Rosario en mano, José Ottavis (38) y su pareja desde hace siete meses, Celia (51), ingresan al Santuario de Nuestra Señora de Lourdes, en Santos Lugares. Son las 9:00 del sábado y el diputado provincial se detiene frente a la Gruta construida el 14 de mayo de 1916, testigo de sanaciones que la ciencia no puede explicar. Dice Ottavis que todo se lo debe a Dios: “Desde el 21 de agosto de 2017 a hoy, llevo 593 días sin drogarme”. Ese peregrinaje a la curación lo hizo junto a Celia. Se conocieron cuando viajaron junto a un grupo de amigos a la Virgen del Cerro, en Salta, y desde entonces, forjaron una amistad que duró un año, hasta que él le preguntó si quería ser su novia. Ese día, cortó una promesa de castidad de 365 días, y se entregó al amor en su más amplio sentido. “Nuestra conexión fue claramente espiritual. A medida que iba sanando en él encontré mi hogar. Me agarraba de la mano y era mi casa, un lugar seguro para mí. El es la persona más generosa que conocí, en la amistad también. Cuando fue sanando, lo fui conociendo. Todo me gusta de él, lo admiro”, explica ella, quien es asistente social y trabaja junto a él en una fundación que asiste a chicos en situación de vulnerabilidad social. El nuevo Ottavis habla de cómo dejó atrás la oscuridad para abrazarse a Celia y a la luz de Dios.
—¿Qué cambió entre el Ottavis de Vicky Xipolitakis al de hoy?
—Volví a nacer, resucité. Resucito todos los días. Es importante creer. Tener a un padre como Dios, a una madre como la Virgen María y la de Jesús como el hijo de Dios que muere por nosotros y resucita, que es aplicable a la vida de cada uno. Hoy vinimos a Lourdes a rezar con Celia, pero podemos rezar al cielo o al amor, que son creaciones de Dios. Lo que me salvó de la droga fue volver a creer en que soy hijo de Dios, El me perdonó.
—¿Cuándo le ofrecieron droga por primera vez?
—Fue la misma persona, que murió por drogarse, un médico amigo mío. Era el final del Gobierno de Cristina Kirchner y me veía trabajar mucho. Entonces me dijo que con eso iba a poder rendir un poco más. No lo culpo a él, sino a mí. Tuve una conducta autodestructiva. Lo que me pasó al año era que me estaba destruyendo por algo que me dolía. A todo lo que era luz, le ponía oscuridad. Entonces trabajé en terapia qué era lo que me dolía y descubrí que tenía que ver con tristezas de la primera infancia.
—¿Se refiere a los abusos que sufrió?
—Cuando hablo de tristezas, en mi caso puede ser un abuso, pero puede ser un chico que llora todo el día y la madre no le da atención u otro que no tiene para comer. Son heridas que quedan dentro del corazón. El ego bloquea los sentimientos tristes para permitirte transitar la vida como si nada te hubiera pasado. Yo bloqueé lo que me ponía triste, pero esa tristeza estaba y hacía que tuviera una vida de autodestrucción. Cuando pude frenar, que fue en terapia descubriendo lo que me había pasado de chico y los abusos que sufrí con un familiar y con un sacerdote, o la situación de pobreza afectiva, pude destrabar. Ahora, no me alcanzó. Adicción significa no decir y había silencios en mi vida que me hacían mal. La conocí a Celia y empecé a rodearme de gente que me sacó de ese lugar.
—¿Dios le cruzó a Celia en su camino?
—Todo me cruzó Dios en mi camino, lo bueno y lo malo. Lo que te da Dios es la libertad para elegir. El libre albedrío existe.
—¿Qué aprendió de lo malo?
—Todo lo que sé. Lo que siento es que puedo decir que soy un arrepentido de muchísimas cosas pero que ese arrepentimiento lo uso para dar testimonio y para que otros no se equivoquen. Lo fundamental es vivir en paz. Tengo la tranquilidad de saber quién soy.
—¿Quién es José Ottavis?
—Soy hijo de Dios y de María. Sé a quién pedirle ayuda. Sé a qué vine, que tengo una vocación política de servicio, que tengo que estar cerca de los humildes y trabajar por una Argentina mejor.
—¿Qué es de su presente político?
—Milito con Sergio Massa que es un tipo que fue exitoso al igual que yo, pero también fue un fracaso por verse derrotado, supo tenerlo todo y no tener nada, eso también deja un valor agregado. Lo fundamental en Argentina es encontrar a políticos que sepan gobernar pero que por sobre todas las cosas amen a la Argentina de todos los colores, sin distinciones.
—¿Y qué rol juega Celia en su plan político?
—Con Celia formamos una asociación que se llama “Amarte Argentina” que trabaja para chicos que están tristes, no que se están drogando o sean violentos. Tiene una escuela de arte y música como una forma de canalizar lo que sienten esos chicos. No queremos que ese dolor se transforme en odio, sino que se transmute en amor. Trabajamos todos los fines de semana en La Cárcova. Queremos jubilar el odio de la política y amar a la Patria.
—¿Ya tienen fecha de boda con Celia?
—Nosotros ya estamos casados frente a Dios, nos sentimos casados y nos elegimos a diario. Cuando rezamos el Rosario juntos nos comprometemos a sernos fieles, a tratarnos bien, a tener una pareja sin discusiones, sin manipulación.
—¿Cómo se conocieron con Celia?
—Rezando hace casi dos años. Cuando empiezo a buscar ayuda después de la terapia. Al principio necesitaba gente que me ayudara. Hay una devoción muy linda a la Virgen del Cerro, en Salta, y viajamos con Celia junto a un grupo de amigos. María Libia que es una sanadora, me recibió. La conocí a Celia y lo que tuvo conmigo fue la actitud de rezarme, mientras yo no rezaba, eso vino después. Se quedaba a dormir conmigo para que no me drogara. Creo en el amor a primera vista y en los amores contundentes y rápidos, pero recomiendo esta experiencia de amor que pude construir con Celia, que es que primeros fuimos amigos. El 21 de agosto de 2017, el último día que me drogué, me pasé un año en soledad, sin otro amor que el amor a mí mismo. Aprendí a quererme. Ese año con Celia fuimos amigos. Recién al año me sentía en condiciones de identificar con ella algo más que una amistad. Entendelo como amor, pasión, algo sensual, sexual. Recién entonces nos pusimos de novios. Apoyo las parejas que se enamoran con un cupido y rezo por ellos para que duren, pero recomiendo la amistad también en el amor, conocerse, quererlo como amigo y escucharse y que el amor crezca y madure. Celebramos la sanación el 21 de agosto de 2018, cuando cumplí un año sin consumir, fue una fecha que marcó un inicio en nuestra relación.
—¿Recuerda que hizo el día que cumplió un año sin drogarse?
—Hice el amor. Me pasé un año en castidad. Para mí eso era importante. Tuve que salir del sexo sin amor y sin control porque era un vicio. El sexo era algo compulsivo en mi vida. No podía dormir sólo, no podía afrontar la soledad. No me permitía la reflexión. Me tomé un año para transitar mi soledad y dormir sólo, hasta que descubrí en Celia una compañera de vida.