La reina Sofía, a sus avanzados años, sigue siendo una figura activa y comprometida con sus deberes institucionales. Recientemente, se recuperó de una infección del tracto urinario que la mantuvo internada durante cuatro días en la clínica Ruber de Madrid. Debido a su edad, los médicos optaron por mantenerla bajo observación y administrarle el tratamiento de forma intravenosa, lo que resultó más efectivo. Tras su recuperación, la monarca retomó su agenda oficial, incluyendo un viaje a Polonia, un compromiso que estuvo en duda debido a su salud, pero que finalmente pudo llevar a cabo.
A pesar de su recuperación, la edad ha comenzado a pasar factura en la salud de la madre del rey Felipe VI. La reina Sofía ha mostrado dificultades para articular palabras y moverse con facilidad, además de ciertos olvidos que son comunes en personas de su edad. No obstante, está asumiendo con serenidad la idea de la muerte, dejando claras sus últimas voluntades, incluyendo sus deseos sobre su lugar de descanso eterno.
Contrariamente a lo que podría esperarse, la reina Sofía no desea ser enterrada junto a su esposo, el rey Juan Carlos I, en la Cripta Real de El Escorial. Este panteón es el lugar tradicional de descanso para los reyes de España y sus consortes. Sin embargo, expresó su deseo de ser incinerada y que sus cenizas sean esparcidas en el mar Egeo, el lugar que la vio nacer.
Pilar Urbano, periodista de renombre, reveló en Telecinco: “La reina Sofía me dijo que le gustaría que extendieran sus cenizas por el Mediterráneo o por el Egeo porque es su mar”. Este deseo no solo refleja una preferencia personal, sino también una profunda conexión con sus raíces y su historia. La reina Sofía nació en Grecia y su amor por el mar Egeo es un símbolo de su identidad y legado.
AM