El octavo piso ubicado en Recoleta está en penumbras y un gran silencio reina en los amplios ambientes ya glamorosamente decorados en su totalidad. Afuera, una típica tormenta veraniega, con fuertes vientos y abundante lluvia, sorprende a los desprevenidos peatones. Adentro, repentinamente se abren los ventanales y una fría brisa hace volar los cortinados. Vicky Xipolitakis (32) se asusta, grita, y pide que todo se cierre rápidamente para que nada perturbe el dulce sueño de su bebé.
Salvador Uriel nació hace apenas diez días (el miércoles 12 de diciembre) y descansa plácidamente en su habitación, mientras su papá, Javier Naselli (52), trabaja en la oficina pegada a su cuarto y lo controla permanentemente. La bella mujer rubia aún se mueve con dificultad. El día anterior fue al primer control post parto con el Dr.”Nacho” Perez Tomasone que le dijo que ella y el bebé estaban muy bien pero que aún sus puntos por la cesárea no han terminado de cerrar.
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Sus rutinas cambiaron radicalmente. Ya casi no sale, no habla en voz tan alta ni sus estruendosas carcajadas fluyen libremente. Todo gira en torno a su hijo. Su físico volvió a lucir espectacular aunque no le importa que aún se divisen algunas huellas del embarazo en su vientre. Por momentos parece otra mujer. Una que sorpresivamente una noche llamó al 911 pidiendo la ayuda de la policía para que su marido abandone el hogar.
“¡Es toda una vida nueva ésta! Esa noche yo me estaba sacando leche para Salvador, un proceso largo y, a veces, que te da dolor y tenés que hacerlo tranquila, y él —dice refiriéndose a su marido pero sin nombrarlo— quería comer. Golpeó fuerte la puerta del cuarto y entró… Yo exploté y me encerré. Le advertí que dejara de gritar porque iba a despertar a mi bebé. No paró y yo hice lo que dije, llamé a la policía. Pero nunca más, porque fue un impulso. Y jamás pensé que alguien iba a sacar el audio. Creí que era algo íntimo. Lo que sí es mentira es que hubo denuncia policial. Eso jamás existió. Esa noche Javier se fue a un hotel a la vuelta de casa pero ya regresó a nuestro hogar. Yo sólo necesito estar tranquila y en paz con mi bebé. El resto, el tiempo lo dirá…”, explica Vicky, una nueva mujer muy segura de sí misma, con la voz firme.
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—¿Y hoy cómo se siente como mamá?
—¡Hoy sólo vivo por y para mi hijo! Con Salvador conocí el amor verdadero. Me desvivo como madre, me desgarro… Lo sobreprotejo porque lo veo muy frágil y sé que su vida es sólo responsabilidad mía. La conexión que mantenemos no tiene palabras; sólo sentimientos... Lo cuido de todo y de todos. Estoy atenta a cada detalle de su vida, porque no quiero que sufra. Cuando nació le prometí que lo iba a hacer feliz y que lo iba a llenar de amor y en eso estoy trabajando. Nunca le voy a fallar.... Amo a mi hijo; siento que es un pedacito de mí. ¡No puedo creer que yo formé todo esto! Su cuerpito, su cabecita, su corazón que late fuerte; que todo esto se alimentó de mí durante nueve meses y salió, así, perfecto, de mi cuerpo me parece increíble.... Amé estar embarazada y amo este milagro que Dios me convirtió en realidad.
—¿Qué sensaciones experimenta hoy al tener a su hijo en brazos?
