Recién se levanta de la siesta y desparrama risas por todo el ambiente. Dionisio Mendoza (6 meses) mueve sus manos, se las mira y las lleva a la boca, clásica muestra de que está cortando sus dientes y eso le produce las típicas molestias. El hogar inspira paz. El único sonido que se escucha es el de las hojas de los árboles de su parque, movidas por el viento. El niño mira a su alrededor con curiosidad pero cuando ve a su padre, los ojazos azules se le iluminan aún más y rápido se abalanza sobre él para que lo alce y ahí, Flavio Mendoza (43), abre sus brazos para levantarlo.
El bailarín y coreógrafo está “contra-reloj”. Sus múltiples tareas lo convierten en un auténtico “polirubro”, tal como él mismo se define. Acaba de concluir su participación en el “Bailando por un Sueño”, es panelista del programa “Los Especialistas”, se incorpora como protagonista de “Siddharta”, ultima los detalles de producción para instalarse con el show en Villa Carlos Paz, ciudad que lo tendrá por noveno año consecutivo, continúa con la producción de su línea de ropa “My Dio”, que tiene el mismo nombre que su fragancia y también lleva adelante una cápsula de ropa infantil súper moderna, en homenaje a su hijo. Pero todo ese tiempo ocupado no le quita los momentos de disfrute con el pequeño. Mientras lo apretuja y llena de besos, Flavio recrea el momento en el que se enteró que venía un hijo en camino. “Desde mi adolescencia ya fantaseaba con ser padre pero un poco por la época y por lo que regía en la sociedad de ese momento, me lo negaba. Las personas gays no podían tener hijos, me convencía a mí mismo, ya que eso estaba reservado a un matrimonio de un hombre con una mujer”, reflexiona. Y, casi sin pausa, continúa: “La evolución del mundo y sobre todo de mi cabeza, hicieron que me despegue de esos prejuicios. Hoy la sociedad está más abierta y más aún la gente joven, para quienes todo está naturalizado”. Flavio nació en el seno de una familia circense en la que la vida era errante y si bien le apasionaba la adrenalina de ese estilo de vida, le preocupaba que su mamá tuviera como casa un carromato. Cuando la realidad económica empezó a mejorar, lo primero que hizo fue comprar una vivienda para cada una de las integrantes de su familia y después de eso, comenzó a pensar en él mismo “Cuando todos ya teníamos el techo comencé a barajar el tema de la paternidad. Ya estoy grande y luché bastante. Era momento de tener un hijo. Lo hablé con mis hermanas y mi mamá quien ya estaba flaqueando en su salud. Todas me apoyaron y mami, que era tan especial, me hizo un video muy conmovedor en el que me decía que estaba feliz pensando en que iba a ser padre y que eso me iba a cambiar la vida. No se equivocó”, cuenta. Y luego agrega: “Típica mentalidad de laburante, me decía que trabaje para él y también me dijo que el bebé era parte de ella”. Ese video lo mostró en una parte de su show y cada función se conmovía más mirando a su madre que ya no está.
—¿Ve en su hijo algún parecido con su madre?
—Sí. Tiene su misma mirada aunque los ojos de mi mamá eran verdes y los de “Dio” son azules como los de mi hermana Silvina.
—¿Tuvo miedo en el proceso de búsqueda de la gestante?
—Tuve mucha suerte porque Giselle, la subrogante, es una señora maravillosa con quien seguimos en permanente contacto. Ella vive en Orlando y ya me dijo que cuando “Dio” sea más grande lo vamos a llevar a los parques. Es una mujer más de mi vida. Es parte de la familia.
—¿Cómo fue el momento del parto?
—Fue una experiencia increíble. Ver nacer a alguien es algo que no lo puedo explicar con palabras. Es una mezcla de sensaciones: miedo, impresión, emoción, alegría… Todo junto. Apenas asomó su cabecita lloraba mucho y cuando me lo pusieron en el pecho se calmó inmediatamente. Eso fue hermoso.
—¿Cómo fueron los primeros días?
—En el momento del nacimiento se estaba muriendo mi perro Alex… Así que estaba feliz por un lado pero muy triste por el otro. Era una ambivalencia terrible y me preguntaba por qué me estaba pasando eso. Esos momentos fueron difíciles y estuve más de dos días sin dormir. Parecía un robot automático que anotaba cuándo comía, cuándo hacía pis y todo eso no me permitía relajar y menos aún disfrutar.
—Después de esos días regresaron al hogar...
—Cuando llegamos a casa empecé a relajar y a conectar con él. Pero pasó más de una semana para que comience a sentir el vínculo y por eso hice una consulta al terapeuta que me tranquilizó y me dijo que mi sensación era genuina y algo que sucede mucho, pero que no se dice. Yo sí necesité contarlo porque era una preocupación. Ahora cada día me enamoro más de mi hijo y necesito estar junto a él.
Mientras Flavio recuerda esos momentos, las niñeras se encargan de cambiarle la ropita a Dionisio. Una variedad de opciones coloridas y originales diseñadas por el padre y en homenaje al pequeño. “A veces reto a las niñeras porque lo protegen demasiado cuando en realidad él necesita otra cosa. Nos fuimos los dos solitos a Córdoba y la pasamos genial. Dormimos juntos, solos y abrazados. Disfrutamos mucho ese fin de semana en las sierras”.
—¿Cómo es Dionisio?
—Es muy parecido a mí, sobre todo en el carácter. A veces se niega a dormir y hace berrinches, entonces yo le hablo y le digo que se relaje.
