La mayoría de la platea está cubierta por mesas de época y todo el teatro está iluminado con lámparas de luz colorada. En el escenario, escaleras caracol, una cortina de metal y un cartel luminoso transportan a un club nocturno en Berlín de 1931, cuando entre el alcohol, el livin´ la vida loca y la música de jazz, el nazismo comenzaba a tomar fuerza. El escenógrafo y director artístico Alberto Negrín es el principal responsable de que “Cabaret” —musical de Joe Masteroff (libro), John Kander (música) y Fred Ebb (letras)— regrese a los escenarios porteños con producción de Gustavo Yankelevich, dirección general de Claudio Tolcachir y los protagónicos de Florencia Peña y Mike Amigorena.
Junto al mismo equipo con el que trabajó la puesta original en Amsterdam y París, Negrín reformó la sala del Liceo y montó su última gran escenografía: el Kit Kat Klub, donde transcurre la historia que narra la relación de la cantante inglesa Sally Bowles con el escritor estadounidense Cliff Bradshaw, quien llega a la ciudad en busca de inspiración para su novela. Alberto también ambientó el escenario con un enorme friso, que mezcla el tríptico Metrópolis, del pintor alemán Otto Dix, con obras de George Grosz, reuniendo mujeres desnudas, bailarinas, músicos y nazis. “Hacer un clásico como ‘Cabaret’ me hace acordar a lo que me pasó con ‘Sweet Charity’. Me trae la misma magia que sentí en aquel momento. Es un papel soñado para toda actriz que ama los musicales. Tengo la responsabilidad de estar a la altura”, dice Florencia en pleno ensayo y con la adrenalina que le genera estar a pocos días del estreno: el 4 de abril (con localidades agotadas).
“Gustavo me dijo que lo podía hacer bien y eso es lo que más me motiva: es un productor que tiene una mirada muy interesante de los artistas. Mike, además de mi amigo, es un actor súper creativo, lleno de imágenes para componer a Emcée. Negrín adaptó magistralmente el escenario del Liceo como un cabaret de aquella época. Y Tolcachir como director saca lo mejor de cada uno. Tenemos un dream team, que se completa con un elenco increíble —Graciela Pal como Fraulein Schneider, Juan Guilera como Clifford Bradshaw, Alejandra Perlusky como Fraulein Kost, Enrique Cragnolino como Herr Schultz, Rodrigo Pedreira como Ernst Ludwig; y Sebastián Vitale, Cintia Torres García, Cynthia Manzi, Florencia Viterbo, Carla Lanzi, Eugenia Stanovnik, Romina Groppo, Facundo Magrane y Mariano Condolucci— y con Renata Schussheim en vestuarios, Gerardo Gardelín en la música y Gustavo Wons en coreografías. ¡Por lo menos tiene que salir bien!”, agrega entre risas quien irrumpió en el ambiente artístico a los seis años. “Siempre fui muy curiosa. Nunca dejé de sentirme una niña como actriz y eso es lo que me mantuvo viva en estos 38 años de carrera. Esa niña es la que me permite hacer humor y reírme de mí. Cada vez que se me presenta una oportunidad como ‘Cabaret’, tengo el hambre de querer hacer las cosas bien. El día que esa llama se apague, me dedicaré a otra cosa”, asegura.
Luego, sobre eldesafío de encarar un personaje que en cine coronó a Liza Minnelli, la actriz asegura: Estoy acostumbrada a hacer personajes que interpretaron grandes actrices en el mundo: desde “Sweet Charity”, “La Niñera” hasta “Casados con Hijos”. Por eso, cuando sé que voy a hacer un papel que lo hizo una actriz de la talla de Liza Minnelli, no veo nada que me condicione o que sienta que tenga que copiar. Es un doble desafío pero será mi propia versión de Sally Bowles y nuestra propia versión de “Cabaret”. Me vacío para componer. No volví a ver la película ni veo videos en youtube de otras actrices.
A las diez de la noche del domingo 31 de marzo, Florencia termina uno de los últimos ensayos antes del estreno, con la especial presencia de su pareja, sus hijos, sus padres, amigos y el equipo completo de trabajo. Como si fuese una cábala de cada debut. Todos la aplauden de pie y aquella niña que un día soñó con ser actriz y una vez más conmovió y se divirtió arriba del escenario, agradece visiblemente sensibilizada. “Es difícil definirse, pero si hay una palabra que me identifica es guerrera, en todos los aspectos de mi vida”, concluye ya en su camarín mientras deja entrever su último tatuaje con la figura del ave Fénix, como símbolo de resiliencia y sabiduría.