Carolina de Mónaco, tanto en lo personal como en lo familiar ha vivido una vida muy compleja. Con 67 años, vive una existencia relativamente tranquila y alejada de la sociedad en Montecarlo. Su distante relación con sus hijos refleja tensiones que la mantienen lejos de todos.
Desde temprana edad, Carolina mostró un espíritu libre y aventurero. Inicialmente fue la heredera al trono de Mónaco hasta que su hermano Alberto nació catorce meses después que ella. Se trasladó a París para estudiar Filosofía, donde rápidamente se hizo conocida como una socialité aficionada a las fiestas. Su primer matrimonio con Philippe Junot, un conocido mujeriego, terminó en divorcio después de solo dos años, generando numerosos escándalos y rumores.
Después de su divorcio, Carolina encontró el amor en el tenista Guillermo Vilas y más tarde con el empresario italiano Stéfano Casiraghi, con quien tuvo tres hijos: Andrea, Carlota y Pierre. La tragedia golpeó en 1990 cuando falleció en un accidente de lancha.
Por qué Carolina de Mónaco vive sola en Montecarlo
En 1999, Carolina se casó con Ernesto Augusto de Hannover, un aristócrata alemán conocido por su temperamento y problemas legales. Tuvieron una hija, Alexandra de Hannover, pero el matrimonio se deterioró con el tiempo y la pareja se separó diez años después sin formalizar el divorcio. Desde entonces, ha llevado una vida más tranquila en Montecarlo, enfocada en su rol de madre y abuela.
Sin embargo, Carolina de Mónaco tiene un vínculo no muy sólido con sus hijos y nietos. Sus retoños viven en diferentes ciudades y tiene un estilo de vida muy diferente a la de su madre. Esto la ha alejado por completo de ellos, sentenciándola a una soledad absoluta en su mansión en Montecarlo, rodeada de lujos y elegancia, pero sin nadie con quien hablar y compartir sus días.
AM