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Cuando pensamos en el diseño de interiores, muchas veces lo reducimos a elegir muebles bonitos o colores que combinen bien.
Pero el verdadero poder de un buen diseño está en cómo te hace sentir dentro de tu propio hogar. Un espacio bien diseñado no solo es estéticamente agradable, sino que también conecta contigo de manera profunda y te hace sentir en paz.
Los colores y las texturas tienen un impacto directo en nuestras emociones. Imagina un salón con tonos terracota o beige que te envuelven en calidez, o un dormitorio con toques de verde que te conecta con la naturaleza y te invita a la calma. Cada elección cuenta. Las texturas, como un sofá suave o una alfombra acogedora, transforman un espacio en un lugar donde realmente quieres estar.
La organización también juega un papel crucial. Muchas veces no nos damos cuenta de cuánto afecta nuestra energía vivir en un lugar desordenado. Con soluciones de almacenamiento bien pensadas y muebles funcionales, podemos crear espacios despejados que nos traen claridad mental. Vivir en un hogar ordenado te permite respirar mejor, relajarte y disfrutar más del tiempo que pasas allí.
Pero el verdadero lujo en el diseño no viene de lo costoso, sino de lo personal. Esas piezas que cuentan tu historia —fotografías, recuerdos de viajes, obras de arte únicas— son lo que realmente convierte una casa en tu hogar. No hay mayor satisfacción que entrar a un lugar que te representa completamente, donde cada rincón te recuerda algo significativo.
Diseñar tu casa no se trata de seguir las últimas tendencias, sino de crear un espacio que hable de ti, que te inspire y te reconforte. Cuando tu hogar está en sintonía contigo, se convierte en mucho más que un lugar donde vivir: se transforma en tu refugio.
¿Te imaginas sentirte así en cada rincón de tu casa? El diseño emocional es la clave para vivir mejor, y transformar tu espacio puede ser el primer paso.
@mariela.goldfarb
@academia.dte
