El fallecimiento repentino de Edgardo Antoñana, reconocido como el periodista “gruñón” que conducía junto a Dominique Metzger las mañanas de los fines de semana de TN, entristeció tanto a sus colegas y a figuras del espectáculo como al público en general. El deceso se produjo en Pinamar a sus 62 años y la causa fue un aneurisma cerebral.
El doctor Pedro Lylyk, neurocirujano y director de la Clínica Sagrada Familia y ENERI confirmó a Caras Salud que “entre un 1 y un 5% de la población tiene un aneurisma cerebral, que es precisamente una dilatación de una arteria en el cerebro”. Si bien pueden presentarlo todas las poblaciones, son más frecuentes en mujeres y en personas mayores de 50 años.
“Cuando la arteria dilatada se rompe, se produce una hemorragia cerebral, un cuadro que es muy complicado con un 70% de morbimortalidad, lo que quiere decir que quienes lo presentan fallecen o bien quedan con algún déficit”, indicó el neurocirujano.
Las incapacidades que se producen tras la rotura de la arteria dependerán de la zona en el cerebro afectada por la hemorragia. “Puede devenir en ceguera si ocurre cerca del nervio óptico, en afasia (incapacidad de comprender o expresar palabras) si se produce cerca de la región del habla o pérdida de la coordinación si se da en el cerebelo”, detalló.
En su gran mayoría los aneurismas son congénitos, por lo que Lylyk destacó que es muy importante que los familiares de primer grado de los pacientes (es decir, padres, hijos o hermanos) se estudien para descartar su presencia. Y agregó que se suelen romper cuando la persona fuma, tiene hipertensión arterial o realiza un esfuerzo importante.
La mayoría de los aneurismas no presenta síntomas hasta que se agrandan, filtran sangre o bien se rompen. Si hay ruptura, la principal manifestación es el dolor de cabeza súbito e intenso. Otras señales que pueden generar la sospecha de un aneurisma son adormecimiento o debilidad de un lado del cuerpo, párpados caídos, pupilas dilatadas o cambios en la visión.
El neurocirujano indicó que “existen dos tipos de aneurismas, aquellos que sangran y que tienen un pronóstico incierto, y los que no sangran, también llamados incidentales, que se tratan con el fin de prevenir la rotura y la hemorragia”.
Lylyk explicó que cuando sangran, los aneurismas se detectan por tomografía computada, resonancia magnética o angiografía cerebral, estudio en el que se utiliza material de contraste y rayos X para ver como fluye la sangre a través de ese órgano. Y se pueden tratar de dos maneras: de forma tradicional, que es la quirúrgica y con una nueva técnica llamada endovascular, una alternativa a la cirugía abierta para tratar vasos sanguíneos anormales.
“Es importante destacar que una hemorragia cerebral generada por la ruptura de un aneurisma es la causa de un tipo de ACV que se denomina hemorrágico. El otro es tipo es el llamado isquémico, que ocurre cuando falta sangre y se presenta un infarto en el cerebro”, concluyó el especialista.