Hago boxeo, fierros y bicicleta y, cuando puedo, también nado. No me aconsejan correr. Como saludable, nada de frituras ni harinas desde hace bastante tiempo, y sólo algunos dulces. Soy equilibrado con la comida pero no tanto con el alcohol (risas). Tomo una copita de vino tinto o un fernet, sobre todo, cuando grabo todo el día para desconectar.
—¿Qué otras cosas hace para desconectar?
—La mayoría de las veces cuando llego a casa hago un poco de gimnasia. Si no estoy grabando entreno más relajado, pero este personaje tenía que estar bien, eso hizo que estos siete meses de grabación hayan sido más arduos. No bajé de peso pero cambié gordura por músculo.
—¿Cómo fue la convivencia con tus hijos durante el viaje?
—Lo que tienen de bueno esos lugares es que no tenés nada más que pensar que estar con ellos y con mi mujer. No tenés que preocuparte por otra cosa. Nos atendieron muy bien y fue un cable a tierra.
—¿Cómo es la personalidad de cada uno de sus hijos?
—Francesca es muy extrovertida, un personaje, y le gusta la producción y la actuación. Le apasionan todos los aspectos de la ficción y suele ayudar en la productora. Benicio es más tranquilo y bastante sociable, y nos une la pasión por el fútbol. Y Valentino es el malcriado, estamos todos a disposición de él. Este año empieza el jardín así que eso va a estar bueno porque va a ser un cambio importante para él, que tenga un compromiso, todos lo disfrutamos muchísimo. Los tres son educados y simpáticos y no nos trajeron problemas con nada. Estoy agradecido por los hijos que me tocaron. Sólo me dan satisfacciones. Estoy orgulloso de ellos. Son buena gente y eso es lo que les inculcamos con Ivana desde chiquitos.
—¿Piensan tener otro hijo?
—Yo quiero pero Ivana me bajó la persiana (risas). Como es algo en equipo tiene que querer ella también. Estoy conforme con los tres hijos que tenemos, pero Benicio y Francesca piden un hermanito más. Nosotros somos tres hermanos también, con Sol y Diego. Es un buen número. Una vez que tenés hijos y una familia te das cuenta que son el sentido de la vida. Todo pasa por ellos. Lo único que te llevás en la vida son momentos con tu familia y tus amigos. Pasa todo rápido.
—¿Cómo es la relación con Ivana después de 17 años?
—La relación con ella es cada vez mejor y más fuerte. No la sostenemos porque se sostiene sola, nos amamos, disfrutamos de nuestros hijos, familia y amigos. Es espectacular. Nos llevamos muy bien, nos queremos, nos cuidamos, nos respetamos y nos ayudamos. Somos una buena sociedad y uno quiere lo mejor para el otro. A partir de ahí no puede haber nada malo en la relación. Cuando uno se ama, se quiere, se respeta y se cuida es todo mucho más fácil.