— Me siento plenamente feliz porque la vida me dio el mejor regalo que fue hacerme mamá. Y hoy lo tengo entre mis brazos. En la vida recibí todos los regalos que una persona se puede imaginar. Pero nunca uno así porque esto fue directo al corazón… Dios me regaló el amor de mi vida, mi extensión, un pedacito de mi. Estoy plenamente enamorada y embobada de mi hijo. Hoy vivo por y para él. El tenerlo en mis brazos es lo más lindo que me puede pasar. Es como abrazar a un ángel, porque está lleno de luz y vino a traerme la felicidad plena. Paso horas mirándolo y me rio de felicidad. Sentirle su piel, mirarlo, es todo un sueño que se me hizo realidad. Hace sólo una semana nació y nunca me separé ni un segundo de él. Lo cargo y lo abrazo fuerte como para que nadie me lo saque. Le traspaso todo el amor y él siente todo lo mío.
—¿Cómo es la conexión entre los dos?
—Tenemos una conexión única. Su piel, su olor, sus ojitos cuando me mira o algunas sonrisitasssssss ¡me matan de amor! Y cuando lo tengo en brazos lo sobreprotejo. Hoy soy una mamá sobreprotectora que respira, late y vive por su hijo. La conexión que tenemos es increíblemente hermosa. Cuando llora, lo agarro y para inmediatamente su llanto. Está en mis brazos y se calma todo. Y cuando le hablo sonríe; escucha mi vos y me mira. ¡Cómo podría estar mal si es todo amor! Doy y recibo amor. Con mi hijo conocí el amor verdadero. Un amor distinto y muy puro.
—¿Se siente muy presionada?
— El trabajo de una mamá, la verdad, no es muy fácil. Es muy demandante pero teniendo una buena contención se hace todo más fácil. Gracias a Dios tengo a toda mi familia que son incondicionales; están muy presentes y embobados. También tengo nursery para la noche, así puedo descansar algo, aunque siempre me quedo al lado de mi bebé. Ellas me enseñaron muchísimo. Ahora estoy durmiendo en el cuarto de huéspedes con las nurserys y mi hijo, todos juntos. Porque por más que me ayudan, no me despego un segundo de su lado. Y de día, por ahora, porque aún no encontré a nadie que de suma confianza, estoy yo. ¡Nadie como una madre..! Sólo confío en mi mamá y en mi hermana. A ellas sí se los dejaría pero no las hago venir todos los días. Aunque están embobadas y lo harían. (Risas) Presiones siento, no voy a mentir, porque un hijo cambia toda la vida. Pero el amor es tan fuerte que todo se hace más fácil. Por ejemplo, cuando el pediatra me dijo ¡Te felicito, qué bien engordó!” Salté de felicidad porque se notó que trabajé bien. Porque los que me conocen saben que es mucho sacrificio para mí, pero lo estoy haciendo feliz porque mi hijo está perfecto.
—¿Sufrió la popular depresión post-parto?
— No sé qué es la depresión y mucho menos la post-parto ni nada de eso… Al lado de Salvador todo es felicidad. A veces sí se me caen los ojos de sueño o estoy un poco más sensible y me vuelvo sobreprotectora. Pero es con alegría y amor porque además hoy todo lo que yo siento se lo transmito a Salvador. Así es que tengo que estar bien.
—¿Como mamá siente más temores que antes por su bebé?
—Tengo como mieditos nuevos; que jamás sentí. Por ejemplo vivo con temores por que nada golpee la cabecita de Salvador… Hincho con el alcohol en gel que todos se tienen que poner antes de acercarse a él. Me desespero si llora porque aún no sé bien qué le pasa... Lo amo tanto y es tan chiquitito, que no quiero que le pase nada. ¡Amor de mamá primeriza! (Risas)
—¿Es una mamá obsesiva?
—¡Siiii! Lo admito, soy re “obse” del bebé. Debe ser porque es el primero. Igual nos conocemos tanto que nadie lo entiende como yo... No me importa que me llamen “mamá obse” porque estoy en cada detalle. Me sobrepasada el amor y, simplemente, creo que se resume en una palabra: MAMÁ.
—¿Está más sensible, llora más desde que nació Salvador?
