martes 16 de abril del 2024

“Liberate de la culpa”, Gisela Rosenthal te cuenta por qué la culpa debilita tu autoestima y no te impulsa a mejorar.

CREDITO CARAS

Con honestidad ¿Cuántas decisiones tomas en tu vida motivado por la culpa? Te diría que la culpa es la emoción que más te impide conocerte y, por lo tanto, saber qué pensás, en qué crees, que te gusta, que te apasiona y que queres elegir para tu vida.

La culpa es una emoción que sentís hacia vos mismo, es ese malestar por haber transgredido un código, es la tensión que surge entre lo que haces y tus expectativas y que las percibís de manera desigual. Es importante que sepas que para sentir culpa, primero tiene que haber un estándar de conducta al que aspiras llegar.

Es tan pesado ese sentimiento que podes llegar a pensar que hay algo erróneo en vos o que no sos suficiente y este tipo de pensamientos perpetúa el dolor.

La culpa se construye de manera paulatina y tiene que ver con el desarrollo moral que un niño o niña va construyendo a lo largo de su vida, pero sobre todo, tiene mucho que ver con el estilo parental bajo el que fue criado.

Es un mecanismo en el que, a partir de una acción, o por omisión de una acción, realizas un “juicio moral” de tu conducta (incluso de tus pensamientos) y “dictaminas” que has cometido un error y deberías tener un castigo.

Si sos de los que suelen sentir culpa, es probable que tengas miedo a equivocarte o a cometer errores y quizás estés tan centrado en lo que queres conseguir, que no te permitís errar. Y si cometes algún error tendes a castigarse a través de pensamientos negativos donde se repite constantemente lo torpes o lo poco inteligente que fuiste o la falta de claridad que tuviste.¿Cómo pude hacerlo?”, “Debería haberme dado cuenta”, “Si hubiera llegado a tiempo”, “Se supone que tendría que haber dicho …”

Hay una palabra que es clave en este tipo de discurso culpógeno y es “Debería”. Cuando haces, decís, pensás y hasta queres sentir desde la vara del “debería” ya no sos vos. Hay expectativas externas autoimpuestas que vienen de la manera en la cual te educaron (y que quizás estés educando), de los códigos y las normas.

El problema no son los estándares ni los códigos. Seguramente tengas el tuyo que determina tu conducta en base a lo que creas correcto y, cuando lo transgredís, lo que se despierta en vos es la decepción con vos mismo, no la culpa.

La culpa no tiene tu voz, sino la de tus padres, maestros, comunidad y sociedad, por eso cuando la sentis, haces un esfuerzo enorme por querer encajar en el pensamiento del otro y lo que crees que se espera de vos.

Quizás crees como muchos que la culpa tiene su costado positivo y útil, crees que te va a impulsar a cambiar y mejorar. Pero te voy a dar una noticia, esta emoción casi nunca ayuda a mejorar sino a hundirte cada vez más debilitando tu amor propio y tu autoestima.

El problema de la culpa no radica en sentirla, sino en cómo manejarla. Por eso te quiero compartir un ejercicio para aprender a gestionarla:

Cuando te invade ese sentimiento y para darte cuenta si ese autorreproche viene porque transgrediste el código moral extremo o el tuyo propio, empezá a registrar tu cuerpo, tus sensaciones, tus pensamientos y preguntate ¿hacia dónde se dirige esa energía, hacia el desgano o hacia la motivación por mejorar?

 

Datos de contacto:

Web: www.giselarosenthal.com.ar

IG: @coachgiselarosenthal

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