Camina orgullosa con sus nuevas curvas. Femenina, coqueta y sexy como siempre. Pero con un cuerpo que hace cuatro meses comenzó su más emocionante transformación. “¡Se le hinchan los pies, el cuarto mes le pesa en el vientre a esa muchacha en flor por la que anduvo el amor regalando cimientes. Si la viese usted mirándose feliz al espejo, palpándose el perfil..!”, canta Joan Manuel Serrat. Y Victoria Jesús Xipolitakis acaricia orgullosa esa pancita en la que se vislumbra inquieto, quizás tanto como su mamá, su hijo Salvador Uriel.
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Llegó a Buenos Aires para visitar a sus más íntimos afectos, tener algunas reuniones de trabajo y se instaló en el hogar de su “gran familia griega”, para ser mimada mientras espera el hijo que tendrá con Javier Naselli. Y CARAS la acompañó a su primera ecografía en la Argentina (ya que se atiende en Nueva York con el Dr. Tepper) en el Sanatorio Finochietto.
“¡Ya extrañaba a mi hijo! Porque no lo veo desde hace un mes, cuando fue mi última eco, y tenía muchísimas ganas de observar sus nuevos movimientos que me hacen morir de amor…”, exclama a viva voz. “Estoy superando la semana 17 de embarazo. ¡Mi hijo es como una palta y mide 10 centímetros! Sigo cada paso por una aplicación que se llama “Baby center” que cuenta día a día cómo va creciendo. ¡Lo extraño tanto que una vez por mes necesito verlo y me hago una eco. Ya vi que tiene una nariz bien griega”, dice Vicky entre risas, gritos y lágrimas. “¡Pobrecito pero me dijeron que en unas semanas me va a empezar a escuchar…! Tengo un embarazo divino. Sólo siento como que tuviera un tiburón o un pescadito más chico nadándome en la panza. Y escuchar su corazón me paraliza. ¡Es pura emoción!”, repite sin controlar la excitación.
En Nueva York, Javier ya la espera ansioso para terminar de decorar el cuarto de su hijo. “Estoy armando para mi hijo tres casas a la vez. Entonces compro todo por tres. La de acá, la de Los Hamptoms y la de Nueva York. Ya tengo cunitas, cuatro bolsos de ropa de New Born y BuyBuy Baby, la sillita que le canta y baila, un mini sommier para apoyar en la cama, ropa de Polo y su mini taco, máquinas para esterilizar, siete chupetes y ositos… Su habitación es gris, blanca y celeste con pequeños elefantitos”, cuenta entusiasmada.
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“Estoy disfrutando a full esta etapa maravillosa de mi vida. ¡Estoy empollando a mi bebé! Me miro al espejo y veo en mis ojos los de mi hijo. Y lo vivo súper feliz. Aumenté un kilo por mes y no me importa. Me siento bien, no estoy débil, pero igual me dieron unas vitaminas prenatales y calcio. ¡Porque son más de doscientos huesitos que tiene que endurecer el bebé! Hasta superar los tres meses me dormía en todos lados. Ahora estoy más fuerte”, afirma. Y, al tiempo que acaricia su pancita cuenta los pocos antojos que tiene desde que está embarazada. “Se me antojan cosas raras. Como pastel de papa con yogurth a las cuatro de la mañana o en el desayuno helado de dulce de leche… También me volví adicta a los dibujitos animados de Tom y Jerry. Ahora estoy arrancando con antojos de cosas más saladas”, afirma Vicky. También cuenta que cada mañana, al despertarse, le habla a su pancita, le canta y la baña. “Tengo una conexión increíble con mi bebé. Antes era más egoísta y sólo pensaba en mí. Ahora cuido todo porque ya no estoy sola y no volveré a estarlo jamás. ¡Hoy en mi cuerpo laten dos corazones!”, exclama.
Javier Naselli es quien más la cuida y la mima. “El está más feliz que yo. Me llama y me pregunta ¿Cómo está mi monito..? Tiene una carpeta en la que va poniendo todos los estudios. El no era así de sentimental; yo lo fui educando al amor y hoy está muy cambiado y sensible”, revela.
Aunque el jeans ya no le abrocha, no le preocupan las nuevas redondeces de su cuerpo. “Siempre fui flaca. Genética pura. Odio el gimnasio pero sí camino mucho. ¡Aunque ahora los pasos me retumban en la panza! En Nueva York estoy casi siempre de shopping… Y tengo una señora que me ayuda en casa pero intento hacer todo lo que puedo”, confiesa con una sonrisa cómplice.
Sus emociones se entremezclan y la llevan a la euforia. “¡Es el momento más importante de mi vida! Y eso me emociona. Siento que es todo angelado y mágico. Es una bendición que hizo que todo el resto pasara a segundo plano. Vivo riéndome. Y estoy dispuesta que a mi bebé no le falte nada. Porque estoy enamorada de mi hijo. El es el amor y la felicidad para siempre. Mi bebé me hace más y mejor mujer…”, concluye Vicky Xipolitakis.
Por Gaby Balzaretti
ERNESTO PAGES
Agradecimiento: Sanatorio Finochietto.