—¿Lo lleva al pediatra?
—Es un bebé muy sano. Todos los meses lo llevo al pediatra que es un médico muy moderno y cero medicina. Siempre su consejo es dar amor, abrazarlo, hacerle masajitos. “Dio” siempre se tiró muchos peditos pero sin manifestar dolor y con las vacunas le levanta fiebre y eso lo pone mal. Esas noches se queja así es que lo tengo a upa, le pongo pañitos fríos y eso lo calma. A la noche no tengo niñeras. Desde la cero hora hasta las 12 del mediodía estamos solos porque siento que eso está bueno. Así me pruebo cómo se lleva conmigo solo.
—¿Cómo es la comunicación entre ustedes?
—Hablamos mucho. “¡Colli, colli, colli!” es nuestro diálogo. Lo empezó a decir con el chupete puesto y yo le enseñé. Ahora me contesta igual y eso me mata. Además le enseñamos a hacer “¡Choque los cinco!” con su manito. Es rapidísimo.
—¿Por qué eligió el nombre Dionisio?
—En el circo de mi papá había un caballerizo que se llamaba así y siempre me llevaba a “cococho” por todo el circo. Yo tendría 6 años y me sentía inmenso sobre sus hombros. Tenía la costumbre de preguntarme qué quería ser cuando fuera grande y yo siempre contestaba: trapecista, domador o alguna otra actividad de circo… Y él me repetía: “¡Vos podés ser lo que quieras porque los únicos sueños que no se cumplen son aquellos que no se sueñan!” Tanto me lo decía que aprendí esa frase de memoria sin entender en absoluto el significado, el que comprendí muchos años después. Cuando me hice conocido tuve la esperanza de que aparezca, como lo hicieron muchas personas, pero hasta el momento eso no sucedió y yo lo sigo esperando. No pierdo las esperanzas. Me encantaría decirle lo importante que fue su presencia en mi vida, lo que significó para mí. Su frase me marcó a fuego para siempre. Por él elegí el nombre de mi hijo. Que al igual que los nombres de mis espectáculos y de mis perros, tienen un porqué.
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—¿Le gustaría agrandar la familia?
—¡Sí! Pero hay que pensar muy bien antes de traer un hijo al mundo porque es un trabajo y una responsabilidad muy grande. Necesito dejar pasar un par de años como para volver a tomar el impulso. Fui muy criticado por el método con el que tuve a “Dio”. Soy padrino de una fundación con chicos en situación de calle, con HIV, algunos sin papás, entonces yo en principio quería adoptar pero se me hizo muy difícil. Hay muchas trabas y aún más para el mono-parental. Ojalá que mi próximo hijo sea adoptado y no tenga que recurrir a una inseminación porque deseo que en mi país vean cómo soy como padre y quizás así me sea más fácil el trámite.
—¿Pensó en cuántos hijos le gustaría tener?
—Nosotros somos cuatro hermanos: Patricia, Adriana, Silvina y yo. Así es que tal vez me gustaría llegar a ese número. Hay días que me levanto y digo “¡Cómo quisiera tener un campito con todos los perros de la calle que pueda juntar y ya que tengo el campito grande me voy a vivir ahí con todos mis hijos!” Fantaseo con esas cosas que son posibles. Este bebé me revivió y estoy feliz porque es lo mejor que hice en mi vida.
—¿Le gustaría que el nene siga sus pasos?
—Quiero darle las herramientas para que haga todo pero me gustaría que se dedique a la gimnasia competitiva, natación, deporte… Que sea gimnasta y que aprenda inglés. Aunque cuando entienda y me diga que quiere otra cosa, lo voy a acompañar.
—¿Quién es Dionisio?
—¡Es mi príncipe azul! Es el hombre de mi vida que cuando me mira con esos faroles azules me derrito. Es el verdadero amor, el que uno nunca pensó. Es el amor diferente, el que me hace seguir con mis sueños. Es el amor genuino y todo en mi vida es por él.
—Cumplirá su primer año el 11 de abril. ¿Piensa festejarlo?
—Ese día voy a tirar la casa por la ventana. Ya estoy pensando en un lugar alternativo, algo muy especial como él se merece.
—¿Cómo está usted en el amor?
—Estoy dejado. Tuve una frustración reciente. Yo no hice nada. Fui el cornudo y la otra parte es la ofendida. Me desilusioné mucho. Prefiero la cruda realidad y no la desilusión, más que nada por mi hijo. Si yo dejo entrar a una persona a mi casa, a mi intimidad y a compartir mis amigos, no soporto la traición. Y, de última, hubiera esperado que me toque el timbre y me pida perdón. Pero el duelo, al estar con mi hijo, lo hice muy rápido. No voy a sufrir por quien no me merece. Estaba muy bien en pareja; hacíamos un lindo triángulo. El sentimiento lo tengo de parte de mis amigos pero me falta el amor de la persona que duerma conmigo, aunque ahora no es mi prioridad. Hoy soy feliz así. Hay que ser feliz con lo que se tiene. Mi filosofía de vida es esa.
Por Leticia Pomo
(Producción Alejandro Luciani)
F.DE BARTOLO/PERFIL
Asistente de fotografía: Ernesto Pagés
Agradecimientos: Make Up Chris Tapia para Mac, José Valosen, Cante Pido by Flavio Mendoza @cantepido. www.cantepido.com.ar. Mydio Outfit @mydiooutfit. www.mydio.com.ar. Jazmeen Deco @jazmeendeco