El vínculo de Jaime de Marichalar con su amigo multimillonario se maneja con suma discreción y es una relación fundamental para la reinvención profesional y social del aristócrata tras su separación de la infanta Elena. La cercanía de Jaime al magnate dueño de LVMH, Bernard Arnault, abrió interrogantes.
En el exclusivo universo de las altas esferas, donde los vínculos estratégicos son esenciales, pocos lazos despiertan tanto interés como el que une a Jaime de Marichalar y Bernard Arnault, quien cuenta con una de las mayores fortunas del mundo.
Jaime de Marichalar mantiene un vínculo secreto con un hombre multimillonario de Francia
Jaime de Marichalar, conocido por su elegancia y estilo impecable, no dejó de estar en el radar de las élites europeas. Desde joven, mostró un talento especial para moverse entre círculos exclusivos, un don que perfeccionó durante su matrimonio con Elena de Borbón. Así logró acercarse a uno de los principales multimillonarios de Francia y dueño de LVMH.
Después de la ruptura con su esposa y madre de dos hijos en 2010, muchos pensaron que el padre de Victoria y Felipe de Marichalar perdería relevancia. Contrario a las expectativas, Jaime aprovechó su red de contactos para fortalecerse, estableciendo una relación estratégica con Bernard Arnault, un hombre tan reservado como influyente.
Aunque nunca han mostrado de manera pública su amistad, fuentes cercanas aseguran que Arnault ve en Marichalar a un hombre de confianza capaz de conectar la sofisticación de la casa LVMH con el mercado español.
Como asesor de la firma en España, Jaime jugó un papel crucial en la expansión de marcas icónicas como Louis Vuitton y Dior. Su trabajo no sólo reforzó su posición en el mundo del lujo, sino que también le dio la posibilidad de mantenerse independiente en lo económico, algo que siempre lo ha distinguido de otros miembros del círculo Borbón.
El vínculo entre ambos hombres parece ir más allá de lo profesional. Arnault, conocido por su carácter reservado y su visión estratégica, encuentra en Marichalar a un aliado que comparte su pasión por el lujo y la exclusividad. Ambos asistieron a eventos clave de la moda y los negocios, siempre evitando las cámaras y ubicarse en el ojo público.
Mientras Arnault lidera un imperio que abarca más de 70 marcas, Marichalar actúa como un embajador silencioso, utilizando su apellido y su conocimiento del entorno aristocrático para abrir puertas.
Esta relación ha sido clave para que Marichalar mantenga su estatus en un contexto social tan competitivo como el europeo. Su residencia en un lujoso tríplex en el barrio de Salamanca, herencia de su tía abuela Teresa de Marichalar, es un reflejo de la estabilidad económica que ha logrado preservar. A diferencia de Iñaki Urdangarin, quien enfrentó dificultades tras su separación de la infanta Cristina, Jaime nunca necesitó apoyo financiero de la familia Borbón, gracias a su visión profesional y sus vínculos estratégicos.
Jaime de Marichalar sigue siendo un hombre influyente, aunque prefiere mantenerse lejos de los focos mediáticos. Su relación con Bernard Arnault, un hombre cuyo imperio define el lujo a nivel mundial, es un testimonio de su capacidad para reinventarse.
MVB