—Normalmente yo no soy de llorar pero ahora hay días en los que el sueño y la sensibilidad, que la tengo a flor de piel, me llenan fácilmente los ojos de lágrimas.
Por eso creo que sí influyó bastante la maternidad en mí. Pero prefiero dejar este punto acá… (Risas)
—¿Y la llegada de su hijo influyó en la pareja? ¿Qué fue lo que sucedió para que termine llamando a la policía para que se lleven a su marido?
— Algunas cosas cambian. Pero todo lo que pasó entre Javier y yo fueron temas de pareja que ojalá se solucionen por el bebé hermoso que Dios no dio. Y a él no le puedo fallar, por lo menos yo. Fue el hijo que siempre le pedí a Dios y que tanto me costó tener. Por eso, de mi lado, siempre va a tener amor y felicidad y voy a estar firme a su lado para no fallarle jamás. Es una lástima que se hayan filtrado los audios de mi llamado a la Policia… Porque fue algo confidencial, impulsivo e íntimo, que me hizo sentir muy triste. ¡Soy una mamá que protege a su hijo las 24 hs. del día! A todos lados que vaya me lo voy a llevar conmigo. Sólo estoy dándole amor y felicidad permanente. Siento que a este angelito lo traje al mundo sólo para hacerlo feliz porque es lo que él hace conmigo. Y por él hago todo. Con Javier tenemos personalidades diferentes y eso produce chispazos. Estamos juntos porque amamos a nuestro bebé. El futuro, sólo Dios lo sabe.
—¿Siente que cambió como mujer?
—Sigo siendo la misma mujer de siempre sólo que hoy, además, soy toda una mamá.
—¿Qué le pide hoy a Papá Noel?
—Toda mi vida le pedí un hijo a Papá Noel. Y hoy lo tengo en mis brazos y por eso voy a pasar la primera Navidad con su corazoncito latiendo junto al mío. Eso me produce mucha emoción. Todo el año espero que llegue esta celebración porque muy sentida para mí. Armo regalos especiales para toda la familia y mantengo esa magia de amor de Papá Noel. Y, este año encima lo hago con mi mejor regalo en brazos. Salvador llegó para eso, para salvarme. Por eso es mi Salvador; de nadie más. El pesebre para esta Navidad se terminó de completar con mi bebé.
—¿Y cómo vive este cumpleaños tan especial?
—Hoy todo lo vivo pensando en mi hijo. Es mi prioridad y mi mejor regalo. Por eso me gusta festejar todo con mucha felicidad. Este año es muy especial para mi. Cumplo la edad de Cristo y Dios me mandó de regalo a Salvador. Así es que voy a festejar en familia, en mi gran hogar argentino, porque por ahora a Salvador no lo saco a la calle. Toda la “deco” está basada en el amor con corazones. Es todo muy especial porque conocí el amor verdadero y así lo voy a celebrar. Salvador es mi prioridad. Estoy muy emocionada y feliz. Hoy mi corazón sólo late por Salvador.
—¿Regresará a Nueva York?
—Por ahora ni pienso en Nueva York. Toda mi mente y mi corazón lo ocupa mi hijo. Mi única preocupación es que él esté bien. ¡Más adelante se verá..! También tengo que informarme bien sobre las vacunas que debe tener para viajar afuera del país y su bienestar. Siendo tan chiquitito es lo único que importa. Además, tampoco quiero sentirme tan sola allá. Eso creo que con el tiempo se verá. Hoy el único que manda sobre mi vida, se llama Salvador. Hoy sus tiempos son los míos… Estoy tranquila y bien; el tiempo dirá y todo lo que yo haga es por el bebé. Ojalá pueda llegar a construir la familia que siempre soñé pero deberá ser a base de respeto y felicidad. De mi parte sé que no le va a faltar amor ni felicidad. Porque hoy me doy cuenta que no sabía nada de amor hasta que conocí a Salvador. El me enseñó lo que es el amor. Salvador y yo somos el dúo dinámico del amor.